Con
Katiuska, una de las grandes obras del maestro Sorozabal, se abre la temporada bilbaina en el Teatro Arriaga, que estrena dirección artística de la mano de Emilio Sagi. Una temporada que pinta variada y que puede depararnos alguna sorpresa.
Nos plantea Sagi un escenario quasi estático, pero nunca aburrido, que juega muy bien con las luces y con los cantantes. El juego que da la luna es importante.
Nuestra Katiuska fue
Maite Alberola, interesante y jovencísima cantante, que poco a poco va haciendose hueco en el panorama pátrio, será la Condesa Almaviva en las próximas bodas liceísticas. Voz mórbida y cálida, con detalles de mucho gusto. No fue suficientemente aplaudido su
racconto del primer acto, que acabó con un bellísimo piano. En el II acto brilló al mismo nivel que en el primero.
Muy aplaudido el Starkof de
Angel Ódena, que suplió alguna carencia interpretativa con una voz ámplia y resonante, y que no tiene demasiado problema ni por arriba, ni por abajo. Levantó los bravos más entusiastas de la noche
Poco satisfactorio, por ser buenos, el Príncipe de
Jon Plazaola, voz pequeñuja y no bien proyectada. Resolvío sin mucho alarde su romanza del primer acto, pero sus agudos suenan constreñidos para ser un lírico ligero y siempre bordea, cuando lo hace, el grito. De lejos, el más flojo de los tres protagonistas.
Los secundarios cumplieron con buen hacer,
Mikeldi Atxalandabaso como Boni, el tabernero celosón, estuvo divertido y poco envarado,
Milagros Martín que estuvo bien en su airoso cabaretero, pero con una voz casi inaudible en el resto.
Enrique Baquerizo cumplió. En los roles no cantados destacó Lander Iglesias
Muy bien el la Coral de Bilbao y la Sinfónica de Bilbao
no ví a nadie del foro
, una vez más: Una noche en la ópera con la Zarzuela