Fans de Manolita
Creo que en el post de Peter Quint hay algo muy bonito y que además es una enseñanza valiosa para que esto de los foros sea divertido e incluso instructivo.
Cuando en el siglo XVIII no se conocía con exactitud el 80% del territorio de Rusia, o a principios del XIX no había ni una edición crítica de Tácito, el positivismo tenía algún sentido. Si ya hay mapas detallados, no tiene sentido hacer un camino para comprobar que todas las indicaciones del mapa son correctas. Ante eso sólo podemos hacer dos cosas, quedarnos en casa y deleitarnos mirando mapas, o salir afuera, relativizar los mapas, e incluso correr el riesgo de perderse. Importa la vivencia del camino, y eso es único, personal y efímero. Creo que no hace falta que aplique la metáfora a la ópera.
Hace 20 años, cuando una grabación valía
8000 pelas, las bibliotecas casi no tenían discos y no había internet, el mapa podía ser utilísimo. La técnica ha hecho que perderse ya no sea tan grave, materialmente. Si me hubiera gastado la paga de dos meses en
estoyo también me cagaría en el relativismo.
La inmensidad de las posibilidades, lo infinito de la historia de la ópera y de su discografía nos da miedo y buscamos seguridades. La clave es entender que la tradición, los ránkings discográficos, las grabaciones de siempre, con mejores o peores razones, también son un camino personal. Lo malo es que es el camino
de otro o de otros.
Esto es una afición, no una ciencia, no hay más compromiso que el que debemos a nuestros gustos y a nuestro criterio. Claro que hay verdades, claro que todos podemos destrozar técnicamente una interpretación o alabar otra, claro que la técnica de Sena Jurinac es inmensamente mejor que la de Magdalena Kozena, pero a veces eso tiene muy poco que ver con la experiencia profunda de la ópera.
Se puede hablar de técnica, de estilo, de interpretación, de composición, de intrumentación, hay bases sólidas para discutir sobre todo. No estamos perdidos en el relativismo. A mí me encanta discutir y saber que hay seguridades, puntos en común con las personas con las que discuto, apoyos sobre los que construir la conversación. Pero hay un lugar que es ajeno al debate, que es sólo nuestro. Los recuerdos, las sensaciones, todo lo irracional que asociamos a una grabación, a una ópera, a un cantante, a una nota. Eso es nuestro camino, lo verdaderamente insustituible, para mí, la esencia de esta afición.
Me he ido un poco, pero creo que respondo a lo que hay debajo del post.
Yo también tengo muchos asímeloaprendíyo. El más importante tiene que ver con una forma general de entender la ópera. La primera vez que escuché las Bodas de Fígaro fue con el vídeo del Met, con Bartoli, Terfel y Fleming. Mi primera Manon fue el dvd del Liceu con Dessay y puesta de McVicar. Mi primer Don Carlo fue en francés y con el dvd de Pappano, con Van Dam y puesta de Bondy. Mi primer Rosenkavalier fue el dvd de Kleiber, con puesta de Otto Schenk, y mi primer Boris, el del Liceu, con puesta de Decker. Lo que quiero decir es que mi primer contacto con muchas óperas hoy muy importantes para mí fue en dvd. Y aunque escucho más que veo, me aprendí la ópera como algo total, en la que el director de escena no es un iluminado, sino un artista más del reparto que ha sido fundamental para mi relación con la ópera.
Y también aprendí la ópera como una lista abierta de infinitas posibilidades y no como un repertorio inicial de 100 títulos que se deben escuchar antes que nada. A día de hoy, después de varios años de afición, sigo sin haber escuchado nunca enteras Siegfried, Manon Lescaut, Sonnambula, Semiramide, Ariadna en Naxos o Alcina, y sí he escuchado títulos mucho menos frecuentes. Supongo que es un signo de mi generación, ni mejor ni peor, pero también me lo he aprendido así e influye mucho en mi forma de vivir la ópera.
Ya en cosas más concretas, casi siempre he tendido a entrar en las óperas nuevas con grabaciones más o menos modernas. Mi Tannhäuser es Seiffert (o en el corazón, Kollo) y no Melchior, mi Felipe es Van Dam y no Christoff, mi Manon es Dessay y no Victoria, mi Mariscala es Lott y no Schwarzkopf, y mi Mozart es más Jacobs que Böhm. Y la primera audición de una ópera, como el ejemplo de Loge, es imborrable, sobre todo si te gusta. Y eso tiene que ver con lo que decía antes del camino y todo eso. Podría defender fácilmente que Melchior es mejor Tannhäuser que Kollo. Pero al final, qué sentido tendría, ya lo sabemos