Señoras y señores, una gran velada. Sin duda. Casi me siento obligado a felicitar a la ABAO por esta gran noche, por la valentía de traernos juntos estos dos títulos y por ofrecernos un espectáculo que, entre otras virtudes, nos hizo pensar. Zorionak!!
No negaré que las opiniones aquí escritas y otras leídas en prensa general me/nos influenciaron. ¡¡Primera bronca en la ABAO!! ¿Que pasará esta noche? ¿Asistiré al primer pateo en 19 años de abonado? Vayamos por partes.
A kékzakállú herceg vara
Primera ocasión de ver escenificada esta obra, despues de una versión en concierto en Donostia, hará unos cuatro años y lo primero es reconocer que esta obra gana mucho con escena, y más si esta es inteligente.
Vocalmente, se han escrito parabienes para Ildiko Komlosi, que yo subrayo, pero me parece de justicia decir que Alan Held fue un Barbazul de una pieza, rotundo, con autoridad vocal insultante y que terminó dando miedo por su frialdad al entregar a Judith a sus ex-esposas. Ambos dos, además de cantar muy bien, actuaron con gran solvencia y los sesenta minutos se pasaron en un suspiro.
Juanjo Mena disfruta con esta música y se nota. No me parece esta ópera de fácil escucha y, sin embargo, Mena supo engancharnos con una BOS (Bilboko Orkestra Sinfonikoa) en estado de forma extraordinario. La famosas apertura de la quinta puerta queda para mi recuerdo personal, por momento musical y estético de gran impacto.
La puesta en escena es muy, pero que muy inteligente. El loco, atado en sucamisa de fuerza se va transformando en doctor mientras que la enfermera acaba encerrada en su camisa de fuerza. Y así pudiera ser in aeternum: el círculo infinito. Cada puerta era más pequeña que la anterior, excepto la séptima. Esta era la misma por la que Barbazul había sido introducido a escena en su camisa de fuerza durante el prólogo de la obra, y es la puerta por la que saldrán las tres mujeres encerradas, que serán muertas por Judith al momento de darse cuenta cuál es su futuro.
Por otro lado, muy interesante el juego de color sobre el órgano. Este está situado (sus tubos, para ser exacto) a derecha e izquierda del escenario y con cada puerta un grupo de tubos era iluminado de un vivo color. Así, con la quinta y la aparición gigantesca del instrumento, este está tapado de muchos colores que dan brillantez al pasaje músical más espectacular. Luego, la oscuridad. Excelente. Una función sobresaliente.
Elektra
Reconozco que "Elektra" es una de mis debilidades. Por esta ópera he viajado casi más que por ninguna otra. "Elektra" es además, ópera de repertorio en medio mundo, aunque era estreno absoluto en Bilbao. tarde, pero la ABAO ha cumplido con una deuda pendiente.
Vocalmente, esta "Elektra" es de notable alto. Janice Baird, la protagonista, comenzó blandita en su monólogo, empezó muy diesel: falta de autoridad, de convencimiento. No se nos aparecía tan cruel como el texto que declama. Sin embargo, desde ahí apareció una buena cantante y una gran actriz. Su debe vocal, algunos agudos justitos y su "habilidad" para escaparse de graves que no podía, como el salto de octava anterior a la danza final. De todas formas, encarnó un personaje creible en su odio y rencor.
Angela Denoke era Chrysothemis y tengo que decir que me decepcionó un pelín. En más de una ocasión tuve serios problemas para escucharle y en otros sus ataques a notas comprometidas lo fueron muy justito. Tiene la voz del papel pero ayer no fue lo mejor que le he escuchado. Sin embargo, sus últimos "Orest..." fueron sencillamente antológicos, con un ataque en piano en la última frase de cortar la respiración. Ah! y una vez más, acabo en paños menores. Como siempre, gran actriz.
La gran sorpresa fue Reinheld Runkel. Sencillamente extraordinaria, tanto vocalmente (¡qué poderio en sus notas más agudas!) como actoral (colosal la escenificación de la alegría tras la supuesta muerte de Orestes). Su diálogo con Elektra, entre whisky y whisky, fue lo mejor de la noche.
Alan Held repitió autoridad y presencia vocal en su Orest mientas que el consorte de la Denoke, David Kuebler fue un Aegist suficiente, aunque no sobrado. Entre los muchísimos papeles secundarios resaltaron Mikeldi Atxalandabaso como sirviente joven, en el lado positivo, mientras que Alberto Feria (Preceptor de Orestes) en el negativo. Así mismo, lástima de oportunidad perdida por el quinteto de sirvientas.
Juanjo Mena repitió su colosal intervención de la "Salome" o de "Der fliegende Holländer" de los últimos dos años. desde luego, en este repertorio parece disfrutar como nadie. Excelente.
¿Y lo de Konwitschny? Permitanme que me ponga el chubasquero y las botas de agua, que me meto en el charco sin dilación.
Me gustó. Hubo cosas "raras", pero el espectáculo destila coherencia por todos los poros. Lo fundamental ya está descrito pero quiero subrayar que Konwitschny apenas inventa nada: la trasposición temporal es un continuo en la escenografía operística actual. En ese sentido, los personajes me parecían perfectamente creibles. Clitemnestra, con su jersey de punto y sus joyas era la perfecta ancianita de aspecto bondadoso, más mala que nadie, y con poder absoluto. Elektra, en sus vaqueros y su camiseta negra era la joven deseosa más que de acabar con lo establecido, de vengar a su padre. Insisto en la escena del diálogo con su madre, donde a golpe de whiskies hija y madre se tantean de forma ejemplar, sentadas en sus sillones blancos. Crysothemis está desvalida: le puede el miedo y su vestido claro con cinturon rojo nos mestra a la niña de bien que no quiere ni puede romper un plato. Hasta aquí, todo normal. Y en la parte trasera, un cronometro nos lleva al cero, pero... ¿dond se situa este cero? ¿qué significa? En mi opinión, el fin de una era. Y aquí reside la llave para entender el final del planteamiento de Konwitschny.
El cronometro se pone a cero con la entrada de Orestes para matar a su madre. luego, ya se sabe que mata a Aegisto. Y la propuesta escénica nos dice que Orestes, además, mata al régimen que suponen estos dos personajes: se acaba una era y comienza otra, y como ha pasado siempre, cada era, cada trasformación, cada revolución, acarrea la desaparición de todo lo unido al poder: religión, sirvientes leales, policia, adlateres de los poderosos, etc.
Para mi, si no fuera por el ruido de la metralleta (menos de lo que esperaba, tras leer algunas opiniones) me pareció una propuesta trasgresora pero muy coherente e interesante. Un señor ya entrado en años le decía a su acompañante: "no se de que te quejas: la tragedia griega siempre ha estado llena de muertos".
No hubo protestas. Por lo menos, no las escuché ni tampoco mis acompañantes. No hubo escándalo ninguno.Hubo salidas muy rápidas y cinco o seis personas abandonaron "Elektra" durante el desarrollo de la misma. Es lo que hay. Despues de cuarenta años de sota, caballo y rey algunos no pueden escuchar una "Elektra" completa. Allá ellos.
Camino de casa, reflexionaba con mis acompañantes y el sentimiento era general. La velada fue excelente. Diferente y excelente. Un espectáculo a recomendar, sin duda alguna.
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