El pasado 9 de octubre, y prácticamente como si nada hubiera sucedido (lo cual es un indicio de lo que la música supona para nuestro país), falleció el maestro Josep Soler, uno de los compositores más importantes que ha dado España en los últimos dos siglos. Aunque no sólo fue eso, sino también un destacado escritor, pensador y teórico de la música.
Miembro fundamental de la Generación del 51 --integrada por compositores nacidos entre 1924 y 1938, y a la que pertenecieron insignes nombres como Luis de Pablo, Manuel Moreno-Buendía (aún vivo), Antón García Abril, Cristóbal Halffter, Carmelo Bernaola, Ramón Barce, o Manuel Blancafort--, a Soler debemos el haber incursionado abundosamente en el género musical que da sentido a este foro: la ópera. El hecho tiene un enorme valor, especialmente si consideramos el fracaso de todos los intentos que los músicos españoles hicieron a partir del siglo XIX para crear una ópera nacional, y denota la fe que el compositor fallecido tenía por este género maravilloso.
Si escribir, así, en general, en España es llorar --podríamos decir reinterpretando a Larra--, piensen ustedes lo que significa escribir para el teatro lírico, en un país que no ha destacado, precisamente, en el campo musical como sí lo ha hecho en otras artes.
En fin. Gracias por todo, maestro Soler (y espérenos muchos años, allá donde se encuentre).