-Sobre este tema, reproduzco un interesante párrafo de Joaquín Sagarmínaga en "MItos y Susurros" en el capítulo correspondiente a Christa Ludwig:
"EL arte de Christa Ludwig, consciente o no de ello, reunía lo mejor de cada viñedo. Era alemana por nacimiento, vienesa de adopción y por secreta emulación era casi italiana. Alemania dota a las voces de disciplina y resistencia, desarrolla la calidad del médium, y lleva a veces, aneja una humildad que hace que las figuras germanan acepten cantar pequeñas partes en un gran reparto o en una grabación, cosa que un latino jamás haría. Austria, por su parte, les confiere un amayor efusividad y cercanía, añadiendo las atractivas resonancias palatales (que excluida, Checoslovaquia, apenas se observan en ningún oro lugar). La técnica italiana en fin, redondea las notas altas y les confiere firmeza, y su proyección no ha sido igualada en ninguna otra latitud, pues extrae su resonancia de los puntos más elevados de la máscara y, cuando es una verdadera técnica italiana, ablanda toda la voz, la dulcifica y hace durar. El caso sincrético de Ludwig, a quien solo desde posturas perezosas cabría considerar una cantante alemana a secas, evidencia un tipo de navegacion fluidísima, casi sin trabas, que la hace beneficiaria- por decirlo gráficamente- de las ventajas de un triple pasaporte berlinés, italiano y vienés, según se haga referencia al nacimiento, a la técnica o estilo, los cuales se complementan entre sí, sin contradecirse nunca, dando lugar a un feómeno sin apenas parangón en la historia del canto.".
-Sobre Rubini, Celletti en "Voce di tenore" reproduce la que califica como más exacta descripción de su voz (a cargo de Paolo Scudo): "Las notas graves y centrales de Rubini hasta el mi en cuarto espacio (mi 3) no tenían demasiada sonoridad. Era a partir del fa 3, cuando la voz se volvía rica, vibrante y cálida. De pecho, Rubini alcanzaba hasta el si 3. Después, de estos sonidos "potentes y viriles", se pasaba, con un magistral cambio de registro, al sonido velado y dulce del falsettone. Esto provocaba un efecto de contraste con el que Rubini le gustaba jugar. Era dominador de la respirazcón y maestro del control del fiato. La agilidad era notabílisima, pero a veces, las vocaliaciones eran tan veloces, que comprometían la nitidez y la pureza. Poseía un estupendo y resplandenciente trino a voz plena y siempre interpolaba uno sobre el la natural agudo en "Il mio tesoro" de Don Giovanni".
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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