Bueno, mis disculpas entonces. Pero debió haber escrito con más claridad.

Aquí la Studer como Violetta en el Met (con su adorado Alfredo Kraus).


Y como soberbia Odabella en La Scala. ¿Verdaderamente piensa que esto es dislate?




No sé, pero me parece mucho más intensa y mucho más interesante en los papeles italianos que las humillaciones que nos impuso Gruberovà en ese idioma.

l'ultima.

La Gruberova es el fenómeno vocal de los últimos años. Una Diosa y con una técnica e inteligencia que ya quisiera la Studer y tantas sopranos. Le insisto, a la Sra. Studer le ví en la Ópera de Viena una Mujer sin sombra con 45 años!!!!! y ya no tenía agudo.

La americana no puede ser Odabella, papel de soprano assoluto o drammatica d'agilità. Ni tiene coloratura, mucho menos di forza, ni temperamento, ni acentos (esa escena de salida, vibrante, plena de grinta, en la que los acentos que exige Verdi son propios de un personaje masculino, pues con Odabella, Abigaille, Lucrezia Contarini... Verdi acaba definitivamente con la soprano tipo angelicato propia del melodrama protorromántico italiano), ni graves, aún menos capacidad para frasear largos períodos en las tesituras extremas. Veo una soprano con una voz magnífica, clara, luminosa, forzada totalmente. Qué tiene algún buen momento en los pasajes más líricos, claro, porque el timbre es áureo y posee alta escuela de canto.
¿Usted la encuentra igual de cómoda que en el Lohengrin de Herzog en Bayreuth donde es la mejor de largo o como Crisotemis?

Estimado amigo Tunner, esa Odabella, al igual Matilde en Guglielmo Tell y la Elena de I Vespri, son más errores de Muti que de ella? Qué le vió? Se la impusieron?

Quién se le negaba al maestro en los albores de una carrera?

Por añadir a modo de complemento de temporada:

¿Alguno dijo....Dimitrova?

https://m.youtube.com/watch?v=mkaAS_XXVzc

De todos modos...¿no creéis que con Matilde la Studer...está correcta?

Esa versión con Merrit y Zancarano le tengo aprecio.

Después de unos días en los que el trabajo me lo ha impedido, he podido volver a la ópera con la primera audición de esta obra de Klaus Huber (2001) del que desconocía todo hasta hace prácticamente nada. Lenguaje vanguardista bajo la batuta de Arturo Tamayo, uno de los popes de la música clásica actual. Solo para curiosos sin remedio.

Estimado Rubini, Matilde es otra cosa, exceptuando un momento con abundante agilidad, el resto del papel la Studer lo saca bien. Odabella y Elena ya cambia la cosa. A ver, la vocalidad de Odabella, soprano assoluto o drammatica d'agilità, desapareció y en el siglo XX la rescataron Maria Callas y Leyla Gencer. La primera no cantó Odabella, sólo grabó algún aria y la segunda la interpretó, con Muti precisamente, pero ya en 1972, apuntando declive y no es una de sus grandes creaciones. Dimitrova, sin representar tampoco la vocalidad exigida, podría haber sido una opción, pero Muti eligió a la estrella ascendente del momento que, desde luego, poseía un timbre bellísimo y el canto de alta escuela que solían tener los cantantes norteamericanos. Decisiones discutibles de este estilo existen varias por parte del Napolitano, que le ofreció Pollione a Alfredo Kraus y manifestó una y otra vez que los tres papeles tenoriles de la trilogía popular son para el mismo tipo de tenor, por lo que Kraus, inigualable Duca y Alfredo, debería haber cantado Manrico. Otras estrellas de la batuta (Karajan, Solti) han tenido deslices vocales y es que los verdaderos conocedores del repertorio y las voces eran los "viejos maestros" de foso, experimientados y sabios de la ópera, tipo Serafin, De Fabritiis, Patané ..., pero estos no te daban ese plus en la labor orquestal que los otros.

En cuanto a decir no, pues ya es decisión de cada uno. Kraus dijo no a Muti, no a Karajan, que le ofreció Pelléas... Cortoplacismo o altura de miras. Si no tienes para comer, se entiende decir sí a lo que sea. No era el caso de Studer.

El prejuicio contra Cheryl Studer de que la mujer no rechazaba oferta habida y por haber y que consumía lo que se le ponía en frente sin discreción alguna es puro mito basado en ignorancia, pereza y conveniencia. Por ejemplo, que yo sepa, se le ofreció Turandot, Elektra, Cio Cio San, Kundry y Brünnhilde en el Anillo (aunque este último papel, el de Die Walküre, lo cantó en concierto con el maestro húngaro Iván Fischer). Y quien sabe qué más. No, No, No, No y No. La Studer sí nos cantó Isolde en varias ocasiones en Alemania, lo que es poco reconocido. No las presencié así que no puedo añadir nada más sobre ellas. El hecho de que poseía una versatilidad enviable es un hecho, ya sea aprobado o no por el Sr. Tunner. A su edad presente continúa su versatilidad en papeles apropiados a su edad y a sus capacidades (en drástico contraste a las humillaciones ofrecidas por cierta ruiseñora, rehén de su propio engaño, por demasiados años). Por ejemplo, Adelaide en Arabella, Gertrud en Hänsel und Gretel, Nettie Fowler en Carousel, Vertraute/Aufseherin en Elektra, y Mamma Lucia en Cavalleria (grabado y lanzado recientemente por la discográfica alemana Oehms). No sabemos si ocurrirán en este ambiente cultural de suma incertidumbre pero tiene planeado papeles en Jenufa, Carmélites y Andrea Chénier. Ya veremos si se dan.
P.S.: Sobre Karajan, una pequeña anécdota. La Studer cantó para él pero fue rechazada porque, según él, sonó demasiado dramática para su gusto (((-:

Otra obra a la que dedicamos primera escucha. Despues del lenguaje ultravanguardista de Klaus Huber de ayer entramos en el melódico del para ,í hasta desconocido Walter Leigh, británico de la primera mitad del siglo XX. Jolly Rober es una ópera cómica con partes habladas y un lenguaje musical cercano al mundo de Gilbert y Sullivan. Se escucha con mucho agrado y supongo que en directo puede provocar la sonrisa del espectador. está ambientada en la Jamaica de finales del XVII y los protagonistas son gobernadores malvados, piratas, militares leales, un joven incauto (el tal Jolly Roger) y las chicas deseadas.

Hoy, “Aida”, ese monumento operístico del inmenso Verdi al que no damos importancia porque lo tenemos archiconocido. Función del Liceo (2020). Grabación de Mezzo. Dirige Gimeno correctamente, pero, con cierta falta de “nervio” e intensidad. Ramfis es Kwangchul Youn, un veterano bastante ajustado en el papel. Franco Vassallo es Amonasro, muy bien en su encarnación de “padre terrible”. Clementine Margaine es Amneris. No me ha convencido. La voz es bonita, pero le falta rotundidad en los graves. La escena del juicio se la pasa mirando al suelo, en vez de poner verdes a los sacerdotes, como es su obligación. Yong Hoon Lee, de quien recuerdo un Don Carlo en Les Arts y un Arrigo (Legnano) en Roma, se encarga de Radamés con una voz engolada y potente componiendo un héroe gritón y escasamente musical. Sorprendentemente, en el último cuadro le da por apianar y no lo hace mal. Angela Meade, en la ultraoperística tradición de las sopranos gordas (la Caballé a su lado parecería una sílfide), está como tímida en los dos primeros actos, pero se destapa en el tercero, con un “O patria mia” de muchos quilates, así como los dúos con Amonasro y Radamés. Muy bien también en la escena final. La producción recupera los increíbles decorados de Mestres Cabanes, con asombrosos efectos de perspectiva, y enmarcando muy bellamente la acción. Aida es blanca (pero qué estupideces se hacen en nombre de la corrección política), y Amonasro también, claro, para que no haya dudas en cuanto a su paternidad. Los ballets son bastante extraños. A la que baila en la escena de la investidura, Ramfis la parte en dos con el “sacro brando” ¡y luego lo limpia con un trapo! (delicioso). Se añaden un prólogo y un epílogo que no pegan ni con cola. En fin, una “Aida” con luces y sombras.

Carrousel de Aidas.
¿Qué le han parecido esta y la de Nilsson-Corelli?

Yo propongo ésta. Una Aída de caballe con momentos memorables. Una Aída de estudio más que de directo. Cossotto...increíble...aunque prefiero por fraseo la Amneris de Oralia Domínguez con Callas en México.

Muti es el verdadero protagonista.

Ya que han cambiado el tema hacia Aïda, aquí otras recomendaciones.

Cheryl Studer y Dolora Zajick se confrontan en Nueva York



Cheryl Studer, Luciana d'Intino, Dennis O'Neill, Alexandru Agache y Sir Edward Downes, en Londres



Cheryl Studer, Waltraud Meier, Dennis O'Neill, Robert Hale, Kurt Rydl y Roberto Abbado, en Munich

Entre las muchas Butterflys que uno atesora me quedaban por escuchar dos voces míticas y con esta versión ya he cumplido con una de ellas: Magda Olivero. La grabación, de diciembre de 1961 en el San Carlo, de Nápoles, no tiene el sonido adecuado, sobre todo en el plano orquestal (Nicola Rescigno) pero sí se nota lo artista que es la soprano mencionada. El público disfruta cada una de sus intervenciones con fervor y lo cierto es que puede llegar a imaginarse la recreación del personaje pues vocalmente está impecable.

El Pinkerton es Renato Cioni, segundón de la época y que ahora sería referencia mientras que tanto Suzuki (Fernanda Cadoni) como Sharpples (Mario Zanasi) pasan más desapercibidos.

Ayer la estuve escuchando como Carmen, en el canal Mezzo:, pese a que se tomaba alguna licencia en pos de la seducción, sí me pareció una voz interesante, si bien lo mejor es verla en directo. Alagna como Don José en un papel que le excede a veces pero que encarna como nadie, su señora esposa haciendo de novia desconsolada (hay que reconocer que el matrimonio le ha sentado bien) y Vinogradov, al que el presidente del coso (y del foso) debería haber dado tres avisos por despellejar a Escamillo. No acabé de ver la ópera entera porque la ofrecieron fuera del toque de queda.

Ópera también tan vista como denostada.