Función del 19 de marzo.
El Teatro Real continúa su exitoso invierno dedicado a la ópera del siglo XX, sumando un éxito tras otro, algo inesperado hasta en la época de Mortier. Tras el Pierrot Lunaire en febrero, sigue el año Schönberg en la capital, ahora con un programa triple, dedicado al monólogo: La Voz Humana, de François Poulenc, Silencio, una obra de Christof Loy, quien también será director de escena, y el famoso Erwartung (La Espera, en alemán), de Arnold Schönberg. Siendo la de Loy una obra que se estrenará mundialmente, las otras dos óperas son conocidas y parte del repertorio estándar, aunque se conocen por estar interpretadas por grandes cantantes que se acercan al final de su carrera, aunque no siempre, y estas funciones son una excepción.
Tres grandes artistas: la soprano albanesa Ermonela Jaho, en La Voz Humana, la actriz española Rossy de Palma en Silencio y la soprano Malin Byström en el Erwartung, interpretarán a tres mujeres, como dice el eslogan publicitario del Real, marcadas por el silencio. Ambas obras son quizá los dos monodramas más famosos del repertorio lírico habitual, aunque no se suelen representar en los grandes teatros si no son con otras obras, y esto es raro. Especialmente con el Erwartung, que no suele salir de las salas de concierto. En Madrid, la última vez que se vio La Espera, fue en concierto en 2011 en el mismo Real, con la mítica soprano americana Deborah Polaski y Sylvain Cambreling a la batuta, mientras que la última vez que se vio La Voz Humana en un gran teatro fue en 2021, con Anna Caterina Antonacci con acompañamiento de piano, aunque el Centro Cultural Retiro la programó en 2023.
La Voz Humana de Poulenc pone música a la obra del mismo nombre y mismo argumento de Jean Cocteau, y que el compositor crea tan solo unos pocos años después de su majestuosa ópera "Diálogos de Carmelitas". Es una obra que si bien requiere una gran orquesta, la soprano la mayoría de las veces canta sin acompañamiento, siendo la orquesta la que replica al canto, recreando el diálogo entre la mujer y su esposo. El xilófono recreará el timbre del teléfono, que la protagonista necesita como el respirar. Pese a sus dimensiones, la naturaleza camerística recorre la obra, en contraste con la opulencia orquestal de la siguiente obra, y aunque hay momentos cercanos a lo atonal, también hay otros de gran belleza.
Con La Espera, Schönberg empieza su camino atonal. Ya en Gurrelieder y las seis canciones orquestales, la exuberante orquestación wagneriana y sus majestuosas melodías amenazaban con romperse. En este monodrama, Schönberg no renuncia a la riqueza orquestal. Y pese a que no es precisamente asequible, la obra puede llegar a ser descriptiva, evocadora, aunque la principal emoción es la angustia, la desesperación de la protagonista que no tiene noticias de su amado. Con el libreto de la estudiante de medicina y poetisa Marie Pappenheim, La Espera se adentra en las profundidades de la mente, la sensación de abandono, de pérdida de racionalidad, de reproche, de dolor.
El montaje de Christof Loy ambienta ambas obras en un apartamento. En "La Voz Humana", este está vacío, con unas pocas cajas. Solo hay un teléfono negro y un enorme cable. La protagonista se pasea hablando por el teléfono a lo largo de toda la casa. Junto a ella se encuentra su amiga Marthe, pero ni siquiera ella impedirá que ponga fin a su vida, lo que hace tomándose un bote de pastillas y no ahorcándose con la cuerda del teléfono como en el libreto. Como intermedio entre esta y la siguiente ópera, hay un intermedio llamado "Silencio", en el que con el telón bajado, una mujer debate sobre el desamor, ya que la han plantado en el día de su boda, pero finalmente consigue superar esta traba y empoderarse, reafirmándose en su amor propio. Sin embargo, "La Espera" lleva las cosas a otra dimensión. Es el mismo apartamento que la ópera de Poulenc, con el teléfono negro colocado en una silla. Ahora la casa está totalmente amueblada, y la terraza está cubierta de plantas. Es de noche, y la acción parece transcurrir tras haber cenado, ya que hay platos y vasos sobre una mesilla. La protagonista espera a su amado, al que encuentra en la cocina muerto. Luego éste se levanta, herido, e interactúa con ella. Finalmente se va, luego amanece, y vuelve a anochecer. Al final, aparece el hombre, ya vestido, y ella le recibe con un cuchillo, a punto de atacarle. ¿Será una reconstrucción de lo que ha ocurrido antes o toda la obra es lo que va a ocurrir? La belleza plástica de esta obra, la intensa dirección de actores, ha hecho que el montaje de Loy no solo nos redescubra la obra sino que también nos muestra su potencial escénico como nunca antes lo hemos advertido. De todo lo que he visto de Loy en el Real, su versión de esta ópera es lo mejor que le he visto nunca.
Jérémie Rhorer se coloca al frente de la Orquesta del Teatro Real. Si en "La Voz Humana" la dirección es notable, lo que ha conseguido con "La Espera" se puede calificar de histórico. Rhorer ha logrado una dirección notable de la ópera de Schönberg, haciéndonos paladear las posibilidades orquestales que hay en la partitura, tan llenas de momentos evocadores, intensos, en una versión en la que el maestro francés ha alternado unos momentos de sonido espectacular con otros en los que recreaba lo descriptivo y camerístico de la obra, pero siempre haciendo brillar intensamente a cada sección.
Ermonela Jaho, una de las divas más queridas del público madrileño, interpretó a la protagonista con todas su experiencia escénica. Jaho vive intensamente sus interpretaciones, y crea un personaje frágil y dolido. También es conocida su entrega vocal, y su fina y bella voz complementan su trabajo escénico. En este caso la voz sonaba igualmente hermosa, aunque de volumen no iba sobrada, pero hubo un momento en el que impactó a la sala con un espectacular agudo en "de marcher de long en large, je devenais folle!"
Rossy de Palma, la famosa actriz, tuvo a su cargo el monólogo "Silencio" escrito por Loy. Dicho monólogo lo recitó parte en francés y parte en español. Incluso canturreó alguna que otra cosa. Siento mucha admiración por ella como actriz, pero aun siendo divertido, incluso apelando a nuestras experiencias con el amor y el desamor en su discurso, me pareció que estaba totalmente fuera de lugar y de hecho llegué a desear de que terminara para poder disfrutar de Schönberg. La comedia no servía de distensión, sino que era un estorbo entre dos intensos dramas, que son el verdadero interés aunque la prensa use la actuación de la señora De Palma como principal reclamo y eso haya sido, tristemente, el principal gancho para parte del público. Espero poder verla de nuevo, en otro contexto más favorable que este, aunque fue muy aplaudida.
El éxito de esta Espera de Schönberg no puede entenderse sin la memorable interpretación de Malin Byström como La Mujer. Esta soprano sueca ha sorprendido por su impresionante caudal vocal, su rico y oscuro timbre dramático, su notable grave y su resistencia vocal. ¡Qué diferencia cuando hace trece años, Deborah Polaski, toda una institución, terminaba sucumbiendo ante la orquesta que tenía detrás de sí en aquella versión concierto! Sin duda, Loy, Rhorer y Byström han logrado una noche histórica con su excelente interpretación de esta ópera.
El teatro no estaba lleno, y desde luego en los aplausos tras "La Espera", mucha gente abandonó rápidamente la sala. Más generosas fueron las ovaciones a Ermonela Jaho y a Rossy de Palma en las obras anteriores. Pero no pueden negarse dos cosas: la entrega total de estas tres enormes artistas, y que el gran triunfador fue Arnold Schönberg, con un Erwartung para el recuerdo.
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