Como de costumbre, el mayor problema que yo me encuentro cuando voy a una ópera es el ir influido por otras versiones discográficas o en vídeo. Y en esta Manon tenía varias muy escuchadas:
- La académica y ejemplar Victoria de los Ángeles
- La exuberante Beverly Sills con Gedda o en su vídeo en directo.
- La cuasi pucciniana Mirella Freni en italiano con Pavarotti (qué escena de Saint Sulpice, por favor, echan chispas)
- La deliciosa Caballé...
El sábado pasado intenté no recordar esas versiones para no empezar con las comparaciones, porque Natalie Dessay desde luego no se parece a ninguna de ellas.
Era la primera vez que la oía en directo: Me sorprendió por un timbre natural y una proyección bestial de la voz. ¿Inaudible, he leído por ahí? Para nada, llenaba el teatro sin problemas. Actúa mucho, y muy bien, sin llegar a la exageración, con lo cual se adaptó perfectamente al papel y por primera vez creo que una soprano me hace creer que tiene 15-16 años en ese papel. Sus pasos de partes cantadas a habladas ponen los pelos de punta.
Ya no es la máquina de hacer sobreagudos y coloraturas de sus inicios, pero desde luego resolvió la gavota y la arietta del primer viaje (donde hizo cosas rarísimas). Estuvo mucho mejor en las partes más dramáticas: San Sulpicio y final. La petite table se quedó sin aplauso, porque pilla siempre al público como un poco desprevenido, pero fue conmovedora.
Villazón. Ay, Villazón. Tiene una voz de tenor lírico raro. Cuando canta suavemente, recreándose, es una delicia escucharlo, pero cuando sube o el fragmento necesita más fuerza, la voz se le queda atrás, no pasa, y entonces se sufre mucho. Esto no se nota en la toma de radio, pero en el teatro es patente.
Hizo un "en fermant les yeux" muy bien, para luego sufrir más con el siguiente acto. Empezó Ah, fuyez bien, pero luego empezó a pasarlas canutas para terminarla con éxito, gritando como un poseso sin lograr traspasar la barrera de la orquesta y copn un par de quiebros. El final del aria, con una nota sostenida hasta el desmayo, fue muy efectista y arrancó la ovación. Menos mal que en el último acto volvió a la contención y consiguió un final muy emocionante.
Orquesta: Bien, muy bien (algún desajustillo aislado pero bien). Eso sí, coño, no tapes a Villazón, que el hombre lo estaba dando todo y tú dale que te pego al forte fortissimo.
Producción: Una caca. Escenario feo con ganas (la Dessay parece que lo lleva crudo en el Liceo: primero Hamlet y luego esto). Por lo menos, no molestaba demasiado. Hasta que llegó el cuarto acto, el del Hotel de Transilvania.
Si bien es habitual que haya movimiento escénico durante el transcurso de la ópera para que no se haga un ladrillazo (y a Manon yo le metería la tijera por algunos sitios), mientras no moleste ni distraiga demasiado, me gusta. Ahora, lo que nos oporto es intentar localizar a los cantantes mientras cincuenta figurantes están haciendo el gilipollas detrás. Y eso es lo que pasó en el Hotel de Transilvania.
Desnudos, posturas obsecenas, una bacanal (en lo que se supone que es una casa de juego, no un burdel)... ¿Y pitaron el Don Carlos y el Ballo y aquí no dicen ni mu? Cómo se nota que cuando se va a abuchear ya se lleva preconcebido. Por favor. Menuda basura. Esto sí que era para montar un escándalo. Un cero total al director de escena, que hasta el momento lo había hecho todo estupendamente.
Manuel Lanza: Lo confieso, no me gusta, le tengo manía personal. Desde aquel Rey de la Favorite o el Barbero de Sevilla (en dvd con la Kasarova) en los que caló todos y cada uno de los agudos, me parece siempre un cantante con bonito timbre pero que no llega arriba y lo suple con una actuación escéncia tendente al histrionismo. Sin embargo, como Lescaut me ha gustado bastante. Quizás porque no es un papel muy compormetido, quizás porque no haya estado sobreactuado, pero el caso es que lo he visto muy adecuado y solvente.
Ramey: Qué pedazo de voz y qué manera de decir. Ahora, qué cascado está y qué golpes pega al cantar.
Francisco Vas. Otro que habitualmente no me gusta (su papel en la zarzuela La Eterna Canción, que es donde mejor lo he podido apreciar como solista, fue chillado e insuficiente). Excelente viejo rijoso Guillot. Voz apropiadísima y actuación escénica sobresaliente, en ningún momento llega a molestar como algunos otros. Ya lleva camino de hacer todos los papeles de tenor de reparto en el Liceo, me temo. ¿El heredero de José Ruiz?
Bien también Didier Henry como De Brétigny, pero con un papel muy cortito.
Las Pusette, Javotte y Rosette es que no las soporto, así que casi preferí ignorarlas. Cosa difícil, porque anda que no cantan y no pegan voces.
En fin, una muy buena Manon, con una protagonista excepcional y un buen tenor que tiene que replantearse la técnica, si ir por aquí o por allá.
Hala, ya he soltado el rollo.
Salimos del teatro a las doce y media. Unas tijeritas no vendrían mal, no.
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