Emil von Reznicek – Ritter Blaubart (CPO, 2003).
David Pittman-Jennings (Blaubart), Arutjun Kotchinian (conde Nikolaus), Robert Wörle (Werner), Celina Lindsley (Judith), Andion Fernandez (Agnes), Victor Sawaley (Josua), Carsten Sabrowski (Pastor), Johannes Schmidt (Hinz), Peter Maus (Ratte).
Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin. Dir.: Michail Jurowski.¿Quién recuerda hoy en día a Reznicek? Un programa como
Los raros de Radio Clásica, una viñeta de Zelenka… Ni siquiera ha disfrutado del redescubrimiento de la
entartete Musik, puesto que nunca fue incluido en esa aciaga lista (las contradicciones personales que vivió durante el periodo nazi darían para todo el post). Sin embargo, su música no carece de interés y esta ópera es una buena muestra de ello. Entre sus virtudes, un libreto con fuerza dramática (superior, a mi juicio, al de la obra de Bartók), una atractiva combinación de romanticismo tardío y expresionismo y una rica paleta orquestal típica del periodo. En el “debe”, una cierta hipertrofia de la parte instrumental –cuyos hermosos pero extensísimos interludios copan buena parte del minutaje- y una sensación general de
déjà vu, con numerosas citas / homenajes a Wagner y Strauss. Aun así, esas referencias también deparan grandes momentos, como ocurre en el final, con ese castillo de Barbazul convertido en una especie de Wallhalla purificado por el fuego.
Obviamente no tengo con qué comparar la versión escuchada. Jurowski obtiene un sonido brillante y hasta poético de los músicos berlineses, sin que falte pulso dramático en ningún momento. El elenco vocal, para mí desconocido, está compuesto al parecer por cantantes con experiencia wagneriana. Ninguno de ellos es extraordinario (las dos sopranos tienen voces delgaditas y casi quebradizas, el barítono apenas controla el vibrato y el tenor exhibe numerosas tiranteces), pero todos construyen personajes creíbles y comunican sin cometer grandes desmanes, lo cual tiene su mérito porque las exigencias de papeles como el de Barbazul o el del criado ciego (atención a su aria
Glüh' Feuer, glü'!, que abre la mencionada “inmolación") no son moco de pavo.