Antes de pasar a comentar el concierto de música contemporánea que oí ayer en el Auditorio de Zaragoza quiero hacer una pequeña confesión personal. Debe ser que hoy tengo el día “manifiesto”
Cuando oigo a Händel, Mozart o Verdi, compositores a los que tengo gran aprecio, muchas veces siento una gran emoción, algo que me llega al corazón y me hace feliz. Pero siempre he sentido que esa música, aunque tiene unos valores intemporales, no es mi música, no es la música de mi tiempo. No sé si me explico. No es que no me guste, la adoro, pero no me da la sensación de ser algo mío. Ayer, al oír una composición que era estreno absoluto de un joven (no llegaba a los 30 años) compositor presente en la sala, me di cuenta, más allá de que me gustase la obra más o menos (que me gustó mucho) que era música echa en mi tiempo, con sonoridades, texturas y forma que tiene que ver conmigo, con el mundo que me rodea.
Y eso lo siento a partir de compositores que trabajaron después de la Gran Guerra y sobre todo en autores que han ido innovando y cambiando la manera de componer. Hay cosas que me llegan más y otras menos, e incluso cosas que no me gustan en absoluto. Pero todo me suena a mi tiempo. Eso es para mi el “lado oscuro”.
Paso ya al concierto de ayer. El programa tenía como eje la escuela vienesa y sus influencias. Todas las obras, incluso el estreno, tenían ese hilo conductor.
La primera “….aus freier Lust…verbunden…” (algo así como “por libre deseo… unido”) es una obra escrita por el austriaco G.F. Haas por encargo del ensemble Klangforum de Viena. El concepto es ese, el de ensemble: varios solistas que tocan diez solos a la vez formando el conjunto. Interesante sin más y descubrimiento por mi parte de instrumentos como la flauta bajo y el clarinete bajo.
Muy atractivo el concierto para viola de F. Cerha que, como dijo mi apreciado delaforce, fue el compositor que completó Lulú de Berg. Sonoridades muy impactantes, colores definidos y una excelente interpretación del solista Carlos Seco. La viola es para mi un instrumento poco conocido en forma solista y vi que tiene muchas posibilidades.
En la segunda parte fue el estreno del compositor madrileño Mario Carro ganador del IV Concurso Internacional de Composición Universidad de Zaragoza. Con claras referencias a Berg y Stravinski el “Concierto de cámara para 13 instrumentos” me gusto y tiene pasajes bastante espectaculares para el reducido número de instrumentos.
Más conocida fue la última pieza “Orchesterstücke, Op. 16, de A. Schönberg, en adaptación para orquesta de cámara de su yerno F. Greissle. Oír a Schönberg es escuchar el “lado oscuro” y sentir todo lo que decía un poco más arriba, alguno de los pasajes es impresionante y totalmente actuales.
Salí muy gratamente sorprendido del ambiente y la organización de este ciclo del grupo Enigma. Para empezar hay notas al programas echas con cuidado, no como en los conciertos generales que son copiadas de un libro. El público que es minoritario va porque le gusta la música que se programa no por lucir el palmito. La sala es pequeña pero tiene perfecta acústica y visibilidad.
Repetiré el próximo mes de junio
