A ver que os comente chavaleria

No habia, yo personalmente tenido, las narices de pelearme contra el Orfeo de Monteverdi. Pufff, me sonaba a madrigal venido a más, y viendo que gentilmente el Teatro Arriaga me la traía especialmente a Bilbao, no hubo más que hablar.

Nos presentamos, el piccolo, el andrea y un servidor. Viendo el asunto, vamos para adentro, el Arriaga va a llenarse. Me siento arriba del todo, y según miro al escenario, pienso para mis adentros: Coño, los Chieftains!.
Nada de Chieftains, esos cuatro instrumentos que hay en el suelo nos amenizarán la velada, empezamos bien.

Sale un señor con flauta, que es el director también, con el tiempo descubriremos que es un egomaníaco y tiene ataques mientras toca, pero de momento solo sale a saludar. Comienza la sección de viento del Ensemble la Fenice, dos trombones y dos trompetas, hasta la charanga de mi barrio tiene más animación... Y para mí, que era un inculto en lo que a Orfeos se refiere, en muchisimas otras cosas más también, pienso, si esto es igual hasta me gustará. Craso error, de una balconada del enano Arriaga suena una voz compungida, nasal, una mujer, una narradora. Si la colega ha empezado mal, no os digo más el siguiente, contratenor, alto, guapo, con dinero, comienza su airoso, y MEEC, enorme gallo, nadie parece inmutarse, y para acabar, el llamado Gallo "Da Capo" nos ofrece otro pollo.

Sale el Orfeo, en palabras de Andrea, un tipo parecido a un Sigfrido cincuenton venido a menos, veamos. Buah, mejor ni sus cuento, voz plana, sin ningún volumen, con cero agudo y con una coloratura digna de un balido ovejuno.

La Euridice tampoco enmenda mucho la plana, sosa sosísima vocalmente, con cara de ¿qué hago yo aqui?, completamente perdida, no me extraña que una serpiente la mordiera.

Viene una mensajera, quizá lo mejor de la noche, y realiza con gran solvencia su papel de rigor de las desdichas. Orfeo por su parte, esta igual de triste que cuando no le tocó la quiniela.

Entre tanto, el calvo y egomaníaco director, nos ameniza el asunto con solos de flauta, que al fín y al cabo, será lo más divertido de la noche. Descanso, BENDITO descanso.

Segunda parte, se inicia con un duo entre Orfeo y el Diablo. Creo firmemente que esta noche he tenido una aparición, Tito Gobbi y Fernando Corena se han encarnado "in person" esta noche en la misma persona. Vaya bajo y diablo, amigos, de los de mear y no echar gota. Orfeo sigue con la misma cara de estar en la cola del pescado, aunque ha perdido para siempre a Euridice. Sale el padre o Dios, porque canta desde las alturas, de Orfeo y le dice, venga muchacho, que no pasa nada, que vas a ver a Euridice todos los dias en las nubes. Y el Orfeo, encantao, se va para casa.

Aplausos increibles para semejante cosa, y hasta algún que otro braveo, patrocinados por la Asociación de Otorrinos de Bizkaia.

Hasta más ver, y que venga el Piccolo con su crítica seria

Me temo que esta vez no va a haber eso que tú llamas "crítica seria" (que me río yo). Sólo decir que la química entre Monteverdi y yo sigue haciéndose esperar. Algo falla, no puedo con tanta monotonía. Y de los cantantes, destacar la voz cálida y expresiva de Caroline Weynants (La Música), sin demasiada calidad, junto a la entrega y el timbre agradable de Hans Jorg Mammel (Orfeo), con una coloratura a pedales y tan irregular como toda su noche. También decir que ojalá Jean-Claude Sarragosse (Caronte/Plutone) se hubiera acercado mínimamente a Gobbi y a Corena. Ha sido una cosa espantosa, pura declamación llena de mal gusto y en el extremo contrario a lo que conocemos como "voz impostada". Os juro que yo mismo no lo habría hecho mucho peor, y es mucho decir.