He encontrado una en castellano de un Argentino. Por cierto Simón hablan de los bises en el Colón.
OVACIONES DE ANTAÑO
Bologna, Teatro Comunale, 4 de abrilde 2004. La fille du Régiment, libreto de Saint Georges y Bayard, música de G.Donizetti -Dirección de orquesta: Maurizio Benini. Dirección escénica: Emilio Sagi; escenografía y vestuario: Julio Galán. Intérpretes: Eva Mei (Marie), Juan Diego Florez (Tonio), Bruno Praticò (Sulpice), Annie Vavrille (Marquise) y otros. Coro y Orquesta del Teatro (maestro de coro: Marcel Seminara)
foto Primo Gnani
Toda la tarde parecía transcurrir en el Colón de hace unos cuarenta o treinticinco años atrás. Por el calor del público, por el nivel del canto protagónico, porque no cabía un alfiler, hacía un calor terrible, y hasta incluso al final -contrariamente a lo que hago hace mucho tiempo- me acerqué a saludar al tenor y comprobé con alegría que decirle al primer tenor líricoligero del momento -y peruano- que uno es, entre otras cosas, argentino, le hace brillar los ojos y decir: "Antes o después, voy a cantar en el Colón, no se preocupe". La crítica de esta comedia donizettiana casi podría terminar aquí, por lo que a mí respecta, pero para el que no ha tenido la suerte de asistir hay, al menos, que explicar algunas cosas. La primera es que el público aparece como por encanto y recobra su interés y su entusiasmo cuando -al menos en este repertorio- hay quien cante como se debe. Por supuesto que debe ser buen artista, por supuesto que mejor que todos lo sean y que la puesta sea buena y, si se quiere, "moderna", y que haya un gran maestro. Todo esto no fue absolutamente así, pero bastó que dos le dieran a Donizetti lo que él necesita para hacer brillar la partitura, electrizar el ambiente, justificar cualquier viaje y, de paso, la existencia de un teatro de ópera y del género. Así de sencillo o de difícil.
La protagonista de Eva Mei fue muy buena en el primer acto, de excelentes agilidades,voz incisiva e insual expresividad ("Il faut partir"). Si en la segunda parte se mostró algo menos precisa lo que impide darle el calificativo de inmejorable es esa ligera apatía interpretativa que, justamente en este papel y en la escena del segundo acto, debe tener un brío y una capacidad para la comedia que tal vez posea pero que sólo aparece de modo intermitente. Y Luis Sagi hizo una buena puesta, trasladada a la segunda guerra mundial, lo que les dio un toque de mayor contemporaneidad, dentro de cánones tradicionales (el coro se movió, pero sin demasiada originalidad) y con unos buenos decorados y sobre todo detalles interesantes en los personajes secundarios. Pero tampoco Annie Vavrille -una cantante discreta- dio todo lo que puede como la marquesa. En cuanto a Bruno Praticò me temo que cada vez más hable y "haga de bufo" que cante -en un francés poco ortodoxo- y eso que Sulpice no es especialmente difícil. El coro estuvo excelente en lo vocal y la orquesta es la orquesta del Comunale y con eso se dice casi todo, pero Benini es, como de costumbre, un buen elemento al que le falta vivacidad, brillo, y eso aquí es impostergable: su dirección, ya desde la obertura, fue plana aunque correcta. Mei fue muy aplaudida a telón abierto y al final, y ha sido su mejor función de las no pocas que le he visto en Italia. Pero lo que convirtió en imperdible, inolvidable, antológica la representación fue el Tonio más juvenil, apasionado que he visto, aunque en lo vocal en algún punto gane aún Kraus. Claramente, en la segunda aria, que como el propio Florez reconocía después, es más difícil que la famosísima primera ("Ah, mes amis") por el supremo legato que requiere y que el tenor consiguió muy bien, con un fiato extraordinario, pero sin -aún- la suprema maestría en la media voz del canario. En cambio, todo lo dijo y lo cantó con más entusiasmo y franqueza. Me explico: no sólo por edad, el canto de Florez (y no es ningún "defecto") es más vehemente. Se nota que le gusta cantar y moverse (ejemplar el primer dúo con Mei y su intervención en los concertantes, allí donde otros se ahorran fuerzas y hacen como que cantan sin que se los oiga: no es su caso, y eso que su volumen es, como debe ser, el de un líricoligero). Y cuando llegan los famosos nueve dos los canta como el resto del aria, como si no fueran nada, sin aparente esfuerzo ni ningún ademán que indique al público "miren ahora lo difícil que es esto y lo bien que lo hago". En efecto, nunca me pareció tan "natural" una cosa tan terrorífica. No me suelen gustar los bises, pero pude entender a un público que literalmente aulló y pateó exigiendo la repetición. Cuando la obtuvo (y así los nueve dos fueron dieciocho, como ya había ocurrido en la función anterior), algunos gritaron lo que supongo que a Florez -visiblemente conmovido- le debe de haber sonado como el mejor premio, más que todos los aplausos y los bravos: "gracias". Una palabra que a veces se escuchó en el Colón, por ejemplo, por motivos parecidos. Una palabra que a veces uno emplea demasiado sin mucho motivo, pero que aquí tenía múltiples razones de ser. La primera, haberse puesto incondicionalmente al servicio del compositor, como le he visto hacer cada vez que he tenido la inmensa suerte y el auténtico honor de escucharlo. 31 años tiene este caballero de la lírica. En 2008 tendrá 35 y el Colón cien. ¿No sería una buena ocasión? Algunos la merecen. Por empezar, él.
Saludos
|