Ya se ha comentado, creo que en otro hilo, que el precio de los hoteles en Barcelona está por las nubes. Una solución para evitar tan altos precios, si uno se desplaza desde Madrid, es utilizar el AVE ida y vuelta en el día, en el caso de las funciones del Liceu de los domingos, algunas de las cuales comienzan a las 17:00. Hay un AVE de vuelta a Madrid a las 21:25, y teniendo en cuenta que hay línea de metro directa entre Sants y el Liceu, con tal de que la duración total de la función no sobrepase las 4 horas (mejor algo menos por prudencia), como era el caso de este Ballo, que duró en total 3 horas, pues ello permite disfrutar de muchas óperas en el coliseo barcelonés.
Ya podrían tomar nota en el Real y hacer algo parecido, para que hubiera reciprocidad y pudieran hacer los mismo los barceloneses y habitantes del cinturón metropolitano que lo quisieran. Total, pasar de las 18:00 a las 17:00 no es algo exagerado, pero ya permitiría ciertas posibilidades. Y ahora que, en Valencia, la compañía Iryo ha puesto un tren de alta velocidad que sale de Valencia de regreso a Madrid a las 22:00, pues Les Arts también podría ganar público, cuando estamos observando que, últimamente en muchas funciones quedan bastantes butacas sin ocupar.
El caso es que la semana pasada, aprovechando un descuento del Waylet de Repsol para RENFE, pude sacar un ida y vuelta a aproximadamente 50 euros por trayecto, y como madrugué un poco pude disfrutar de un buen paseo por Barcelona, con un día muy soleado.
En definitiva, ante la posibilidad de escuchar al supuesto nuevo tenor revelación, y teniendo en cuenta que el reparto en su conjunto resultaba de lo mejor que se podía reunir hoy día, pues no me lo pensé mucho, y me lo regalé por mi cumpleaños disfrutar de la función del pasado domingo..
Es curioso que cuando comencé con esta afición operística, el Ballo no me daba tanto “morbo” como otras óperas de Verdi. Sin embargo, con el paso de los años he ido apreciando la música tan extraordinaria que contiene y, aunque comparativamente con otras, la he escuchado muy poco en vivo, ahora es de mis favoritas.
Empezando por el tenor británico-italiano, mi impresión es que se trata de una muy buena voz, con un timbre bonito, un sonido a tenor “a la italiana” de verdad, y un estado de la voz sano y fresco como se espera a sus 30 años. Sin embargo, no resultó para nada el triunfador de la noche, algo que sí consiguió Pirozzi. Es verdad que yo creo que se hubiera merecido algunos aplausos más a lo largo de su actuación, pues en sus intervenciones, hubo aplausos más de cortesía que auténticas ovaciones, salvo al llegar al Ma se m’e forza perderti. Tuve la sensación de que al público del Liceu le pareció correcto, pero no extraordinario. A mí el centro y grave de su voz me parecen muy atractivos, sin embargo, al llegar hacia el pasaje, es como si la emisión perdiera redondez, y los ascensos al agudo son correctos, pero no espectaculares.
Entiendo que es necesario escucharle más veces y en otros papeles antes de sacar conclusiones. Pero el domingo pasado me pareció que estábamos ante un tenor lírico de voz muy agradable, pero que le queda bastante por pulir. Desde luego no es un nuevo Corelli, hoy por hoy, ni el tenor spinto que nos quiere vender su discográfica. Al escucharle cantar junto a Pirozzi queda claro que la voz de la italiana, por opulencia, volumen, expansión, penetración tímbrica, etc, sí que está por derecho propio en el campo de lo lírico spinto o incluso spinto. Pero De Tommaso no pudo darle una réplica vocal a su misma altura. Insisto en que su voz es muy disfrutable, y dado la paupérrima situación del mundo tenoril, pues salvo Beczala y Alagna, que están a otro nivel superior (a pesar del desgaste lógico por los años de Alagna), De Tommaso es una opción muy preferible a la mayoría de los tenores que escuchamos en los teatros hoy en día. En este repertorio italiano me parece claramente muy muy superior a Kaufmann, que es un tenor claramente sobrevalorado, salvo cuando canta Siegmund y algún que otro papel alemán. También pudiera ser que, si está bien aconsejado, esté llevando a la práctica aquello que decía Alfredo Kraus; “hay que cantar con los intereses y no con el capital”, y en ese sentido esté utilizando su voz con mucha mesura para preservarla mientras consigue tener los recursos técnicos necesarios para saber no forzar, y que de aquí a unos años eclosione como el tenor spinto que se ha estado gestando los años anteriores. Ojalá fuera éste el caso.
También hay que tener en cuenta que el Riccardo del Ballo no es de los papeles pesados de Verdi y no requiere sacar toda la artillería como sí ocurre en otras óperas verdianas.
Pero, así como en el mundo sopranil tenemos cantantes jóvenes como Lise Davidsen, que sí son auténticos prodigios vocales (procuraré no perderme sus próximas actuaciones en el Liceu) y que además está demostrando que se está tomando muy en serio su preparación técnica, como se vio en su último concierto del Real, en el mundo tenoril la cosa no pinta igual de bien.
En cuanto a Rucinski, que a mí es uno de los barítonos que más me gustan de la actualidad, empezó correcto, con un canto discreto, sobrio, pero sin resultar especialmente brillante. Pero fue de menos a más, resultando ya brillante en el intenso dúo con Amelia y mostrando detalles de gran clase en el Eri tu, con una regulación al finalizar, haciendo un diminuendo, bastante bien conseguido.
Pirozzi, como decía, fue la gran triunfadora de la noche. La encontré mucho más implicada, más identificada con el personaje, que en ocasiones anteriores. Es una gozada lo bien que corre su voz en el Liceu, y queda claro que ella sí tiene los medios de una voz lírico-spinto o spinto. Su canto legato, su fraseo, la redondez del sonido fueron estupendos. Únicamente, en algún ascenso al agudo (no recuerdo exactamente en qué parte, quizás al final del dúo con Riccardo en el M’ami) me pareció que el sonido perdía redondez, pero luego, en el dúo con Renato, los ascensos al agudo fueron de una pulcritud, seguros, plenos, como pocas veces escuchamos, después de habernos regalado un canto mórbido y sensible.
Gran éxito, y muy merecido, para Sara Blanch como Óscar. La voz es estupenda, como pude comprobar en su Ophélie del Hamlet de Oviedo. En esta ocasión demostró una vis cómica, una chispa y frescura fenomenales, pero sobre todo, consiguió dar un relieve vocal a su personaje como pocas veces escuchamos hoy en día en los escenarios. Fue sin duda un lujo y otro aliciente más para ver esta ópera, pues con ella se consiguió redondear un reparto que es difícilmente mejorable,
Respecto a Frizza, evidentemente no es Muti, pero se notó que la orquesta del Liceu estaba muy trabajada. Tanto la orquesta del Real como la del Liceu carecen de una cuerda como la que sí disfrutan muchas orquestas alemanas, austríacas o inglesas. Con frecuencia tengo la sensación de que el sonido queda un poco pobretón. Y se agradece mucho que haya directores que sí hagan un trabajo decente con las orquestas, cosa que no siempre ocurre. Vale que no hubo ese nervio verdiano que pueden conseguir otros directores, pero la orquesta del Liceu me pareció que sonaba muy digna y mejor que en otras ocasiones. Es verdad que en este foro se ha criticado mucho, por parte de algunos foreros, la dirección de Luisoti en el Rigiletto madrileño, y a mí sin embargo me gustó mucho. Desde mi punto de vista Frizza no dirige Verdi con la misma maestría que lo hace Luisoti, por ejemplo, pero tanto uno como otro consiguen que ambas orquestas suenen mejor de lo habitual.
En cuanto a la puesta en escena tuve la sensación de algo ya muy visto, poco original, pero agradable y funcional. Quizás el derroche de colores e iluminación discotequera en algunos momentos fue un poco excesivo, parecía a veces el escenario una pista de baile de los años 80; pero al fin y al cabo es el “Ballo”.
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