La entrega total de Martha se agradece aunque esta misma causó aunado con el hecho de no tener una voz adecuada para el repertorio y una técnica quizá no privilegiada, su deterioro tan temprano. Antes me parecía imposible de oír, porque si nos ponemos "puntillosos" encontramos mil errores u horrores en Mödl, tenía una voz poco privilegiada tal vez lo más correcto sería decir horrenda, gutural, emisión imposible... pero lo que la hace diferente y por lo que tiene mi admiración (ya que no todo es sólo la voz pese a lo que muchos profesen) es que tenía un talento dramático de primera categoría, a mi ver más natural que contemplativo, esta señora sabía hacer que esa voz tan desagradable tuviese la entonación adecuada (Kundry nunca ha sonado igual por ejemplo) y lo daba todo, hasta el punto de que nunca te deja indiferente, grandísima nuestra Martha Mödl.
En ese Tristán de Karajan encontramos una de las encarnaciones más apasionadas de la obra y eso ya es mucho decir, es curioso como todo en conjunto funciona, por lo menos para mí, si tomamos en cuenta de que ninguno de los protagonista tienen voces adecuadas con excepción de Weber y Uhde, ni Hotter me parece que esté de maravillas (algo raro en él) recordemos que el papel de Kurwenal es para barítono lírico (y no para Bajo-Barítono) al puro estilo del Divino Janssen
, la Isolde de Mödl con su emisión tan particular que con anterioridad me llegaba a molestar aquí está de una pasión que no te puede dejar indiferente, y Vinay que esta vez pasa la prueba (sin comparárse con un Melchior ni por asomo), la verdad no molesta como si sucede con otras encarnaciones suyas (dícese su Otello, Siegmund o Parsifal, otras tantas...) y le sumamos la insuficiente Brangäne de Malaniuk, uno no deja de sorprenderse como esta función es tan grande (antes era un escéptico de la misma), como siempre el primer Karajan me resulta más emocionante (por lo menos en repertorio wagneriano) y aquí la muestra más perfecta.