Al final va a resultar que estamos más de acuerdo de lo que parecía. Su definición de estilo brahmsiano la firmo y rubrico. En especial me ha gustado:
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soy reacio a escribir nostalgia porque ese sentimiento emana del recuerdo de algo perdido y a mí Brahms me sugiere más el deseo por algo que no se ha llegado a disfrutar.
Que no será un análisis rigurosamente musical, pero describe a la perfección las sensaciones que yo mismo tengo y se ajusta a lo que sabemos de la personalidad de Brahms.
En cuanto a los directores, también coincidimos en casi todo. Lo que escribe sobre la introspección y el autocontrol del hamburgués es el principal motivo por el que no cité nombres como Karajan o Bernstein, que por otra parte tienen versiones extraordinarias. Furtwängler es referencia obligada de una aproximación en las antípodas de Toscanini con la que muchos “aprendimos” a Brahms. Barbirolli y Celibidache son dos músicos muy personales y creo que el primero es un brahmsiano para reivindicar. De Bruno Walter no recuerdo haber oído nada, pero sus formas encajan con lo que espero en una sinfonía de Brahms. En lo único en que discrepamos es en la valoración de Giulini, probablemente el más afín a Toscanini de los citados, pero que a mi modo de ver sí consigue un equilibrio entre arquitectura clásica (prefiero este término al suyo de “monumentalidad”) y expresión contenida.
La conclusión, sin embargo, es que me mantengo en mis trece. Prefiero a cualquiera de ellos antes que a don Arturo como intérprete de Brahms. Incluso en las buenas versiones enlazadas, la ejecución de Toscanini no acaba de hacerme sentir
con Brahms, los matices son demasiado sutiles para elevar o profundizar un discurso en trayectoria, por decirlo así, como determinado desde el comienzo. Esa falta de naturalidad la noto, sobre todo, en las largas ligaduras de expresión que son seña de identidad del lenguaje brahmsiano y que las secciones de cuerda dirigidas por Toscanini suelen resolver de manera un tanto forzada, a mi modo de ver. Lo cual no impide disfrutar del talento del maestro, más aun si se cuenta con un cicerone de categoría, como es su caso.