Ante todo, me interesa un teatro que no ofrece interpretaciones, sino que sugiere coincidencias, y luego las libera. Soy partidario de una cierta distancia respecto a los sentimientos: prefiero los movimientos que se dan bajo la superficie, y no los estallidos de emoción que son expuestos ante la mirada del público.

Mi trabajo guarda distancia para permitirle al espectador reflexionar. Propongo diversas ideas, diversas direcciones, diversos sentimientos y diversos estilos de interpretación. Pero preservo siempre una cierta separación con respecto a lo que se dice o a lo que se hace. Intento no imponerle nada al público. La interpretación es un asunto del espectador.

En la ópera, yo no podía escuchar. La ilustración de la música me distraía hasta tal punto, que tenía que cerrar los ojos para conseguir escuchar algo.

Yo no le he visto ninguna en el teatro. Su fama le precede, así que supongo que será tara mía que no me guste ni su Rigoletto con Pavarotti, Gruberova y Wixell (hablo de la puesta en escena y la dirección de actores) ni ese mini-engendro sobre Sevilla que rodó al servicio de mi querido Domingo .

En lo que se refiere a ese Rigoletto, no niego la belleza de las localizaciones en Mantua, pero, desde mi punto de vista, hay escenas que un director no puede dar por buenas, decir "corten", y todos a casa: la Gruberova cantando mientras parece que olfatea la lluvia con los ojos cerrados en la escena de la tormenta; Wixell cargándose las cortinas de la cama mientras Gilda trata de alcanzarlo y se tropieza (a lo toma falsa), etc.

Seguro que en el teatro era distinto. No le niego otros méritos, pero la dirección de cantantes-actores...

Me convertí en regista después de haber trabajado mucho tiempo como escenógrafo y entender que no podía hacer teatro como yo me lo imaginaba. Demasiadas divergencias y malentendidos con los registas, hasta el punto de no poder responsabilizarme de mi propio trabajo. Por eso, decidí aceptar sólo encargos que me concedieran la responsabilidad sobre todos los aspectos de la producción.

Considero como la parte esencial de la construcción de un concepto el análisis profundo de la partitura, no sólo de su reducción para piano, sino de la partitura operística. Hay ciertos compositores, como Mozart, en cuya obra la técnica compositiva resulta de capital importancia para el regista.
Por ejemplo, la elección de una tonalidad es ya una indicación sobre afectos muy concretos o sobre la psicología de una situación. La manera como fluye una modulación en Mozart contiene en sí, de hecho, toda la dirección, la iluminación, el decorado y el vestuario. A través de mis conocimientos sobre la partitura filtro también el libreto, y lo que obtengo como resultado constituye la base de mi concepto general.

Según mi experiencia, cuando se da en una misma persona la unidad regista/escenógrafo, el que sufre más es el escenógrafo. Lo que me interesa ante todo es el concepto, la realización de la obra. El análisis dramatúrgico de la obra en cuestión es fundamental. Este modo de proceder conlleva una ventaja que no debe ser subestimada.: si uno sólo es escenógrafo, uno tiende con demasiada facilidad a trasladar el concepto general al terreno de lo gráfico. Y por eso puede suceder que el decorado acabe no siendo más que una ilustración redundante del concepto. Eso es algo que me gustaría evitar.
El tiempo que uno invierte en la construcción de un concepto, en el acabado de boceto para los decorados y el vestuario, en los dibujos técnicos, supone naturalmente cientos de horas al año. Sin embargo: cuando un escenógrafo tiene que dibujar bocetos para convencer al regista, o para explicarle qué efecto van a producir sus propuestas, pierde más del 50% de su tiempo en un trabajo sin sentido.
Esta fase de los bocetos, puedo saltármela con toda tranquilidad (a no ser que se trate de decorados pintados), dedicándome a los dibujos técnicos que envio inmediatamente al taller. Este sistema me ahorra mucho tiempo. Diría que incluso necesito menos tiempo para hacer dirección y escenografía juntos que cuando trabajaba como escenógrafo para otros directores.