Ahora que enfilamos los Carnavales, se me ha ocurrido pensar en la cuestión de la identidad en el mundo de la Ópera, tanto desde el punto de vista de la simulación u ocultamiento de la identidad propia como de la confusión y el engaño que la misma y en sus distintas formas puede producir. Cuanto más lo pienso, más amplio se me hace el asunto, porque si lo pensamos bien, raras son las ocasiones en las que no se da de una u otra manera, ya sea con efectos argumentales, cómicos o dramáticos, ya con incidencia directa en del desenlace de la trama.
Por poner ejemplos: Tanto Don Giovanni como Leporello intercambian vestidos y simulan recíprocamente ser el otro; lo que no es lo mismo (¿o sí?) que el disfraz de máscaras que utilizan Doña Anna, Doña Elvira y Don Ottavio para colarse el la fiesta del Don. En Cosí fan tutte, esta simulación y estos disfraces (Despinetta incluida) tienen propósitos muy distintos. Para terminar, la simulación que hace Schicchi de Buoso Donati es un doble engaño, tanto para el otorgamiento del testamento como para suspropios parientes. Como digo, hay ejemplos de todas las clases posibles y la lista podría ser larga. ¿Qué opinan?
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