Khayman escribió:
No descubro la pólvora si
me defino tan afín al barroco como ajeno a la ópera francesa en general. Peeeero hemerotecas mandan y esto decía uno en octubre del 2010
Khayman escribió:
http://open.spotify.com/album/4DaFP8TaJzSZu01XRLQiUE¿Y esta monada cómo se me ha pasado por alto hasta ahora?
Abriré bien mis orejotas maese Ecclitico.
Un sin vivir, ¿no? Si amas la ópera barroca francesa, que sé bien que sí, amas la ópera francesa.
Sigo considerando la versión que muestras la referencia para esta ópera. Al final explicaré por qué.
LA OPERA BARROCA FRANCESA: UN PUENTE ENTRE EL PASADO Y EL FUTURO A raíz de los comentarios, siempre interesantes, de los foreros sobre la ópera de Rameau, y especialmente de gakugeki (transparencia y felicidad, y qué hermoso lo de la melancolía pugnaz y esperanzada) y musetta (pesadez de la ópera de Rameau), en los que ambos tienen su parte de razón, hay que señalar que en cierto modo, Rameau, que vivía por y para su arte y que parece verse mezclado en polémicas en las que no se sentía cómodo, fue atacado desde puntos de vista parecidos con fruición, consecutiva y contradictoriamente, y veremos más adelante por qué.
La ópera barroca francesa nace ligada estrechamente a un género,el
ballet de cour, una consecución de
entrées (actos) danzados, representando cada uno de ellos un tema alegórico, en el que participaba la propia corte, como protagonista y espectadora del divertimento. Pese a los esfuerzos de Mazarin de introducir la ópera italiana en Francia, los franceses permanecen fieles a su género, por lo que Mazarin sugiere una mezcolanza de géneros. (Lully, en 1660, introduce números de ballet en los entreactos del
Xerxe de Cavalli y en 1662 estrena
L’Ercole Amante de consuno con éste).
Simultáneamente, Lully trabaja con Molière en la creación de un nuevo género, la comedia–ballet, consistente en una mezcla de texto hablado, danza y canto, siendo quizá la obra maestra de este teatro experimental
Le Bourgeois Gentilhomme. Al mismo tiempo, Perrin teoriza sobre la posibilidad de cantar el teatro francés a la manera italiana, lo que conduce a la creación de la
Académie y al primer fruto de este sincretismo:
Pomone, con música de Robert Cambert, consigue un éxito brutal en 1671 y abre las puertas a la Tragedia Lírica Francesa.
Lully, que tres días antes había negado la posibilidad de una ópera francesa, aprovecha la prisión por deudas de Perrin, y con dos o tres intrigas maestras deja a Molière con tres palmos de narices y se convierte en el dueño y señor de la música francesa, ostentando el cargo de director del único Teatro Lírico autorizado en Francia:
L’Académie Royale de Musique. Estamos en marzo de 1672. Se alía con Quinault, libretista de mérito, e instaura una forma de entender la ópera que dominará Francia hasta la “traición” de Rameau.
La Tragedia Lírica es, ante todo, una Tragedia. En cinco actos, precedidas de un prólogo
ad maiorem gloriam del monarca de turno, respetaba los usos de la Tragedia Clásica Francesa con las aportaciones de Quinault: temas extraídos de la mitología greco- romana o de las novelas caballerescas, diálogos galantes poniendo en danza amores contrariados por el destino,
deus ex machina, magnificencia en los decorados, trajes y efectos visuales y sonoros y un divertimento en forma de ballet al final de cada acto.
Lully también impone sus reglas: la obertura a la francesa (lento y solemne – rápido y nervioso), una manera de mezclar el recitativo y el aria sin distinciones claras, con un ritmo marcado por la peculiar prosodia francesa, un determinado color orquestal que evoluciona muy ligado a la acción, gracias a la alternancia del continuo y el contingente orquestal, con alambicados adornos de los vientos y uso contundente de la percusión, el abundante uso de un coro mixto a cinco voces, una distribución de voces que caracterizan tipologías de personajes y alternancias de danzas y arias en los ballets.
Difícil equilibrio entre dramaturgo y compositor, entre maestro de baile y director de escena, un espectáculo total, el
Gesamtkunstwerk avant la lettre. No hay que olvidar que incluso en la época de Rameau, el nombre del libretista se situaba delante del compositor. Nosotros ,pues, disfrutaremos del
Zoroastre de Cahusac y Rameau.
La ópera francesa, entonces, en su intento de liberarse de la influencia italiana, acude a las fuentes de Peri, de Monteverdi, en el prólogo moralizante, el recitar cantando, la continuidad dramática, la integración de todas las artes, el respeto a la letra, el entronque con la Tragedia Griega. Deviene, pues, más italiana que la ópera hecha en Italia en la misma época, que emprende en ese momento otros derroteros.
Cadmus et HermioneSeguiremos informando…