Estos días:
1. “Tannhauser”. Siempre me pregunté por qué fue esta la única ópera de Wagner (aparte de las tres “malditas”) que Karajan no grabó en estudio. Comencé a escuchar una versión en vivo, pero no me interesó y lo dejé. La culpa la tuvieron, a la par, el mal sonido y el tenor Hans Beirer, en la línea de los “heldentenor” baritonales y opacos (no los soporto). Le daré una segunda oportunidad, pero no sé cuándo.
2. “Marina”. Cantan De Narké (un Pascual de bella voz y muy bien cantado), Blancas (Roque, bastante bien delineado, aunque con medios modestos), Canale (Marina, bastante bien, si no fuera por la acusada desafinación de los agudos) y Aragall (Jorge, absolutamente sensacional, con una voz bellísima, agudos espléndidos y un fraseo más expresivo que de costumbre). Dirige Frühbeck, cuya versión es más grandilocuente de lo habitual, pero le queda muy bien. Es una lectura “distinta” para mejor.
3. “Il Trovatore”. Cantan Moscona (un rotundo Ferrando), Warren (De Luna, magnífico), Barbieri (una de las grandes Azucenas. Muy bien), Milanov (Leonora, muy bien) y BJörling (Manrico, muy lírico, epro con la suficiente contundencia). Dirige Cellini. En conjunto, una muy buena versión ultraclásica. Me gustaría cotejar mis impresiones con las de los habituales oráculos Celletti y Giudici, pero no los tengo a mano. Cosas del veraneo.
4. La “Aida” de la Netrebko. Sólo la he “picoteado”. Encuentro excelente a Ana, espléndida de voz y muy cuidadosa en la expresión. Se nota que quiere incorporarse a la historia (gloriosa) de este papel. Meli tenía una muy bonita voz de tenor lírico en sus comienzos. Actualmente el timbre está muy desgastado y los agudos abiertos. Un Radamés francamente flojo. Lástima. Estupenda la Semenchuck, con una acongojante escena del juicio. Y discreto Salsi. La producción...pues eso. Dirige Muti.
5. “Proserpine” de Saint Saens (nunca sé dónde se pone la diéresis, y me da pereza mirarlo). Grabada del podcast de Radio Clásica. Supongo que estará todavía. No os la perdáis. Es francamente interesante, con momentos emotivos, como todo el final, y está muy bien interpretada, por una magnífica Gens y unos cuantos desconocidos (al menos, para mí), pero que cumplen estupendamente. Como no es muy larga, al final sobra casi una hora de tiempo, y el bueno de Rafael Banús la rellena con un “Quinteto con piano” y una obra para violín, cello y orquesta. Unos complementos muy operísticos, como veréis.
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