¡Ah, por cierto! Acabo de recordar otra de las "grandes" aportaciones que debemos los aficionados del Real a ese genio del siglo que fue Mortier: el haber acabado con los programas de mano que incluían libreto y estudios monográficos de la ópera representada. Eso tampoco se lo perdonaré.

Ya sé que es teatro (no soy una de sus amigas ), por eso puse "simple", para diferenciarlo de aquel otro en el que hay música.

Pues tiene una voz bonita y sugerente pero ya le digo yo que no se la escucharía en el Nuevo Teatro de Gruberoviano Chen.
Yo ya sólo me fío de Youtube y este dictaminó que ni me acercara a la Plaza de Oriente durante unos cuantos días.

Tomo nota para la próxima vez...

No, ahora en serio: aunque pudiera no parecerlo, a mí me interesa mucho la ópera contemporánea, especialmente cuando las obras de dicho repertorio abordan famosos temas literarios, o argumentos procedentes de los grandes clásicos grecorromanos. Para mí el problema casi siempre reside en el aspecto escénico, pero en lo musical siempre voy con bastante gusto y expectativas. En el caso de este Lear, sencillamente es que no me ha gustado y lo he visto demasiado desequilibrado en inspiración. Pero bueno...

¿Qué es lo que ha encontrado desequilibrado exactamente? Porque para mí es de las funciones más equilibradas que haya visto en varios años: la música está al servicio de la crudeza de la historia, y la puesta en escena lo mismo. ¿Esperaba otro tipo de puesta en escena? ¿Otro tipo de partitura? Desarrolle un poco esto, porque realmente me interesa. De esta función podría aceptar muchas cosas: que este tipo de ópera no gusta, que no se entra al montaje... Pero nunca diría que está 'desequilibrado'. Me llama la atención, máxime si reconoce que asiste con interés a óperas contemporáneas.

Falso. Silvia siempre canta algunos fragmentos de sus conciertos a capella y la voz corre mejor que la de MUCHOS cantantes que hacen protagonistas en el Real. ¿Es otro tipo de canto y otro tipo de técnica? Sí, pero la voz está PROYECTADÍSIMA.

La primera parte --discursiva, retórica, estática-- me produjo un aburrimiento digamos que considerable (estuve a punto de abandonar el teatro), y eso contrastó vivamente --al menos para el espíritu de un servidor-- con lo que vino después. Tendría que revisar el espectáculo para especificarle aún más en puntos concretos, pero esa fue la sensación que tuve allí, sentado en la butaca, y que ha quedado grabada en mi memoria. A ese desequilibrio me refiero: al musical, a la incapacidad (para mí, claro está) de mantener, en la primera parte, la misma tensión que presenciamos en la segunda (o, a lo mejor, es que como ya sabía que faltaba poco para que acabase... ). No, es broma: eso fue lo que me desconcertó. Además, la puesta en escena de Bieito me aburrió, francamente.

También podríamos hablar de que lo atronador --es decir, el echar mano de los tutti y de una percusión desaforada-- no siempre expresa con eficacia dramática lo terrible o la tensión del momento que se quiere ilustrar musicalmente, y denota cierta falta de inspiración o incapacidad. Pero bueno, ahí también entramos en cuestiones de gusto personal, y eso...

Cierto. Pero la hojita que daban nada tenía que envidiar en información al programa de mano que daban en la última temporada de Moral, que estaba saturada de anuncios.

Deberían de haber mantenido la calidad de los libretos que daban antes, los cuales, por cierto, eran carísimos.

Fíjese que aquí discrepo. Si algo me llamó la atención en especial de esta partitura (que no conocía, pero que no puedo parar de escuchar desde que vi la función) fue precisamente que, pese a emplear una plantilla orquestal inmensa, rara vez la usa completa. Rara vez me pareció que la orquesta sonase atronadora. Esto, el uso de la orquesta en pequeños grupos buscando mayor paleta de colores, me pareció especialmente interesante del trabajo de Reimann.

Calificar una ópera por la adecuación en físico y edad de los cantantes a sus personajes es, al margen de despectivo y edadista, no tener ni idea del tipo de espectáculo que se va a ver.
Imagino el soponcio de la amiga actriz al enterarse de que la soprano que encarna a la dulce Cordelia tiene 55 años. Le da un parraque.
Qué opinará de las grandes damas del teatro (no lírico) que ya talluditas encarnan roles mucho más jóvenes que ellas.

En cierta ocasión a Alfredo Kraus se le preguntó sobre su adecuación por edad al papel de Roméo en la ópera de Gounod. Y dijo más o menos encuéntreme usted un tenor de esa edad.

Una ópera no es una película de cine, ni lo pretende. Ir con esa perspectiva me parece una simpleza.

Usted, con mucha amabilidad, lo califica de simpleza. Voy a seguir sus pasos, y diré que se trata de una bobada.

Que la ópera es el espectáculo integral y compendio de una variedad de artes me parece que no debería ponerse en duda, y que muchos de los grandes músicos que la cultivaron lo entendían así.
Dicho ésto, evidentemente no se puede esperar que todo gran cantante sea a la vez un gran actor y encima bailarín; todo el mundo tiene sus limitaciones en cada campo.

Hombre, yo no los veía mal de precio, para todo lo que ofrecían. Eran 10,00 euritos, los gruesos, y 7,00, los más delgados (si no recuerdo mal).

No veo que mas pueda aportar a lo ya dicho, sobre todo porque no asistí a las funciones. Efectivamente, Reimann no es un neo, pero tampoco un vanguardista, de hecho nunca lo fue. Es bastante tradicionalista comparado con otros compositores de su generación, como Lachenmann o Schnebel, o con compositores un poco mas viejos, como Nono, Berio o Stockhausen, que llegaron mas lejos. Tiene un lenguaje postberguiano, como ya se apuntó, y su tratamiento tanto de la voz como de los instrumentos es totalmente convencional. Mas que ser un compositor moderno es un clásico en vida.

Pues menos mal que no pudo aportar nada, porque para mi gusto lo ha aclarado, y muy bien, todo. Muchas gracias, maestro.