MARIA STARDA VALENCIA 10 DE DICIEMBRE 2023

Para cerrar el puente operístico ma acerqué a Valencia para ver la Maria Staurda y esta vez con la garantia de ir sobre seguro a nivel operístico y la verdad que como en todas partes cuecen habas aquí las hubo aunque no a paladas (Para eso ya tengo el liceu)
La propuesta escénica corrió a cargo de Jetske Mijnssen provinente de la Dutch National Opera y que si bien en su predecesora Anna Bolena si tuvo un cierto interés escénico aquí fue un error tres otro, y no me refiero al “concept” ni nada por el estilo, si no me refiero a que se perjudica a los cantantes y se hacen aberraciones que no vienen a cuento, como por ejemplo coronar a Maria cuando la iban a detenir, la presencia de Elibabetta cuando iban a ejecutar a Maria abrazandola y besandola, la presencia de una Elisabetta nina junto al hijo de Maria...Aberración temporal, la muerte del hijo de Maria...Aberración històrica como las joyas de la corona. En fin un despropósito tres otro.
Maurizio Benini al frente de la orquesta no tuvo su major tarde y firmo una primera parte un tanto sobrepasada de volúmenes mientras que la segunda fue más acorde con lo que se supone que debe ser la partitura, aunque excesivamente lenta la cabletta final de Maria, no se si por decisión propia o por petición de Buratto.
Eleonora Buratto fue Maria Stuarda con luces y alguna sombra, la primera parte sobrepasada por el volumen orquestral culminado con una confrontación con Elisabetta sin apenas garra, cuando esto debe salir de las tripas pareció que fue un texto más, en la segunda bastante más entonada firmó un duo con Talbot muy decente y una plegaria auténticamente deliciosa, para acabar con una cabaletta vulgar con un tempo poco favorecedor y como ya por desgracia viene siendo habitual sin el agudo final (como en el resto de la ópera todo acaba abajo)
Silvia Tro Santafé quizás fue la major o al menos, la mas consatante de la tarde en el papel de Elisabetta aunque para mi gusto algo más de graves en algunos momentos no hubiera estado de más.
Desastroso Ismael Jordi como Roberto, el casi siempre seguro Jerezano esta tarde dió la de arena con seriós problemas durante toda la tarde ya empezó titubeante en la primera escena con un agudo ahogado, tampoco le ayudo el percance que pasó con el desmayo de una espectadora a los pocos minutos de empezar la ópera y que hizo parar unos instantes la función (por suerte pocos y la eficiente respuesta hizo que se atendiera a la espectadora de forma rápida) aún así entre el barullo que se formó y la parada el Bueno de Ismael ya no acabo de recuperarse (espero que la espectadora si)
Excelente el Cecil de Carlos Pachón el major de los secundarios se nota su paso por la Staatsoper en la tècnica y el buen gusto por el canto.
Coreectos tanto Manuel Fuentes como Laura Orueta en los papeles de Talbot y Anna Kennedy.

Sr. Wotan, buen viajero operístico.
A mi también me sorprende que la Yende que ya no es una ligera coloratura, cante todavía y solo la Olympia, usando ya en Valencia, cantó los 3 roles femeninos principales.

A ver que dicen los amigos valencianos, pero entre lo escrito por Wotan 74 y lo leído en Platea Magazine, no parece que la primera de las STUARDA en Les Arts haya resultado demasiado brillante.

Pues una verdadera pena lo de Ismael Jordi, a mí también me gusta mucho hasta ahora.

El añorado maestro Kraus gustaba repetir que el bel canto es precisamente eso, cantar bonito. Pues eso, nada más y nada menos que eso, es lo que hemos disfrutado esta noche en Les Arts con esta María Stuarda, segunda entrega de la prometida trilogía Tudor.

La emoción de la elegancia es lo que yo resumiría de esta función, porque si bien es cierto que no hay momentos arrebatadores, que no hay sobreagudos de los que ponen los pelos de punta (que normalmente no están en la partitura), que no hay momentos de emoción sobrecogedora escritos a sangre y fuego, sin embargo, sale uno con la emoción de haber contemplado una joya, una rara avis, unas gotas de esencia de canto y una puesta en escena sobria pero suficiente, de esos momentos que cada día son más difíciles de encontrar. Bravi tutti.

Por partes, ambas reinas, María y Elisabetta, interpretadas por Eleonara Buratto y Silvia Tro Santafé son sin lugar a dudas las triunfadoras. Enormes en todo, en acción dramática, en elegancia y en calidad de canto. Me encanta esa distinción a la hora de saludar a telón ya caido, y separándolas del resto del elenco.

La Buratto enorme. Sus fiatos maravillosos, sus forti bien valientes pero embridados al servicio de la partitura, elegancia justa, con momentos sublimes. Coloratura ejemplar…El aria de la plegaria final, simplemente de antología, bien es cierto que, acompañada en este caso, por el grandísimo coro de la casa. El dúo con Elisabetta resultó de muchos quilates, donde pese a la tensión (casquivana podríamos afirmar) del momento no empaña la calidad y belleza del canto.

La valenciana Silvia Tro, idem de ídem. Sólida, convincente, con gran voz capaz de cualquier cosa, voz con color, con volumen, y con más que solvencia escénica. Anduvo en el complejo personaje, mezcla de celos y de inquina, sobrada, con empaque y solvencia y, sobre todo, con gran belleza en el canto. Ay.

Y ambas sin estridencias, sin excesos, con sublime esplendor en todo, con comedimiento y armonía. Precisamente ahora que vamos a exportar la mascletá a la villa y corte (preparaos madrileños) va y resulta que nos mordemos los labios y esas tracas de gorgoritos y sobreagudos se quedaron, afortunadamente esta vez en las bambalinas del teatro, porque a escena salió sólo lo excelso.

En cuanto a Ismael Jordi, siendo un cantante al que le tengo simpatía personal, no siempre lo he visto tan bien como en esta función y es por ello justo decirlo. Magnífico en dicción, en emisión de voz, en presencia escénica y en distinción, gusto y estilo de canto.

Los comprimarios bien. Muy bien. Destaco al Talbot de Manuel Fuentes.

Mención aparte merecen el coro y la orquesta de la casa. Y, sobre todo, el maestro Maurizio Benini. Ya me gustó mucho el año pasado con Anna Bolena. Es un director de los de siempre, me repito, de los de frac y zapatos de charol. Un gran director belcantista, atento a los cantantes y a la orquesta con la que se le ve disfrutar, como la propia sesión de ayer, sin estridencias, sin otra cosa que no esté al servicio maravilloso de este gran Donizetti. Bravo.

Cabe hablar por último del montaje. Dudo que la directora finlandesa Jetske Mijnssen haya tenido presente escenas de una de las obras cumbre de Berlanga, me refiero al El Verdugo; o quizá sí, al fin y al cabo en ambas historias está latente la atrocidad de una ejecución. Pues bien, fue alzarse el telón y recordar la última escena de la película, con unos ángulos muertos, con una escena fría en la que las personas son contrapunto del vacío, con un punto de fuga dominante… y en eso básicamente se basa la escena: estancias cerradas, con una proyección hacia el fondo y con una movilidad inteligente de los cantantes que son suficiente para recrear la trama. El segundo acto, introduce un remedo de los tapices de la época, parecido a los que se encuentran en el parisino museo de Cluny, que es el único alivio que se permite la escena, pese a lo cual, no sólo no molesta sino que, por lo menos a mí personalmente, me resultó sugerente y atractiva.

Eso sin más, sin necesidad de recurrir al heteropatriarcado dominante, ni al yin y el yan, ni a darle una reinterpretación novedosa, ni a reflexionar acerca de “lo que verdaderamente Donizetti quiso decir””, ni nada de nada. Ni siquiera una ligera mención al cambio climático. Chico, se ve que allí no tienen subvenciones.

Un tirón de orejas último al público valenciano. Lo de siempre, sota, caballo y rey. Si viene Traviata hay que tener influencias para conseguir una entrada, hoy, con esta joya, con esta maravilla, tan sólo tres cuartos de entrada, siendo generosos. ¿Qué falla? ¿La difusión, la formación de la gente?... Decía Unamuno que el problema de España era un problema de cultura. Será.

Lo que yo sí estoy convencido es que la forma de enseñar música a los jóvenes no es la más adecuada. Uno de mis hijos, con once años, después de estudiar unos meses en un colegio del sur de Inglaterra me preguntó emocionado si sabía quién era un tal Chopin. La razón es que un profesor suyo, Mr. Robertson, les ponía los nocturnos mientras hacían manualidades. Un par de años después, ya en España, en clase de música no sólo no escuchaban a Chopin sino que todo se reducía a fechas, periodos, nombres… un desastre de datos y un cero en cultivar emociones. Sí va a ser lo de Unamuno.

Estuve el domingo 10 y fue muy disfrutable la verdad.

Tiene toda la razón en cuanto a los desmanes de las propuestas escénicas imperantes. Esta me gustó en global, pero me estorbaron mucho los figurantes que hacían de ensoñaciones de Rizzio muerto o de la propia Estuardo. En un espacio tan reducido (a posta, con esa intención que usted describe) no hacían otra cosa que molestar. Casi tenía que esquivarlos el/la cantante en cada momento para poder encontrar su espacio. Y verlos desfilar después hacia el mencionado punto de fuga me resultó aún más perturbador.

A ver si los/las directores/as de escena, además de respetar el libreto aprender a respetar el espacio que los intérpretes necesitan para desplegar todo su arte.

Poco, muy poco que añadir a la magnífica crónica del gran gato de la función del pasado miércoles a la que asistí en su gratísima compañía y la de Dufol, escoltado éste por su encantadora hija y y majísimo acompañante. Vamos sumando adeptos a la causa y además jóvenes, esto funciona!

Se trata esta María Stuarda de una de esas joyitas que uno encuentra y no sabe por qué estuvo tanto tiempo olvidada. Es una delicia creativa que sin estridencias, sin hacer ruído, sin grandes fuegos artificiales forma una unidad extraordinariamente homogénea que nos hace disfrutar desde el minuto uno. Hay repertorio, mucho repertorio por ofrecer, enseñar y descubrir al público, y aunque éste se resista a acudir a verla (demasiados huecos en la sala) hay que hacer como hacía Rufete (el que fuera jugador del Valencia), que encaraba al defensa por la banda y aunque le saliera mal el regate insistía de nuevo una y otra vez hasta que le desbordaba. Aquí lo mismo, quiero Stuardas y más Stuardas hasta que tengamos el teatro a reventar, y afortunadamente con el actual equipo directivo de Les Arts esto va a ocurrir.

Requiere esta obra de un sexteto de cantantes de un buen nivel para apreciarla en toda su belleza, y bien cierto es que los tuvimos. Las dos reinas estuvieron extraordinarias Silvia Tro, mezzo valenciana de enjundia, defendió el papel con bravura, graves en su sitio y espléndida línea de canto. Tuvo un desliz al inicio de su intervención (como si hubiera tenido un lapsus en el texto) pero fue solo un accidente que superó sin mayores problemas. Canta todo muy bien y la pena es que le falte (al menos de momento) ese "pellizco" que tienen los grandes y que le impide transmitir todo lo que debería, pero estuvo estupenda. Eleonora Buratto, por el contraio , si que tiene ese "aquel" que le hace estar un peldaño por encima de la media... soberbia, sencillamente soberbia. Mucho mejor que en su Bolena del año pasado , exhibió una voz preciosa, plena de armónicos, con fraseo exquisito, con un centro bellísimo y unos agudos potentes, pero su mayor virtud estuvo en la demostración de poseer un fiato digno de las grandes, de las más grandes, porque éste es un papel que requiere de él y que el tenerlo del nivel de la Buratto le da brillantez a la interpretación. La mejor demostración de ello estuvo en el aria de la plegaria donde solo flaqueó un poco en volumen en algunos momentos y se vio sobrepasada por nuestro maravilloso coro. Además, escénicamente se creyó el personaje y en la para mí mejor escena de la obra, cuando le suelta esas lindezas a la inglesita... parecía que se la iba a comer de verdad. hay que seguirla de cerca. Y con respecto a la Anna de laaura Orueta estuvo muy digna en su pequeño papel, que ya es bastante.

Y en el lado masculino he de romper no una, sino muchas lanzas en favor del jerezano Ismael Jordi, porque le vi en su mejor interpretación de todas las que hasta la fecha ha hecho en Valencia. Es un tenor de una profesionalidad que para si quisieran muchas de las estrellitas que pululan por ahí, pero hasta ahora siempre había sido para mi un cantante de "7", que cantaba bonito pero que no llegaba a despuntar en exceso pese a su buen hacer. Pues en esta función subió hasta al menos un "9" exhibiendo un Leicester belcantista puro, con una voz limpia como nunca le había escuchado, una dicción espléndida y una proyección adecuada que hacía que corriera por todos los rincones de la sala. Papel pestoso, ingrato (la tostada se la llevan siempre las dos reinas) con su difícil salida y posterior dúo con la reina donde Jordi dio una lección de saber cantar. Quiere ir dejando poco a poco estos papeles y adentrarse en repertorio francés , y alabo su decisión porque sabe lo que hace, no como otros que se lían a cantar Ducas y Edgardos cuando no tienen voz para ellos. Bravo maestro!! Destacar también el excelente bajo crevillentino Manuel Fuentes (alumno del gran profesional José Sempere) recreando un Talbot de graves rotundos y buena proyección, y al correcto Carles pachón como lord Cecil.

El coro fuera de concurso (estando todo dicho cada día nos sorprende aún más) y la orquesta espléndida con una cuerda que destacó sobre el resto bajo la dirección del maestro Benini que estuvo muy bien. Es maravilloso ver cómo lo marca absolutamente todo, da todas las entradas y lleva un control absoluto, espero verle pronto por aquí de nuevo.

Y ahora en breve a por la para mí esperadísima Rusalka, otro acierto de la programación.

A la puesta de escena de esta Stuarda le sobran todas esas entradas y salidas de personajes que son ininteligibles, por no hablar de los vergonzantes figurantes ensangrentados que se arrastran por el escenario. Sin toda esa parafernalia innecesaria, hubiera sido una puesta en escena sobria, con una escenografía adecuada y vestuario adecuados. Aparte de una buena dirección de actores, no necesita mucho más este tipo de óperas...

Disfruté mucho de Buratto y Silvia Tro. La primera, sin ser electrizante (como Gruberova en el Liceo allá por 2003...), ofreció una Stuarda completísima. Lástima que no se atrevió a cerrar con sobreagudo en los dos finales de acto... Me encanta Silvia Tro, con ese color vocal tan personal, ese fraseo incisivo, la entrega total con los medios vocales de los que dispone (menores que los de Buratto, pero exprimidos al máximo). Solo echo de menos un poco más volumen en esta mezzo (o una mayor proyección...).

Ayer asistí a la última función de María Stuarda, todo ha quedado perfectamente explicado por mis compañeros en las anteriores crónicas, con las que estoy prácticamente de acuerdo, pero bueno, aportaré mi pequeña opinión.

Como han explicado, en conjunto ha estado muy bien, y es que es lo de siempre, buenos cantantes, buena orquesta, buen coro, Donizetti....éxito asegurado. El único problema que puede surgir es que algún “genio” director de escena, venga y lo estropee. En este caso aunque la puesta en escena no era ninguna maravilla, por lo menos no molestaba. Anoche ya surgió el comentario, estamos temblando con el Ballo, en el que viene como director de escena Rafael Villalobos. Con que “genialidad” nos sorprenderá?, estaremos suficientemente educados? seremos capaces de estar a su nivel?, llevo varias noches sin poder dormir.

Estamos teniendo la suerte de tener en la trllogía de los Tudor a una serie de cantantes que están demostrando estar en un buen momento, y que nos han ofrecido unas representaciones de calidad, tanto en Ana Bolena como anoche (y espero que en el Roberto Devereux del año que viene).

La Buratto (Stuarda) estuvo igual de espléndida que en Ana Bolena, es una soprano a la que se le nota seguridad en su canto, con un buen fiato, y magníficos pianísimos, a la vez de buenas interpretaciones actorales. En la “Figlia impura de Bolena”, le dijo más que a un perro a Elisabetta (varias veces lo de me gusta la fruta), yo creía que se le tiraba al cuello, si no lo hizo creo que fue porque estábamos nosotros allí, y todo ello con una voz extraordinaria. Espectacular.

Silvia Tro Santafé (Elisabetta) es una mezzo que siempre responde, no es una figura (hay veces que no se por qué), pero siempre está a un buen nivel. Tiene una buena voz y nunca defrauda. Muy bien.

Ismael Jordi (Leicester) también le tiene cogido el punto a un papel que lleva representando cierto tiempo. Es un cantante muy metódico, que canta lo que tiene que cantar, y que le pasa como a Santafé, nunca defrauda. Bien.

El resto correctos en general.

El Coro como siempre a un gran nivel, su director Francesc Perales lleva muchos años haciendo un trabajo extraordinario. Muy bien.

La Orquesta tampoco falla, sobre todo si tiene al frente un director que sabe lo que tiene entre manos. Maurizio Benini es un especialista en este tipo de óperas y ayer lo demostró, llevándola con exquisita suavidad y cuidando especialmente a los cantantes, que solo sufrieron en algunos momentos cuando el Coro se lanzó al ataque. Muy bien.

La puesta en escena... pues con algunas de las tonterias de siempre. En el entreacto me preguntaban mis amigos Llevantis y Rafa, que significado tenía que Leicester cogiera del cuello a las mujeres que pululaban alrededor de la Reina y cayeran al suelo (otras sin cogerlas). Mi respuesta fue que yo iba a preguntárselo a ellos, ni idea. Cosas del cambio climático .

Bueno y nada más por este año, espero que sigamos disfrutando muchos años más de este virus maravilloso de la ópera, que no lo cura ni una vacuna ni cincuenta.

Y ante todo Feliz Navidad y mucha salud, y ya sabéis, después hay que apuntarse al gimnasio para rebajar todo lo rebajable. Se paga el primer mes y ya está...

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Era tan pobre que solo tenía dinero
La vida está llena de pequeñas cosas que son las que te hace feliz

Ojo con ese Ballo que les puede ofertar Villalobos!! (y con Meli de Riccardo )

En el Liceo , un par de meses antes, coincidencia a priori de Amalias con les Arts ( Anna Pirozzi, aunque en el Liceo se turnará con Saioa Hernández en el Cast alrnativo ).
A priori, muy interesantes los 2 Oscar previstos tanto en el Liceo como en Les Arts ( Sara Blanch y Marina Monzó )