Y no los de Tcherniakov...

Aunque reconozco que las posibilidades son más bien escasas, una de las óperas que no he visto sobre el escenario y que más ilusión me haría el escucharla. Compuesta expresamente para Martti Talvela en su papel de Paavo Rutsolainen es una obra que me gustó desde el primer momento.

Música ligera que acompaña durante un ratito. No es El cantor de México, que en mi casa es sagrado, pero se disfruta.

Un Barbiere verdaderamente estigmatizado y condenado sin remisión a los infiernos de la discografía. Grabado en 1956 y aquí remasterizado por Urania Records este mismo año, nunca se ha salvado a ojos de la mordaz crítica italiana, por mucho que Simionato sea referencial como Rosina y Siepi cante una Calunnia inigualable. Del pobre Bastianini, ni siquiera un Largo al factotum vocalmente colosal. De Corena y Erede, mejor ni hablamos.

Y al señor Misciano lo ponen de último en la portada, como expresión de su estima al cantante.

El gusto con que canta, nada más, pues no tiene medios sobrados, no es para dilapidarlo.

Erede como siempre, gran director de voces.

Si encontráramos hoy un Fígaro la mitad del de Bastianini, nos volveríamos locos...

No se si fue esta o Le gran macabre la primera ópera "moderna" que me compré, allá por el siglo pasado, tratando de descubrir qué es lo que hacían esos señores tan serios y modernos. La primera vez que escuché esta ópera no llegué al final; ahora, la escucho de un tirón y me parece hasta light. En mi opinión, junto a The Midsummer Marriage, la mejor del autor.

Vuelvo a mi adorado Carlo. Solo por escuchar su versión de Pollione o el aria del Alvaro de La forza del destino ya merece la pena todo el CD.

La Gioconda, Opera in 4 Acts by Amilcare Ponchielli
Zinka Milanov (La Gioconda)
Belan Amparan (La Cieca)
Plinio Clabassi (Alvise Badoero)
Rosalind Elias (Laura)
Giuseppe Di Stefano (Enzo Grimaldo)
Leonard Warren (Barnaba)
Fernando Valentini (Zuane)
Giacomo Cottino (Isepo)
Fernando Volontieri (Un nNocchiero)
Virgilio Carbonari (Un Cantore)
Orchestra e Coro dell' Academia di Santa Cecilia
di Roma
Fernando Previtali, Conductor

Una versión de esta ópera que siempre se ha criticado muy duramente...y visto desde una perspectiva, no les falta razón, puesto que la Milanov - mi Gioconda - es cierto que no tiene en el verano de 1957 la voz como diez años antes, donde me sorprendía por su arrojo, su canto desprendido. Aquí ha perdido ese carácter y aparece "comedida", siendo sus agudos alcanzados con trabajo y muy delgados con respecto al resto de su tesitura, ya que el centro vocal, sique siendo riquísimo, aunque no de la belleza de los años cuarenta y muy principios de los cincuenta. Digamos que hace una muy buena Gioconda aunque ya estaba en su ocaso. La interpretación, básica y con sabor vino viejo. Di Stefano o te gusta o lo odias. Yo valoro su dicción perfecta y su calor, su cercanía...cómo canta determinadas frases. Defectos tenía en 1957 pero aún se dejaba escuchar. El resto...fantástico, desde Warren a Glabassi y Elias.

Una buena grabación de estudio de Gioconda, junto con las dos de Callas, las de Cerquetti y Tebaldi. Es una pena que la Giconda de DECCA en 1980 no hubieran cogido a Dimitrova - menos comercial - pero la pela es la pela. Hubiera sido una versión de las mejores: para los aficionados, tenemos que conformarnos con su Gioconda de Verona.

Siempre es un placer escuchar al gran Bergonzi.

Esta, del mismo año 1957 y en vivo desde el el MET por Fausto Cleva, es muy superior en todos los sentidos a la de Previtali. La Milanov, encendida ante su adorado público neoyorquino, el gran Cesare Siepi en lugar del rutinario Clabassi, Rankin mucho mejor que Elias; y Gianni Poggi, en sus años de esplendor y frescura vocales, nos regala un Enzo Grimaldo de muchos quilates frente al desgastado Di Stefano. Nada que ver.

El de esa portada debe ser un fanático - justificado - de Gianni Poggi, que es el único que indica en la misma al igual que al director de la orquesta.

Ni de la protagonista se acordó.

Bueno, ya se sabe que el tenor es el rey de la ópera

Gianni Poggi - Giuseppe di Stefano...uff
La única vez que lo escuché como Enzo Grimaldo fue en la grabación con Callas y Silveri con Votto al foso y en la Gioconda de Myto con la Cerquetti y la impresión que me dio su Enzo fue de una gran frialdad. Un Enzo inerte, puesto más en evidencia en el contraste con Callas. Con nula pasión. Una voz potente, sin problema de tesitura pero que de frialdad, poco le faltaba para defecar mármol.
Di Stefano, con sus problemas en 1957, tenía aún el atractivo tímbrico reconocible en él y un decir apasionado, efusivo que hace de su Enzo un personaje de mayor vitalidad. Cierto es que lo veo empequeñecido ante el titán de Warren y a veces la orquesta lo eclipsa, pero aún así, yo veo este trabajo de estudio suyo, interesante y atendible en muchos aspectos. Pippo 100% en lo bueno y en lo menos bueno.
Una gran versión de estudio, en definitiva, donde el nivel es alto o muy alto...y hoy día inalcanzable.

La escuela operística finesa -la musical, en general, también- me produce una envidia terrible; tienen un número nada despreciable de cantantes y directores presentes en muchos teatros del mundo. pero sobre todo, el grupo de compositores y, sobre todo, como los cuidan, dando a conocer sus grabaciones por todo el mundo y guardando así testimonio de sus obras. Y cantadas en finés, espantando todo tipo de complejos.