4. NABUCODONOSOR II EN LA BIBLIA.Los profetas se hartaron durante años en anunciar a sus paisanos que si no se acercaban de nuevo a Yavé les esperaban tiempos difíciles. Isaías ya hablaba del “peligro de oriente” (algo así como el hombre del saco) y que padecerían un duro “cautiverio de setenta años”. No hicieron mucho caso y al final vino el tío Nabuco con las rebajas. Fueron dos invasiones, la última de las cuales terminó con la destrucción del Templo de Salomón, el saqueo de los objetos sagrados y la deportación casi total del pueblo hebreo.
Este exilio dejó profunda huella en la memoria judía, a pesar de que no fueron setenta años sino 58 para los primeros prisioneros y 47 para los últimos. La profecía nunca fue una ciencia exacta. Pero fue el invasor que destruyó su identidad física y casi la espiritual.
Aunque se nombra al rey caldeo en varios libros de la Biblia, en donde más se habla de él es en el del profeta Daniel. Un libro más apocalíptico que profético, muy simbólico y hasta poético, realmente uno de los más apasionantes de Antiguo Testamento. En él aparece Daniel como un protegido del rey, gracias a haberle adivinado e interpretado un sueño que los magos del lugar no supieron hacer.
En uno de esos sueños, Daniel le aseguraba a Nabucodonosor que Yavé iba a castigarle por su arrogancia y que durante siete años se comportaría como un animal, enloquecido y viviría entre las bestias, olvidando su grandeza. Y así fue. Pasado ese tiempo, recobró la cordura y rindió pleitesía a Yavé. Precisamente algo de esto ocurre en la ópera, ya lo veremos en el argumento.
Ah, tanto Abigaíl como Ismaele y Zaccaria, que salen en la ópera, son personajes bíblicos pero no aparecen en la época neobabilónica: la primera fue una esposa del rey David, el segundo hijo de Abraham y hermano de Isaac y el tercero un profeta.
5. NABUCODONOSOR II EN LA HISTORIA.Todos lo que no hemos estudiado en la ESO, incluso alguno que sí lo haya hecho, sabe quién es Nabucodonosor. Y si no, lo sabe por Matrix. Fue el rey más importante del segundo Imperio Babilónico o Imperio Neobabilónico (siglos VII-VI a.C.) Aunque la Biblia lo pone como un soberano cruel y sanguinario, que arrasó Jerusalén y confinó a los hebreos a una terrible esclavitud en Babilonia, la Historia nos cuenta otra versión algo más amable, más condescendiente con sus súbditos y esclavos, que eliminó algunos privilegios de las clases funcionariales y sacerdotales, como el pago de tributos. Además, embelleció Babilonia con jardines, canales, puentes, acequias y obras monumentales. Incluso la nobleza hebrea llegó a ocupar cargos de relevancia en la Administración Nabuco.
Su imperio abarcó Asiria, Mesopotamia, Palestina, hasta las mismas puertas de Egipto… Para evitar revueltas en estos lugares, que aunque ya propios se consideraban extranjeros, Nabucodonosor ejecutó una política de deportaciones, sacando a las personalidades más notables de sus respectivas ciudades (políticos, sacerdotes, generales) confinándolas en ciudades babilónicas. Precisamente la gran capital fue el destino, por dos ocasiones, de los hebreos (años 597 y 586 a.C.), tras destruir su templo y la ciudad de Jerusalén. Sólo quedaron allí las clases más bajas: agricultores, ganaderos, artesanos, directores de escena…
A su muerte, en el año 562 a.C. el imperio empezó a tambalearse hasta que cayó en el 539 por las tropas del rey persa Ciro el Grande, que permitió a los hebreos volver a su tierra de origen. Y tan impresionado quedó con Babilonia que no la destruyó.
Bueno, ya pasó.