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Florezido |
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Registrado: 26 Mar 2004 16:50 Mensajes: 5436 Ubicación: Numero quindici, a mano manca.
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La crítica de Cosme Marina para LNE:
"La diva espontanea" La afición lírica de una ciudad está integrada por una serie de «anillos concéntricos» que van vertebrando los diferentes niveles de adhesión del público, sus grados de pasión operística. Oviedo es, en este sentido, una ciudad de privilegio. En ella, históricamente, existe un núcleo fiel de aficionados que han mantenido viva la ópera en los tiempos más difíciles y que se vuelcan con los cantantes y los arropan, siempre desde un cierto escepticismo inicial que, ante la calidad, se torna en cariño, entusiasmo y adhesión. Es, en este sentido, una afición seria, sustentada en históricas actuaciones durante décadas y décadas. Respondió este público, con una gran entrada en la sala de cámara del Auditorio, a la convocatoria de la Asociación «Alfredo Kraus» que reunió a Mariola Cantarero, reciente triunfadora en la temporada como la Amenaide de «Tancredi» y a la pianista asturiana Yolanda Vidal, siempre eficiente y atenta.
Los melómanos ovetenses ya han entronizado a Mariola Cantarero como una de sus divas predilectas. Sirva como ejemplo el apoteósico final del recital con toda la sala en pie aclamando a la cantante. Sin embargo, ese mismo público debiera ser cuidadoso en los aplausos y no interrumpir a medias del ciclo de madrigales de Rodrigo o, lo que es más grave, a mitad de su segunda intervención belliniana. No es de recibo esta falta de educación en las ovaciones.
Pero, de todas formas, el calor y la complicidad con la soprano fue absoluto y ella respondió con espontaneidad, exhibiendo, desde el inicio del recital, sus portentosas cualidades vocales. Cantarero es una cantante que «de natura» posee dotes extraordinarias. Es joven y esto pudiera bastarle para seguir adelante. Sin embargo, ha sabido dar un paso más y su trabajo técnico se aprecia en la prodigiosa articulación de un recital de alta exigencia en buena parte de sus intervenciones.
Cantarero se mueve con sorprendente soltura en el belcanto y, muy especialmente, en Rossini, donde puede mostrar plenamente su carnoso centro vocal, sobreagudo, brillante y natural y agilidades de limpieza absoluta. De ahí la delicia que supuso escuchar «La pastorella delle Alpi» o «Bel raggio lusinghier» de «Semiramide». Si en Rossini la soprano impresionó, no se quedó atrás una interpretación canónica de «Al dolce guidami» de «Anna Bolena» de Donizetti en la cual la expresión, técnica y madurez se unieron en una versión de hermosa lucidez. Y, en el inicio de la velada, Bellini, tranquila Cantarero, como de prueba, en «Ma rendi pur contento» y ya en plenitud en «Ah, non creadea mirarti... Ah non giunge» de «La sonnambula».
En la segunda parte, como es lógico en una intérprete española, nuestra música fue protagonista. Especialmente interesante fue la aproximación a Rodrigo a través de su hermoso ciclo «Cuatro madrigales amatorios» y lleno de intención «La maja y el ruiseñor» de «Goyescas» de Granados, para cerrar el programa con una divertida y virtuosa «Me llaman la primorosa» de «El barbero de Sevilla» de Nieto y Giménez.
Al final, las ovaciones se tornaron intensas y la soprano respondió con tres bises intensos. El primero de ellos, un bolero del compositor francés Lecocq en el que la solista emplea las castañuelas en el desarrollo del mismo, algo que la Canterero hizo con gracia y oficio. Siguió con música francesa, «Je veux vivre» de «Roméo et Juliette» de Gounod, cantado en plenitud de medios, en su romántico y luminoso concepto. Quiso cerrar con un emotivo homenaje a su tierra natal, Granada, que emocionó a la intérprete y a buena parte del público que reaccionó con fervor acogiendo a una cantante que ya es una de las nuestras.
_________________ ...la scena a' miei tempi era altra cosa.
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