R. STRAUSS - Die schweigsame Frau (Múnich, 1971)Apenas frecuento esta ópera, que no me parece de las mejores de Strauss desde el punto de vista musical, pero que sí tiene pinceladas del genio straussiano y más interés dramático del que hace creer su apariencia bufa. Precisamente por eso tenía ganas de ponerme con alguna versión en vídeo y ahí está Youtube para satisfacer el capricho, aunque sea en una reproducción de sonido mejorable y escasa definición.
La puesta en escena es una de esas que joseluis calificaría de “magníficas”; o sea, muy tradicional. Supongo –por fecha y lugar- que estará a cargo del entonces todopoderoso Günther Rennert. Aunque demuestra oficio, exhibe claridad narrativa y mueve bien a los personajes, es incapaz, desde mi modesto punto de vista, de transmitir el poso –amable, pero amargo- de la obra; en concreto, el escenario único de la casa de sir Morosus sirve eficazmente para distribuir las idas y venidas de los trapaceros que rodean al protagonista o la revolución mobiliaria que introduce Timidia, pero desaprovecha cualquier atisbo de sugerencia sobre lo que en el fondo es un enclaustramiento traumático, tal como lo plantea el libreto de Stefan Zweig.
Entre los intérpretes, es Kurt Moll quien mejor sabe ver y cantar los claroscuros de la obra, sin descuidar por supuesto la comicidad de brocha gorda, un poco en la línea de su inolvidable recreación del barón Ochs en
El caballero de La Rosa. Puede competir ventajosamente con otros Morosus, como Böhme o Hotter, y su aria final deja un gran sabor de boca. No se puede decir lo mismo del tenor que interpreta al sobrino, un Donald Grobe correcto pero insuficiente en sus momentos más comprometidos y en todo caso incapaz de alcanzar el nivel de Fritz Wunderlich en la referencial grabación de Karl Böhm. Aminta / Timidia es Reri Grist: aquí mi término de comparación es Hilde Gueden y, aunque el timbre de la norteamericana es bastante más ingrato, creo que gana si valoramos compromiso y recursos expresivos. El tercer miembro norteamericano del reparto es el barítono Barry McDaniel, cantante de buena escuela y simpático caracterizador del personaje del barbero. En el resto del elenco destaca la presencia de Martha Mödl, como ama de llaves: las inflexiones en sus frases, las miradas y el dominio escénico de la gran artista crean una trama paralela más que evidente sobre las relaciones entre la viuda Zimmerlein y sir Morosus.
Por último, una consideración crítica hacia alguien a quien considero buen músico y competente orquestador: el director Wolfgang Sawallisch. Aquí sí que la comparación con el gran Karl Böhm deja la distancia en evidencia. No es solo cuestión de orquesta: nada puede competir con la cuerda de la Filarmónica de Viena, pero la orquesta de la Bayerische Staatsoper no es moco de pavo. Lo que ocurre es que herr Sawallisch solo se interesa por la narrativa y por el efecto, sin entender –a mi juicio- el enorme recorrido que va de la pieza original de Ben Jonson al toque vienés del dúo Strauss-Zweig. La batuta de Sawalisch apenas sabe de matices, no regula las tensiones y cae a menudo en la precipitación. Todo ello se capta –insisto- cuando uno tiene en la memoria la dirección de Karl Böhm, un descubrimiento que debo al forero Wanderer, al que tanto echamos de menos.