Gurnemanz escribió:
Otra reflexión al aire. ¿De verdad alguien piensa que el teatro es importante en la ópera cuando no dejan de maltratarse y adulterarse la historia y los personajes en cada nueva puesta en escena? Si se puede trasladar todo a cualquier estética y en todas las obras caben subtramas peregrinas, ¿no es en realidad que los directores de escena consideran que las obras originales no tienen suficiente entidad dramática y deben de modificarla para "extraer" algo valioso dramáticamente de la obra en cuestión? Tantas y tantas puestas en escena fallidas demuestran que al final, lo único que verdaderamente sustenta a la ópera es la música y, por ende, la calidad de músicos y cantantes. Ojo, digo sustenta. Pues cuando puesta en escena e interpretaciones son redondas, el disfrute es máximo.
Absolutamente sí, lo creo. Y creo que el teatro lírico (que, en su mayoría y hasta el siglo XX cuenta con libretos encorsetados, mal escritos y que no cuentan nada que sea de verdadero interés) es un campo de experimentación perfecto para la dirección escénica: lo que en teatro de texto me puede molestar, en ópera me suma; porque a la ópera yo no voy esperando que se me cuente nada relevante, ni que se me emocione. En cambio, si me manosean el mensaje (ojo: el mensaje) de un Chéjov, de un Tennesse Williams o de un Shakespeare, me puedo cabrear.
Luego está esa patraña de que se va a la ópera por las voces. Eso sería hace 60 años, cuando había voces que lo justificasen. Hoy hay lo que hay, y las voces de verdadero relumbrón son las que son. Por eso yo esencialmente voy a la ópera a vivir experiencias escénicas que me muevan, me provoquen y me puedan hacer pensar. ¿Por las voces? Pues lo dicho: lo que hay es lo que hay. No hay más que comparar los repartos del Real y el Liceu: en muchas óperas de repertorio, directamente cantan los mismos cantantes en unos y otros títulos. Y son los TOPS, supuestamente. Bueno, normal, es lo que hay.