Siguiendo con mi preparación para El Ocaso en el Real, me decidí a ver por fin este famoso documental, del celebérrimo Anillo de Solti. En 1964, la BBC se acercó al famoso (hoy desparecido) Sofiensaal de Viena para filmar la preparación y el proceso de grabación de El Ocaso de los Dioses. Aquí ponemos cara a
John Culshaw, el joven y legendario productor musical, así como con el porte de todo un
gentleman. También vemos a los asistentes, al propio Solti adentrarse en el legendario y señorial estudio de grabación, así como a los cantantes. Esta es una de las pocas ocasiones, aunque sea en la frialdad e informalidad (en los gestos de bromas de los artistas) de un estudio discográfico, de ver en vídeo, a estas glorias del canto interpretar no solo a esta obra maestra, sino a Wagner.
A lo largo del documental, narrado por
Humpfrey Burton, asistimos a la grabación de escenas clave de la obra, al mismo tiempo que nos muestra imágenes de la Viena de los años 60. Incluso, se menciona el controvertido tema Hitler-Wagner-Fascismo, que Solti no suscribe, diciendo que aunque Hitler abusara de la obra porque le gustaba, no hay nada de fascista en la obra, ni en el personaje de Sigfrido. Para Solti, el Anillo es una única obra de arte, donde hay drama y música, a un nivel estratosférico, una experiencia catártica.
Los cantantes que aparecen en el documental (no se ve ni a Christa Ludwig, que hizo Waltraute, ni a Gustav Neidlinger, quien fue Alberich, ni a las nornas ni las hijas del Rin, todas futuras superestrellas) están en estado de absoluta gracia: desde un
Gottlob Frick con una voz oscura, de ultratumba, de verdadero villano, que interpreta a uno de los Hagen definitivos. Uno lo ve y ve al hijo de Alberich. Una caracterización que contrasta con las expresiones jocosas y las sonrisas de Frick.
Dietrich Fischer-Dieskau me hizo plantearme una cosa sobre Gunther: todos sabemos, y DFD lo reafirma en el documental, que Gunther es un personaje débil, una especie de Macbeth que aunque no tiene esposa, tiene un hermanastro que lo manipula en todo, y todo esto a la vez que es un rey. Me pregunto si un personaje tan gris e indeciso no se engrandece siempre que lo aborda un gran artista, haciendo que se le quede pequeño al artista. Aunque también me pregunto, si pese a ser protagonista, Gunther lo debería de cantar un barítono de reparto. Pero no: Wagner no lo pensó así, y además siempre es gratificante tener a una estrella en el rol, pese a todo. Ya en el Ocaso del Met de 1936 Schorr le da una autoridad que no tiene, o Fischer-Dieskau aquí le da, con su elegante y aristocrática voz, aquí pletórica, un toque de nobleza propio de un rey. Una delicia ver a
Claire Watson como Gutrune, con esa voz deliciosa, juvenil, casi de mandolina, que pese a todo era una soprano dramática y que con Knappertsbusch filmó una Sieglinde de nivel. Watson hoy cantaría Brunilda, y tendría el mundo a sus pies.
Wolfgang Windgassen, aquí aparece interpretando a Sigfrido, con ropa informal (para un señor de la época), alejado de las caracterizaciones que hay de él en el personaje en las fotos. Aunque su interpretación aquí es legendaria, me ha parecido que aquí el maduro cantante es quizá el punto más flojo (sin que esto baje de matrícula) de un reparto en plenitud. La voz sigue siendo fresca, juvenil, hasta lírica, además de su legendaria resistencia, pero al lado de un Frick aparece un poco en desventaja, como cansado. Aun así, emocionante y maravilloso en la muerte de Sigfrido. Y la más radiante del elenco, una
Birgit Nilsson que en 1964 estaba en plenitud de facultades, un torrente vocal, brillante agudo, y un porte tan imponente como una auténtica vikinga. Nilsson siempre sorprende con su caracterización de Brunilda, una voz que se come a todas las demás, que las eclipsa. Muy gracioso el momento en que cuando canta "Grane, mein ross" aparezca un auténtico caballo, y tanto ella como toda la orquesta sonríe graciosa y tiernamente por la presencia del equino. Uno piensa, en que Grane es el gran ausente de puestas en escena del Anillo hoy en día. Magnífica la Nilsson en la terceto final del segundo acto y en la propia inmolación.
Para el final dejamos a
Sir Georg Solti y la
Filarmónica de Viena. Solti se muestra enérgico, vigoroso (atención a cómo agita los brazos al dirigir), como su lectura del Anillo, famosa por su opulencia, enérgica dirección, incluso su imponente violencia. Con Solti, el Anillo es una emoción fuerte, mucho más de lo que ya es, que deja al oyente en una catársis, un subidón de adrenalina. Entre la orquesta vemos a caras conocidas como
Willi Boskovsky, famoso por dirigir a los Wiener en los Conciertos de Año Nuevo, o el mítico trompetista
Helmut Wobisch, de nefario pasado nazi. En el documental también se ven los cuernos reconstruidos para la grabación, tras la pérdida de los modelos originales de Bayreuth en la Segunda Guerra Mundial. También se ve en un plano lejano, al maestro de coro Wilhelm Pitz, mítico maestro de Bayreuth. Del opulento Coro de la Ópera de Viena destacan las voces masculinas, que parecen unos guerreros tan vigorosos como elegantes. Con Solti la orquesta suena en estado de total gracia, posiblemente la mejor orquesta que haya interpretado esta obra, y desde luego la que mejor la ha grabado en estudio, junto a la del Festival de Bayreuth.
Mientras la orquesta interpreta el glorioso final, se pueden ver la seriedad final del equipo, tratando de contener la emoción, excepto en Culshaw que no tiene reparo en mostrar unos ojos húmedos. Y eso que en realidad el Anillo de Solti no acabó realmente aquí, sino con La Valquiria, que no se grabó hasta un año más tarde. Pero el documental parece mostrarlo como si fuera el último día de grabación del proyecto. Y tras el último acorde, la última nota, la cámara enfoca las cintas de grabación junto a una foto de Wagner, en absoluto silencio. No es posible sonido alguno tras ese tremendo final.
Un vídeo recomendable para quien aún no lo haya visto.