Bohuslav Martinů - The Greek PassionNina Stemme (Katerina), Christopher Ventris (Manolios), Esa Ruuttunen (Grigoris), Egils Silins (Fotis), Adrian Clarke (Kostandis), John Daszak (Michelis), Douglas Nasrawi (Panait) Anat Efraty (Lenio).
Wiener Symphoniker, Coro de cámara de Moscú y coro infantil de la Bregenz Musikhauptschule.
Dir. mus.: Ulf Schirmer. Dir. esc: David Pountney y Stephan Lazaridis.
Festival de Bregenz, 1999.Tremenda la actualidad de esta ópera basada en una novela de Nicos Kazantzakis en la que la llegada de un aluvión de refugiados pone a prueba / en evidencia los valores supuestamente cristianos de una comunidad. El vídeo tiene el interés añadido de recoger la representación que el Festival de Bregenz produjo en 1999 a partir de la primera versión de la ópera, que Martinů vio finalmente rechazada por el Covent Garden y que rehizo posteriormente para su estreno definitivo en Zúrich, revisión que es la que se había venido grabando desde entonces (Mackerras, Bĕlohlávek).
Quizás no sea esta versión “londinense” la más recomendable para un primer acercamiento a
The Greek Passion. La posterior reelaboración de Martinů, que no he escuchado en su integridad, dio a la obra una mayor fluidez dramática y musical, agilizando algunos pasajes de la segunda parte y eliminado unas cuantas intervenciones habladas o en parlando, en especial las de los personajes que ejercen de narradores. A juzgar por los fragmentos que he comparado, la orquestación de la versión definitiva es también más elaborada, aunque quizás se perdiera por el camino el áspero efecto de algunos momentos en que las voces están apoyadas por la intervención de instrumentos solistas o en pequeñas agrupaciones. En cualquier caso,
The Greek Passion es una ópera que merece la pena conocer, con independencia de que se prefiera una u otra partitura.
La puesta en escena de Bregenz tampoco ayuda demasiado a "meterse" en la obra. Técnicamente impecable y bastante fiel a las indicaciones escénicas originales, resulta, en mi opinión, excesivamente solemne y ceremonial; el terrible drama humano que se cuenta se convierte por momentos en una especie de auto sacramental tan hierático como un icono bizantino. Desde el punto de vista musical, en cambio, la interpretación es notable, encabezada por una pareja de garantía, como son Christopher Ventris y Nina Stemme. Entre los secundarios también hay algún otro nombre interesante, como John Daszak, el éxitoso Loge del último Bayreuth. Bastante más flojas, a mi juicio, son las voces graves del elenco (Ruuttunnen, Silins) que representan a las “dos Iglesias” en disputa. Tampoco me ha acabado de convencer (¡y eso que son rusos!) la sección grave del coro, de gran protagonismo a lo largo de la obra. La Sinfónica de Viena hace un buen trabajo, aunque tengo mis dudas de que Ulf Schirmer sea el director ideal: esa lectura todo legato, volcada en empastar la tímbrica orquestal y un poco timorata en los ataques, funciona bien cuando la obra suena a Smetana o a Strauss, pero no tanto en los pasajes de clara inspiración folclórica y menos aún cuando Martinů introduce sus características alteraciones rítmicas y su nervioso desequilibrio entre secciones, como ocurre en toda la secuencia de la muerte de Manolios.