No soy experto en la obra de Donizetti (como para serlo!
), pero Lucrezia me parece un techo musical y dramático de toda una generación de compositores. La inteligencia del libreto (ese duo entre Alfonso y Lucrezia, -La Borgia soy yo y tú sólo mi cuarto marido; -Sí, pero yo soy el hombre y el poder y tú sólo mi mujer y un apellido), la energía, la economía de medios, la autenticidad de la acción, el bellísimo lirismo del
Di pescatori, la preciosa amistad entre Gennaro y Maffio, y la genialidad de teñir de colores italianos el
Maffio Orsini signora son io, a modo de un tapiz corrido de la sangrienta historia de Italia, la hacen una de mis óperas belcantistas favoritas. Hacia tiempo que no la escuchaba de seguido y la he disfrutado muchísimo.
Gruberova empieza muy bien, dentro de la decadencia lógica y el amaneramiento al que se ha acomodado ella misma (con el beneplácito de su público). Especialmente brillante en el primer duo con Gennaro, acentuando los modos maternos ante la imposibilidad de sostener creíblemente la ambivalencia del libreto. Fierísima en la escena con Alfonso y el veneno, y derrumbe total en el último cuadro. Sobrepasada por la tesitura, con una grave áfono y cuesta abajo y sin frenos en lo dramático. Es una pena el pinchazo, porque hasta ahí la interpretación era notable. Supongo que fue una mala noche, pero no puedo quitarme el sabor a decepción.
Breslik juega bien con su bonito material de tenor ligero, aunque la falta de metal y la incapacidad para hacer un verdadero paso lo alejan de entrada del belcanto. Sin embargo canta con mucho gusto, acentúa con propiedad y logra hacer un personaje carne, un Gennaro de 17 años. Vassallo horrible y Alice Coote pelea su Maffio aunque no se puede hacer mucho más con ese material, liberado sólo arriba y afónico, trucado y forzado en el centro y graves.
La puesta de Loy me ha gustado mucho, aunque me esperaba mucho más. No entiendo las críticas porque no hay nada en contra del libretto, ni dramaturgia paralela. Con un lenguaje minimalista, perfectamente asumible, Loy subraya y potencia lo que ya está en el libreto y la música. Su punto más brillante es la caracterización de Lucrezia (magníficos figurines!), primero como madre en Venezia, curando la herida de Gennaro; como mujer político en Ferrara (con ese look a lo garçon y un lenguaje gestual más agresivo pero sin perder los quilates de la estirpe, frente a un Alfonso de pobre linaje, mediocre y con tirantes); y como monstruo asesino en el baile. Inquietante y a la vez tierna la caracterización de Gennaro como un adolescente que no puede crecer, con su grupo de pijos peterpanescos y rebeldes. Creo que cualquier amante de esta ópera puede asumir este montaje, al que lo único que le falta, en mi opinión, es llevar un poco más allá sus ideas.