Platko y Grocsis: Éljen a Magyar ! (¡Hurra por los Húngaros!)

La final de Copa de 1928 celebrada en Santander que enfrentó al Barcelona y la Real Sociedad, dio para mucho y bueno… Tres partidos, palos a mansalva, victoria azulgrana, duelo de poetas entre Rafael Alberti y Gabriel Celaya, tango de Gardel y mitificación del extraordinario y descalabrado guardameta Ferenc Platko ”El Oso Húngaro”, junto con Zamora y el checo Planicka, el mejor portero del mundo de la época. La extensa historia de esta final y el celebre “Asunto Platko” vienen explicados de fábula en el siguiente enlace, que hace redundante cualquier aditivo posterior, aunque cueste no hacer algún comentario relativo al exigente vestuario del legendario portero barcelonista.

https://odioeternoalfutbolmoderno.es/oda-a-platko

En el interregno mundial existente entre Ricardo Zamora y Lev Yashine, hubo otro portero húngaro que hizo historia y que posiblemente fuese el más dotado de cuantos hubo en esos años. El guardameta del Equipo de Oro (”Aranycsapat”), la invencible selección húngara de la primera mitad de los años 50. Gyula Grocsis, “La Pantera Negra”, fue el portero de aquel conjunto admirable que avasalló a Inglaterra en Wembley por 3-6 y que tras proclamarse campeón olímpico en 1952 y arrollar a todo lo que se movía durante 3 años fue a flaquear precisamente en el partido decisivo de la final mundialista de 1954 frente a Alemania. Grocsis, portero monumental, encajó aquél gol histórico de Helmuth Rahn (similar al que Reina recibió de Schwarzenbeck 20 años mas tarde, aunque tras un disparo algo más cercano) y quedó crucificado para la posteridad. Razones políticas del más turbio origen y pelaje le llevaron a jugar obligatoriamente en el Honved de Budapest, el equipo del ejército magiar, aunque su corazón permaneció siempre fiel al Ferencvaros, club que le homenajeó mucho tiempo después de su retirada, como si toda la vida hubiera defendido el escudo de las “Águilas Verdes”.

https://www.lavanguardia.com/obituarios ... nario.html

https://www.youtube.com/watch?v=NQGtt9ouYEM

Ser portero y jugar en la Real Sociedad conlleva una de esas distinciones honoríficas que imprimen carácter… Es como hacer de cura en una película de Buñuel o de gangster en una de Scorsesse, pero mejor todavía. Esta imagen de Arconada en Atotxa, plantificado junto al punto de penalty con sus medias rayadas y enmarcado por los tres palos, es una de mis instantáneas deportivas favoritas. Desde los vetustos Eizaguirre (padre e hijo) o Eduardo Chillida -el universal escultor del hierro- hasta Arconada, la especie zoológica del portero “txuri-urdin” evolucionó hasta alcanzar la perfección mecánica y cinética. Llegados a ese punto de máximo ajuste, al modelo finalizado sólo le quedaba perpetuarse o empezar a languidecer y desgraciadamente esto último es lo que ha terminado sucediendo. Para un fanático de la portería, defender la de la Real Sociedad o la del Athletic tiene que ser como graduarse en Oxford ¡¡Qué gozada y que responsabilidad poder jugar en Atotxa!!, uno de los estadios más recios del mundo…. con esa calva embarrada en el césped del área pequeña y con el público resoplándote en el cogote. Todos los enamorados del futbol “retro” tenemos una deuda estética y sentimental con la Real Sociedad, con su viejo escenario y con sus maravillosos porteros. Siempre que voy a Donostia, como si se tratase de un ritual ,me doy una vuelta por la actual Plaza del derribado Estadio de Atotxa y trato de imaginar donde estaba el lugar exacto, …el punto de penalty en el que Arconada se hizo esa fotografía. Mi chica siempre me dice con expresión compasiva “¿Pero para que venimos aquí siempre…? Si aquí no hay nada…” Y yo le digo “ya… pero lo hubo. Busca...busca...”… y se lo digo sin mirarla, mientras escudriño la ubicación de ese punto de penalty invisible o la banda por la que corría Boronat y en donde puede que ahora repose la mesa de un bar, o una plaza de aparcamiento subterráneo, o uno de esos columpios modernos para los niños hecho con bolas naranjas y azules y a los que ni siquiera sabría como subirme…



Eizaguirre (padre), Eizaguirre (hijo), Chillida, Araquistain, Zubiarrain, Esnaola, Urruti, Artola y Arconada.

PORTEROS DE FUTBOL-CHAPAS
De chavales, había un colega en mi barrio que sentía tal admiración por el portero argentino Jorge D’Alessandro que, cuando organizábamos campeonatos de futbol-chapas, se pedía siempre el Salamanca para poder jugar con su portero favorito… Era el Salamanca de Rezza, de Robi, de Galleguillos, de Sánchez Barrios y de Alves, aquel centrocampista zurdo y portugués que jugaba siempre con guantes negros… Había equipos mejores, si, pero no estaba nada mal ese Salamanca… La chapa que utilizaba para colocar la cara de D’Alessandro era un tapón metálico a rosca, color rojo y oro, de una marca de vino muy malo que se llamaba Don Opas y que no sé si seguirá existiendo. Para reforzar la pieza y darle contundencia, la rellenaba con fichas de teléfono, plastilina y cartón y al final colocaba la cara recortada y sonriente de D’Alessandro protegida con papel adhesivo transparente. La plastilina soltaba con el tiempo una especie de grasa que filtraba el cromo de D’Alessandro por su parte trasera y proporcionaba al borde de la fotografía un pequeño cerco parecido al que se forma habitualmente en esos papeles marrones que se usan para envolver churros. El conjunto era una tapón abollado, rústico y sucio, pero con mucha personalidad. Era, en definitiva, un magnífico portero de futbol-chapas…

Los porteros de chapas a mi me gustaban más ligeros que el plomizo D’Alessandro de mi colega Unionista. En función de las características del portero real, rellenaba el chapón con láminas de cartulina de grano medio y una o dos monedas de 25 pesetas empastadas con miga de pan… A “Superpaco” o a Miguel Ángel les ponía solo una moneda, para que “volasen” más, pero a Racic, que era más tosco, le ponía dos, para que fuese más estable. Al igual que en el futbol de verdad, en el futbol-chapas la intimidación era siempre un factor a tener en cuenta y presentarte en el terreno de juego con un equipo limpio y un portero bien lustroso ya constituía un arma bastante eficaz para poner nervioso al contrincante. Mi chapón de Iribar era una auténtica obra de arte… Un chapón enroscado de ginebra Fockink, con su borde negro, fondo blanco y caligrafía roja. En aquel tiempo, además de ignorar aun las ventajas del bilingüismo, éramos demasiado críos para comprender las posibilidades fonéticas de esa marca de ginebra holandesa… Lo que nos habríamos reído de ser un poco menos inocentes…

¡ Lástima que nunca pudiese llegar a jugar ningún campeonato de futbol-chapas con el Athletic…! Seguro que hubiera arrasado…

Plánička y Zamora: “Eran dos tipos requetefinos / Eran dos tipos medio chiflaos / Eran dos tipos casi “Divinos” / Eran dos tipos “desbarataos”.

La historia apócrifa y no contrastada oficialmente, cuenta que el checo František Plánička, el mejor portero de los años 30 junto con Zamora y Platko, se dejó encajar aposta un gol determinante durante la prórroga de la final de la Copa del Mundo de 1934 para evitar que Benito Mussolini fusilara a los futbolistas y cuerpo técnico de la Selección Italiana, previamente advertidos de las consecuencias que hipotéticamente se derivarían en el caso de perder ese partido. El delantero centro transalpino Schiavio, autor del gol en cuestión, habría regalado tiempo después a Plánička la medalla de oro que le concedieron al italiano en su condición de campeón del mundo como reconocimiento a ese gesto altruista y sin precedentes.

¿Qué hay de verdad y que hay de leyenda en esta historia? Las turbias imágenes que se conservan de dicha jugada apuntan más a un gol poco sospechoso en donde el único “fusilado” fue el portero, por parte de Schiavio. Pero bueno… si Plánička hizo lo que dicen que hizo… bien hecho está, y si no habrá que añadir en una más las desgracias históricas de porteros excepcionales en partidos decisivos. Lo que si es cierto es que Plánička era un porterazo como la copa de un pino, y que la valla checoslovaca nunca volvió a tener un guardián tan selecto hasta que en los años 60 y 70 apareció la figura del formidable Ivo Viktor. Plánička fue conocido como “El Gato de Praga” o “El Divino del Este” por su rivalidad con Ricardo Zamora y también pasó a la posteridad por un hecho totalmente verídico como fue jugar con el antebrazo roto unos cuartos de final del Mundial de Francia 1938 en un partido criminal frente a Brasil, conocido como “La Batalla de Burdeos”, en donde Plánička estuvo soberbio, forzando un partido de desempate en el que estuvo ausente y que finalmente se decantó a favor de los brasileños.

https://www.youtube.com/watch?v=FILnmm243G0
https://www.youtube.com/watch?v=5DLlu1B8tbQ&t=475s

La portería es una droga mala y, como casi todas las drogas, provoca alucinaciones y hace valientes a los tímidos atrayendo incluso a los que parecen menos dotados. Una vez que la portería te llama, pasas a formar parte de esta sociedad secreta, de esta extraña logia para toda la vida y en todo lugar. La portería admite a todos los que se atrevan con ella, y si no que se lo pregunten a Winston Coe y a Tudorel Mihailescu porteros mancos del Barracas Athletic de Buenos Aires y del Romprim de Bucarest respectivamente; o al peruano de 9 dedos Juan “Papelito” Cáceres, que defendiendo la meta del Universitario de Lima detuvo las acometidas del Peñarol de Montevideo parándole un penalty incluso al temible Fernando Morena. Eso… que se lo digan, si ,…que se lo digan al incomparable Alexandre Toledo, el portero más respetado de Brasil, y que con una sola pierna ha salvaguardado con éxito durante años el terruñoso arco del Club Moleque Travesso de Sao Paulo… Estas son sus increíbles historias.


Winston Coe, Tudorel Mihailescu, Juan "Papelito" Cáceres y Alexandre Toledo... "Sobraos..."
https://odioeternoalfutbolmoderno.es/wi ... tero-manco
https://www.cuatro.com/weah/mihailescu- ... 75819.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_C%C3%A1ceres
https://es.paperblog.com/alexandre-tole ... a-2614483/

¿Última parada de Ramallets? Puede que si o puede que sea de una eliminatoria de la Copa de Europa en 1961, también contra el Hamburgo

Muchos porteros de calidad suprema tuvieron el día cruzado en el momento menos oportuno, en una de esas jornadas reservadas para una gloria que acabó volviéndose dramáticamente en su contra. Un caso entre muchos fue el de Antonio Ramallets, el más característico portero de la historia del F.C Barcelona y dueño del marco de la Selección durante 35 partidos. Desde Zamora hasta Iribar no hubo portero más importante en nuestra Liga, pero Ramallets vio como el mundo se abría bajo sus pies en la final de la Copa de Europa de 1961 frente al Benfica lisboeta entrenado por Bela Guttmann, la famosa “final de los postes cuadrados”, maderos infernales de caprichosas formas que repelieron con sus esquinas varios lanzamientos claros de los azulgranas pero que sin embargo mandaron para adentro una absurda jugada de ataque del Benfica que Ramallets no supo gestionar con solvencia, por decirlo suavemente. Las trágicas imágenes hablan por si solas… Fue su último partido oficial con el Barcelona… https://www.youtube.com/watch?v=Ei546heYLhs

…Pero también lo hacen algunas fotografías que demuestran las excelentes facultades de Ramallets, su técnica inmaculada y su soberana presencia. Portero elegante, regular, ágil y carismático. Otro gato, en este caso “el de Maracaná”. En su Partido homenaje celebrado en el Camp Nou ante el Hamburgo, y con 38 años a sus espaldas cuajó una actuación antológica y el público blaugrana tembló de pies a cabeza viendo por última vez a su portero levitando con una intervención espectacular y testamentaria ante un remate nada menos que de uno de los mejores artilleros de todos los tiempos, el alemán Uwe Seeler.

Zamora...padre e hijo. El Padre hacía también las veces de Espíritu Santo...

Los aficionados a la portería, cuando hablamos de “El Divino” Ricardo Zamora primero nos lavamos la boca y luego nos ponemos en pie. Y es que nos hallamos ante un portero de los del Antiguo Testamento y de quien solo quedan fotografías, muchas fotografías. En ellas podemos contemplar su rostro poderoso y su tarzanesca corpulencia. En algunas de esas imágenes le vemos jugando con una americana de botones; en otras con un frondoso jersey de lana de textura lo suficientemente rasposa como para rallar fino una hogaza de pan duro de un mes. En casi todas aparece tocado con una gruesa y dura gorra de visera parecida a la que empleaba James Cagney en sus películas de gangsters de los años 30, pero en sus gestos técnicos adivinamos ya la presencia de un superdotado, de un adelantado a su tiempo. El portero como estrella del equipo… El portero y 10 más… “Uno a Cero y Zamora de portero”. Se trata del primer futbolista nacido en España que alcanzó fama internacional en una época en la que los medios de difusión no eran ni por asomo como los de ahora. Jugó tres años en el Barcelona, y aunque fue en el Real Madrid donde consiguió más títulos, el club de su vida fue el Español, convirtiéndose en el “Perico” más ilustre. https://as.com/futbol/2020/06/21/report ... 14674.html

Su hijo, Ricardo Zamora de Grassa, fue portero del Salamanca, del Atlético de Madrid, del Mallorca y del Valencia, entre otros equipos, aunque su dimensión siempre quedó bastante por debajo, una vez más, de la de su augusto padre.

La última parada de Zamora, en el ultimo minuto... y la Copa de 1936 para el Madrid frente al Barça...

PD: Se da también la circunstancia de que Zamora es, además, el único portero del F.C Barcelona que ha conseguido anotar un gol en toda la historia del club al convertir un penalty en un partido disputado contra el Internacional en el Campeonato de Catalunya de 1919. Muchos años después, Urruti le hizo un gol de penalty al Goteborg, pero no durante un partido sino en el transcurso de una tanda de penaltys en la semifinal de la Copa de Europa de 1985. Pero antes, en 1978, fue el donostiarra Peio Artola quien tuvo la ocasión de acompañar a Zamora el el anecdotario blaugrana en el curso de una eliminatoria copera contra el Getafe, pero su lanzamiento se fue por encima del travesaño. “No tiré un penalty… Saqué mal de puerta”, confesó un melancólico Artola tras su desafortunado lanzamiento…

En el futbolín todos quieren manejar la media y la delantera, pero pocos son los que se apuntan voluntarios a trajinar con la defensa… A veces olvidan que también les corresponde la gran tarea de maniobrar con el portero, el único jugador de la alineación que disfruta del privilegio de acaparar toda una barra para el solo… Un cacho de madera perforado por un hierro... Naturaleza muerta... si, pero de nuevo, con una gran responsabilidad sobre sus hombros…

Billy Mercer, portero del Hull City hace 100 años, no fue probablemente un gran guardameta (o quizás si), aunque no hay muchos testimonios que avalen ni una cosa ni la otra. Se sabe que también fue un destacado jugador de cricket y de billar en Hull y en Yorkshire respectivamente, pero lo que si hizo rematadamente bien Billy Mercer (triste, solitario y final, como el Stan Laurel de la novela de Oswaldo Soriano) fue posar para esta histórica instantánea defendiendo la meta del Huddersfield Town, que podría figurar perfectamente como portada de una monografía sobre el significado de la profesión y que demuestra que nos encontramos ante un oficio no especialmente fácil ni popular, sobre todo en determinadas tardes de lluvia y frío

PD. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento -en la década de los 80- hubo otro Billy Mercer que jugó de portero en varios equipos ingleses (sobre todo en el Rotherham United y en el Chesterfield)... pero no tiene ninguna fotografía tan buena…

Campos, portero mexicano, e Iribar: el tormento y el éxtasis.

Algunos nostálgicos opinan que el fútbol comenzó a joderse el día en que autorizaron insertar publicidad comercial en los uniformes de los equipos. Por otra parte, en un capítulo de la serie inglesa INSIDE Nº 9 se afirmaba que este deporte se empezó a torcer en el momento en el que permitieron a los árbitros vestirse con camisetas amarillas… Yo opino sin embargo que, no el deterioro, sino el acta de defunción final del futbol clásico se certifica con la eclosión de una moda funesta; la de los porteros que juegan con manga corta. Desde entonces esto es otra cosa: no digo que sea mejor ni peor… (posiblemente será mejor, no lo sé) simplemente digo que es otra cosa…

Y es que el uniforme del portero es algo simbólico que retrata el carácter de quien lo viste, es una coraza y un banderín de enganche, un faro y un mascarón de popa. Detrás del uniforme del portero no hay nada más que el abismo proceloso de la red perforada. Porteros serios, sobrios y seguros. Vestimenta sencilla y elegante. Recauchutando una frase de la película C’ERA UNA VOLTA IL WEST (Hasta que llegó su hora -Sergio Leone, 1968), nunca te fíes de un tipo que usa a la vez cinturón y tirantes, ... ni de un portero que vista una camiseta con más de tres colores.

"Locos", “Monos”, "Rambos" y demás desequilibrados bajo los palos. Más preocupados por su exhibicionismo personal que por garantizar la seguridad de su equipo. Anomalías y mutaciones en un puesto que requiere, como pocos, concentración, serenidad, solvencia, autoridad y criterio. Yo no pondría a ninguno de portero ni siquiera en el portal de una casa… En mi opinión lo peor del ramo…


René Higuita , espectáculo vacío de contenido, y Dino Zoff, la solidez y la autenticidad personificadas.

Robert Mensah. El portero que paraba penaltys... "con la gorra".

El meta ghanés Robert Mensah, valladar de los “Puercoespines Guerreros” del Asante Kotoko Sporting Club de Kamasi y de su selección nacional, sigue siendo considerado como el mejor portero de la historia del futbol africano junto con el camerunés Tomy N’ Kono. Su actitud chulesca y despreciativa con los rivales le reportó admiraciones genuflexas y odios multitudinarios. El gran poder de Mensah, al parecer, no radicaba únicamente en sus cualidades para el puesto sino en las propiedades esotéricas de su gorra ajedrezada qué, según se dice, obraba prodigios ocultos multiplicando sus aciertos e incentivado el desconcierto y el error en los contrarios. Muchos trataron sin éxito de robar la codiciada gorra, regalo de su abuelo y hechicero de profesión, la cual era capaz de irradiar poderosas ondas de “yu-yu” a sus adversarios. El partido de vuelta de la final de la Copa de África de 1970, disputada en Kinshasa frente al TP Engelbert de Lumumbashi, fue el escenario en el que las emanaciones sobrenaturales de la gorra de Mensah fueron puestas a prueba de manera definitiva. Tras señalarse un más que dudoso penalty en su contra, el árbitro conminó a Mensah para que afrontara el trance crucial a cabeza descubierta. El guardameta protestó infructuosamente pero tras quitarse la gorra tocó con ella los tres palos de la portería y, segundos después, el lanzamiento del delantero zaireño salió despedido varios metros por encima del travesaño, quedando así el codiciado trofeo en manos de los “Puercoespines”. Sin embargo, un día de finales de octubre de 1971 Mensah tampoco debía llevar la gorra puesta ya que fue victima de una reyerta tabernaria en la que un mecánico borracho le atravesó el estómago con los cristales de una botella rota, incidente que le causó la muerte el 2 de noviembre, día de difuntos de ese mismo año. Sus pompas fúnebres alcanzaron las dimensiones de un Funeral de Estado.

https://www.youtube.com/watch?v=Mgohc-afGXI
https://www.youtube.com/watch?v=b9ofq_D2Yk4

Ibarretxe, Blasco, Echevarría, Lezama, Carmelo, Iribar y Zubizarreta... "Todos los hermanos eran valientes..."

https://www.youtube.com/watch?v=UYc5tQ85Ps8
https://www.youtube.com/watch?v=u-7V5k9pdno

La relación de porteros del Athletic Club recorre, como las cuentas de un rosario, toda la historia del futbol nacional durante el siglo XX sembrándola de nombres ilustres. Empezando por Ceilio Ibarretxe, prototipo fundacional del portero “Marca Athletic”, alto, sobrio y seguro y que junto a Pchichi y Belauste fue una de las primeras grandes estrellas del club, allá a principios del siglo XX. A continuación llegó el turno de Gregorio Blasco, que en los años 20 y 30 solo estaba un peldaño por detrás de Zamora, y que tras la guerra civil terminó exiliado en Argentina y triunfando bajo los palos de la portería del River Plate en donde cosechó el apodo de “El electricista” debido a la semejanza que sus guantes tenían con los que estos profesionales usaban para manipular los cables. Un recuerdo especial merece José María Echevarría Aiestarán, excelente portero de Algorta que tuvo una breve carrera como portero titular en el Athletic de la inmediata posguerra; una grave lesión le apartó de la práctica del futbol dejando via expedita para su ilustre sucesor. La historia de Echevarría se explica con todo detalle en el siguiente enlace https://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol ... -espanola/ y en el entrañable libro “Echevarría. Guardameta del Athletic Club 1938-1942”, escrito por Carlos Aiestarán y publicado por la editorial Beta. El siguiente de la lista fue Raimundo Perez Lezama, un “niño de la guerra” desplazado al Reino Unido donde llegó a defender la meta del Southampton y que regresó a su Vizcaya natal para instalarse en el marco rojiblanco durante 16 años, aunque sólo 10 de ellos como titular; Lezama fue el portero del famoso equipo de Zarra, Panizo y Gainza. A Lezama le sustituyó el grandioso Carmelo Cedrún que si no fue titular indiscutible en la selección fue, al igual que Lezama, por la presencia del catalán Ramallets, y que llegó a jugar como delantero centro y con el “11” a la espalda en un amistoso disputado en San Mamés entre el Athletic y el Burnley. Tras Carmelo llegó Iribar y ahí se paró el calendario… solo reactivado por 3 o 4 años notables de un Zubizarreta más joven y sobre todo con un esqueleto bastante más flexible que el exhibido en sus renqueantes (aunque exitosos en lo colectivo) años posteriores lejos del Abra… Solo la Real Sociedad tiene una tradición de porteros de fuste con una incrustación tan arraigada...

Allí un viejo chopo levantaba, muy por encima de los bardales,
la gracia verde de su copa recogida, sensible al viento...
(Eduardo Zamacois)

https://www.youtube.com/watch?v=_km7U8M6boQ Parada de Iribar ante el Eintracht en el minuto 1:39 del video… Y él dice que no fue la mejor…

…Y es que Iribar barajaba la fértil costumbre de llevar las cosas a puerto con tal economía de medios que no parecía factible hacerlas de ninguna manera distinta de como las hacía él. Siempre fue un esteticista de la portería, uno de esos raros ejemplares que lograban sublimar el fondo de sus acciones a través de la ortodoxia de su forma. El zarauztarra oficiaba su profesión como un acto de fe; era un monje tibetano, en efecto, pero era también un estilista y, ante todo, un poeta. En una entrevista declaró que su mejor intervención fue despachada en La Condomina durante un partido contra el Murcia; yo no la he visto… pero ¡¡¡cómo sería!!! La que si he contemplado es otra, descomunal, en el Waldstadium, contra el Eintracht de Frankfurt; un alborotador llamado Lothar Schämer le descerrajó una pieza de artillería con un alcance de más de treinta metros, directa a la bisectriz superior derecha; varias lunas transcurrieron desde que la pelota salió de los pies del felón en una trayectoria mortal e imposible de neutralizar. Durante toda esa eternidad Iríbar permaneció en el aire con los dos brazos estirados y dividiendo el contorno de la portería en dos triángulos rectángulos exactos; luego demostró en la práctica el teorema de Pitágoras, se convirtió en hipotenusa, alcanzó el vértice inalcanzable, desvió el balón con la punta de sus dedos de hierro y desterró al osado artillero al frenopático sin emplear en ello exceso alguno. Su partido más triste fue una final de Copa frente al Betis, cuando el destino le convocó para transformar un penalty en la tanda suprema que, obviamente, marró ante Esnaola; y es que, tal y como pronosticó segundos antes el zaguero bético Bizcocho, “Este tío tiene los pies muy grandes. Lo falla seguro” Su mejor actuación fue en otra final frente al Zaragoza de “Los Magníficos”; el Athletic la perdió 2-0 pero Iribar paró tanto y tan imposible, que sus propios aficionados, pese a la derrota, le sacaron en andas, le dedicaron cánticos de guerra y bautizaron con su nombre a sus hijos neonatos. Ese día le contaron más pies y manos que a la diosa Durga, pero parece que aun así se quedaron cortos. Toda su vida jugó en el Athletic, antes del Guggenheim, y por su altura le llamaban “El Chopo”, pero muy bien podían haberle llamado “El Ciprés” porque su eslora era luenga y espigada y porque vistiendo como lo hacía, de negro riguroso, su presencia significaba siempre para los delanteros contrarios un sinónimo de funeral…

Iríbar se eleva como una bandera por encima de sus compañeros Larrauri, Echeberría, Aranguren y Betzuén en el viejo San Mamés. El rival, Pirri, del Real Madrid, certifica con su mirada que ese día lo mejor habría sido quedarse en casa… “¡Cómo Iríbar no hay ninguno…!”… Bueno, si…uno… Arconada, por supuesto…

https://www.eldesmarque.com/futbol/athl ... 87133.html

He de decir que me ha encantado esta aportación desde el mismo título por aquello de acordarse de dos mitos a los que tuve, más a uno que a otro, la fortuna de ver en directo. Como modesta aportación y sin ninguna doble intención quiero traer a este hilo el mejor gol que siempre reconoció Iribar le hizo nadie, el de Satrustegi en Atotxa, allá por 1976 en el mítico encuentro de la ikurriña. Se puede ver en este vídeo a partir de 2.54 Lo cierto es que un servidor estaba aquel día en Atotxa y recuerda el partido con cierta mezcla de realidad y fantasía, aunque sí que recuerdo este gol. Fue por cierto el último partido que pude ver con mi padre, que fallecería muy joven meses después. Video: https://youtu.be/VYeAwtaK9mM