Siendo mi favorito, el único, yo señalaría todos, pero prefiero ser objetivo:
Romeo no es para él, aunque su aria me acojone. Pese a su mediocre francés, Don José si es una creación por apasionamiento y autodestructividad de su recreación, como en los veristas Canio y Turiddu: pero como son obras cortas y canta relativamente poco no las tengo en cuenta.
Vestido de vaquero no me lo creo, y además Fanciulla para mi es una obra pesante, mediocre y escasamente atractiva. Su mezcla de poeta y guerrero como Cavaradossi ya es otra cosa, aunque pueden gustar encarnaciones más puramente líricas. Y su Calaf, héroe brillante y plano como todos los verdaderos héroes, es, simplemente el único que hace justicia al rol, quizás porque no era la matización ni la sutileza el plato fuerte del de Ancona.
En Verdi representa los más ardorosos y batalladores galanes que imaginarse pueda: Radames, Manrico, Don Alvaro y Ernani, sobre todo el segundo y el cuarto, son demoledores, aunque quizás me incline más por el héroe de Victor Hugo que por el de García Gutiérrez.
En menor medida, Enzo es un hermano menor de los anteriores, y el donizettiano Poliuto, a medias entre celoso e iluminado, un antecesor gracias a su enfoque: el aria del segundo acto, para la historia.
Y queda Chenier: poeta, revolucionario, enamorado, soñador, militar, nato a Constantinopoli... Cualquiera se cambiaría por la Legray para morir junto a él (pero prescindiendo del tocado).
Objetivamente su mejor papel es Calaf. Pero como yo no soy objetivo ni pretendo serlo me quedo con Chenier.
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