Questo è il fin
Muerto de sueño, que había tenido examen por la mañana iba yo al último concierto de l quincena de este año. A ver a Cambreling, un grandirector, tocar un repertorio por partes interesante (-ísimo, diría yo), por partes horrendo.
Comienza con Preludio del III acto y encantamiento de Viernes Santo de ya sabeis qué, no? Na, recien descubierto parsifal, que me pareció una gozada, piues ala, a disfrutar.
Pero luego.... Messiaen. Colores de la ciudad celeste (con Roger Muraro al piano, sin cuerdas y con sobreexceso de percusión: tres manimbas y mogollón de gongs pequeños que sonaban a cazuelas rotas). Sólo haré un comentario: si esoso son los colores de la ciudad celeste, es como para volverse ateo!
Tras la pausa de veinte min. (que aproveché para salir a tomar el arie.... y que lo que tomé en realidad fue el humo de todos los fumadores que se agolpaban junto a las puertas, incapacers de resistir el mono...
), llegó el plato fuerte: 7ª de Bruckner. Una gozada de obra. Cambreling demostró ser un excelente director, con algunos toques de genialidad.... y unas prisas por acabar más que sospechosas. Una pena que en el larguísimo 2º movimiento fuera tan corriendo....
No hubo muchos aplausos.... yo cro que ya estábamos cansados. Y eso que la orqusta era excelente. Pero claro, lo de Messiaen asusta y...
Y ahora, a esperar al año que viene.
Así son las cosas y así se las hemos contado.