Sólo Manon
La novela del abate Prévost fue inspiración de varias piezas románticas, entre las cuales sobresale la ópera de Jules Massenet que volverá al escenario del Colón en el mes de agosto. En su libro Mis recuerdos, el compositor relata por qué decidió sacar el apellido de la heroína del título de su obra.
En 1881, Leon Carvalho, director de la Opéra-Comique, le había encargado al ascendente Jules Massenet la composición de una ópera sobre un texto de Henri Meilhac, uno de los libretistas mas reconocidos de la época. La ópera se llamaría Phœbé, pero a Massenet no lo entusiasmaba el proyecto. “Leí el libreto, lo releí... nada me seducía”, contó en sus memorias. “Con gran brío me dirigí a la casa de Meilhac... El feliz autor de tantas obras encantadoras, de tantos éxitos, estaba en su biblioteca, rodeado de libros rarísimos con maravillosas encuadernaciones, una verdadera fortuna amontonada en una habitación de entresuelo que ocupaba en el número 30 de la Rue Drouot. Puedo verlo ahora, escribiendo sobre un pequeño velador, al lado de una enorme mesa del más puro estilo Luis XIV. Apenas me vio, esbozó una enorme sonrisa, creyendo que le traía novedades de nuestra Phœbé. Me preguntó:
-¿Está todo terminado?
-Sí. Todo está terminado. No hablaremos más del asunto.
Un león enjaulado no se habría sentido tan avergonzado. Mi perplejidad era extrema: veía a mi alrededor el vacío, la nada. De pronto, el título de una obra me golpeó como una revelación:
-¡Manon!- exclamé, mientras le señalaba el libro a Meilhac.
-Manon Lescaut... ¿Usted quiere Manon Lescaut?
-¡No! ¡Manon, sólo Manon! ¡Manon es Manon!”
A la mañana siguiente, Mailhac le entregó a Massenet los dos primeros actos de Manon, y el resto poco después. El compositor se puso a trabajar de inmediato, y anotó en su diario que poder escribir la música de Manon era “un sueño hecho realidad”.
Carvalho estaba encantado con la ópera, y de inmediato comenzó la búsqueda de una cantante que diera vida al personaje central. No fue sencillo encontrar a la intérprete ideal, hasta que, por azar, Massenet se encontró con Marie Heilbronn, la soprano que había cantado en el estreno de su primera ópera, La Grand’ Tante.
“-¿Todavía canta usted?
-No, ya soy rica. Y sin embargo, extraño el teatro. ¡Ah, si encontrara un buen papel!
-Yo tengo uno: ¡Manon!
-¿Manon Lescaut?
-¡No! ¡Sólo Manon!”
Parece ser que el éxito de la Manon Lescaut de Auber (1856) fue lo que instó a Massenet a cambiar el título de su ópera. Ya existían además, un ballet de Halévy (1830) y un primer intento por convertir la historia del abate Prévost en una ópera, con música de Balfe, en 1836. Manon de Massenet se estrenó en 1884, y algunos años más tarde se estrenaron las óperas de Kleinmichel (1887) y Puccini (1893) sobre el mismo tema.
La ópera de Massenet fue una de las favoritas del público en los primeros años del Teatro Colón. Estuvo presente diez temporadas consecutivas entre 1912 y 1921, un récord sólo superado por Tosca. En 1910, durante el segundo acto de Manon, estalló una bomba en el teatro. Se cuenta que el tenor Giuseppe Anselmi, a cargo del papel de Des Grieux, saltó el foso para ayudar a los heridos. Al día siguiente, a sala llena, continuó el espectáculo.
Comique, pero no cómica
El género de la opéra-comique tiene como principal característica la alternancia de díalogos hablados entre los distintos números musicales (arias, dúos, coros, etc.), un poco a la manera del Singspiel alemán –La flauta mágica y Fidelio, por ejemplo–. Pero no siempre una opéra-comique tiene un final feliz: basta con pensar en Carmen, uno de los títulos más ilustres del género. En Manon, es posible encontrar algunas escenas cómicas –como la que inicia la ópera, o las escenas corales del tercer acto– integradas al núcleo de la obra por medio de la música, que también –un efectivo hallazgo de Massenet– acompaña algunos diálogos para reforzar su dramatismo.
_________________ Alejandro Nicotra
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