Gino escribió:
Efectivamente, la Lady es un ejemplo extremo de esas exigencias contrapuestas. Desde la tremebunda escritura "concitata" hasta la filigrana del do# en piano, por no hablar de que la tesitura toca zonas graves incomodísimas para la soprano o del abundante uso de la coloratura di forza. Hay que tener una voz de acero pero ágil.
Y la abundante e intrincada coloratura del brindis del acto II. Una agilidad "aparentemente" di grazia, pero que transmite la agitación e inquietud del personaje, que intenta disimularla con la supuesta alegría y desenfado del brindis. Todo ello, conforme se producen las alucinaciones del esposo ante el espectro de Banquo.