R. WAGNER – Tannhäuser (TELDEC 2001)
J
ane Eaglen (Elisabeth), Waltraud Meier (Venus), René Pape (Landgrave Hermann), Peter Seiffert (Tannhäuser), Thomas Hampson (Wolfram von Eschenbach), Gunnar Gudbjörnsson (Walther von der Vogelweide), Hanno Müller-Brachmann (Biterolf), Stephan Rügamer (Heinrich der Schreiber), Alfred Reiter (Reinmar von Zweter), Dorothea Röschmann (joven pastor).
Orquesta de la Staatskapelle y Coro de la Deutsche Staatsoper de Berlín.
Dir.: Daniel Barenboim.Mientras hacía ánimo para escuchar
Pia de Tolomei, he vuelto a mi zona de confort con una de las últimas piezas que me faltaban de la obra wagneriana de Barenboim. Ya les adelanto que con don Daniel me pasa como con Plácido: siempre quedo como un tibio. No creo que sea un mero producto de marketing –por muy bien que se maneje en este terreno-, pero tampoco lo tengo por el genio indiscutible que pretenden sus incondicionales.
En concreto, este
Tannhäuser me parece un muy buen Wagner, con algunas pegas que no lo hacen completamente disfrutable. Empezando por la labor de Barenboim, lo que más sorprende es la riqueza de planos sonoros que extrae de la orquesta: a la altura de Boulez, pero con más robustez y densidad; un equilibrio portentoso, favorecido por la excelente grabación. La Staatskapelle se muestra extraordinariamente flexible, capaz de un recogimiento casi camerístico en el acompañamiento de los cantantes y de exhibiciones de musculatura como en la del final del segundo acto. Sin embargo, el director judío siempre tiene ese punto de pudoroso distanciamiento en aquellos pasajes más propensos a la caricatura wagneriana: aquí, la entrada de los invitados de Wartburg. Como ocurre con sus
Maestros cantores o con algunos pasajes de su Tetralogía, a los wagnerianos trasnochados nos da el bajón en estos momentos en los que el ilustrado intelectual parece estar acordándose de la invasión de Polonia.
Los cantantes están muy bien. Parece claro que Barenboim quiere fraseadores más que caudal sonoro, lirismo y convicción más que expansión e intensidad dramática. Así que no tiene mucho sentido señalar, por ejemplo, que Seiffert es un lírico puro carente de squillo o que su voz no tiene la resistencia suficiente para no acusar el cansancio en las largas parrafadas de Wagner. Lo cierto es que resulta un magnífico intérprete tanto en el Venusberg como en el tercer acto y que las citadas carencias solo restan desde el punto de vista dramático en el concurso de Minnesinger. Algo similar puede decirse de Thomas Hampson, un Wolfram humanísimo, abrumado por su imposible condición de enamorado y amigo, que se diría más preocupado por confesar sus penas al oyente que por intentar convencer a alguno de los personajes que le rodean. Yo compro esta interpretación, que alguno tachará de amanerada y anticlimática. No creo que nadie extienda esas pegas a René Pape, porque en este caso el estilo es impecablemente wagneriano y un Landgrave más oscuro y profundo no sería necesariamente más imponente.
Con las cantantes el panorama cambia algo. Waltraud Meier es una Venus casi imbatible: sensual, intrigante, exaltada; atrayente y repulsiva al mismo tiempo. Sus agudos no son canónicos, pero eso es lo de menos. En cambio, la Elisabeth es el elemento más flojo del reparto, un error tan obvio que habría que pedirle explicaciones directamente a Barenboim. Casi resulta conmovedor, porque Jane Eaglen quiere, pero no puede. Prefiero no entrar en detalles: escúchese
Dich teure Halle un par de minutos.
El resto del reparto es bastante cumplidor: Biterolf mejor que Walther y un cameo estelar de Dorothea Roschmann como pastor. Los coros suenan solventes, aunque contenidos y algo carentes de profundidad, como también es habitual con Barenboim.
Dos reflexiones para finalizar. La primera, que siendo
Tannhäuser la obra más accesible de Wagner para “todos públicos”, tengo la impresión de que se representa y se graba menos de lo que debería. Yo aún no he tenido oportunidad de disfrutarla en directo. La segunda, en la misma línea: probablemente es la laguna más evidente de nuestra tristemente fenecida Ópera del mes.