Aunque ya se ha comentado todo sobre el Romeo et Juliette del Euskalduna, quería compartir algunas impresiones. En primer lugar, era la primera vez que acudía al Euskalduna y lo hacía un poco temeroso de no poder disfrutar de las voces de manera adecuada, pues amistades de gran solvencia me habían dicho que dada la enormidad del auditorio las voces podían quedar bastante diluidas a no ser que estuvieras muy cerca, pero eso significaba gastarte una fortuna por los altísimos precios de las funciones de ópera. Al final me decidí por unas entradas realmente muy laterales, cerca de los tubos del órgano, pues tenían un precio “razonable”, estaban un poco en alto, pero bastante cerca del foso y del escenario. Y la verdad es que para mi sorpresa escuché las voces estupendamente. Estaba del lado derecho y lógicamente no podía ver el fondo del escenario de la parte derecha, pero sí podía ver toda la embocadura del mismo. Por algo más de 100 euros pude ver y oír bastante bien en el recinto bilbaíno, cuando en el Teatro Real hay entradas de paraíso que están por los 90 euros y no se escucha ni se ve de manera tan satisfactoria. Y aunque en el Real me voy a entradas mucho más baratas, esos euros que me gasté en el Euskalduna estuvieron bien justificados por cómo oí y cómo escuché. Así que a partir de ahora asistiré con alguna frecuencia a las funciones de la ABAO, sobre todo cuando en viernes o fines de semana esté en Santander, pues es muy factible ir y volver en bus y así no tener que llevar coche ni pagar aparcamientos. Además, los de la ABAO, para determinadas funciones (creo que al menos una para cada ópera) tienen un servicio de autobús específico para asistir a las mismas, y no solo desde el País Vasco, sino desde otros puntos como el mismo Santander. Lo que pasa es que en este caso no era en fin de semana. Ojalá otros teatros tuvieran iniciativas similares.
Mi función fue la famosa del bis de Nadine Sierra y, para mi sorpresa el Euskalduna presentaba muchas butacas vacías, quizás un 30 por ciento o más. Esto me sorprendió bastante dado lo atractivo del elenco.
Sé muy poco de ópera francesa, aunque he escuchado anteriormente el Romeo de Alagna y la Juliette de Yoncheva en el Real, y no puedo valorar si estilísticamente la soprano norteamericana tiene los papeles en regla; lo que sí me quedó claro es que estaba pletórica de voz. Me pareció que mejor incluso que en su aclamada Sonnambula del Real en donde la escuché en dos funciones. Como ya ha dicho Tucker en otras ocasiones su voz tiene mucho más cuerpo que el de una lírico ligera al uso y se va aproximando al de una lírica. Pocas veces he escuchado una voz correr tan generosamente, con tanta presencia, con tanta entrega. El bis ya sé que no estará justificado pero lo viví como un regalazo, porque después de cantar con tanta intensidad, repetir ese fragmento con la misma entrega, cuando en el mundo actual de la ópera sufrimos una epidemia de raquitismo vocal, y muchas renombradas sopranos que cantan, por ejemplo, la Adina del Elixir, se tienen que reservar para su aria hacia el final de la ópera, pues que quieren que les diga, me parece un acontecimiento y algo excepcional que una soprano sea capaz de esa entrega y ese nivel canoro. Es verdad que la Sra, Sierra nos produce algunas que otras frustraciones con sus cancelaciones, como las Liu del Real y ahora las del Liceu. Pero cuando canta hay una diferencia enorme entre ella y el resto de cantantes de su cuerda. Sencillamente ella está en otro nivel. Me pasa un poco como como con Netrebko, Radvanoski, y no digamos Lise Davidsen. Las dos primeras quizás con un cierto desgaste por los años de carrera y/o el repertorio, pero todas ellas están marcan una diferencia enorme con sus colegas. Sierra, en otra cuerda, es capaz de ofrecer una noche de gran intensidad vocal, de gran emoción; se desmarca de sopranos que sacan adelante el papel, con profesionalidad, pero no pueden ofrecer semejante brillo vocal. Seguramente en la Manon del Liceu no estuvo tan bien porque ahí entran en juego otros factores que a ella se le escapan y no basta con tener una voz estupenda. Es verdad que, en su aria, que requiere bastante agilidad, etc, su voz actual no la permite hacer las cosas que sí puede una voz más ligera, pero dudo que en los próximos años vaya a escuchar una Juliette mejor que ella.
En cuanto a Camarena, tengo que decir que iba lleno de prejuicios en contra, debido a sus dos últimos recitales en el Real, que me parecieron decepcionantes, y especialmente el último, que me pareció una tomadura de pelo, con dos arias de ópera que ni fu ni fa, una voz empequeñecida comparada con la de él mismo de hacía unos años y un registro agudo sin el brillo de antaño. La versión de Granada fue absolutamente irritante y caprichosa, iniciada con un agudo a desmano, que yo pensé que era para disimular las carencias si cantaba una versión “ortodoxa”. Y cuando cantó con micrófono, con una voz exageradamente amplificada, al interpretar con los Mariachi, ya me pareció demasiado. Y eso que me encantan los Mariachi, pero yo iba a un recital de ópera y no a un concierto de Il Divo. Asumí que el Camarena de aquella Fille y aquellos Puritani, el que cantaba con una voz de lírico ligero pletórica, que corría de maravilla y que no se amedrentaba con los agudos estratosféricos, que prodigaba con una facilidad y seguridad inusitada, pues simplemente ya no estaba. Y cuento todo esto porque me parecía que el estado vocal del Camarena que iba a escuchar en el Euskalduna iba a ser muy por debajo de lo que finalmente ofreció. Quizás el tener que cantar junto a Nadine le obligó a crecerse y a arriesgar más. Aún así, al lado de la soprano no podía estar a su mismo nivel, pero lo encontré mucho mejor que en sus últimos dos recitales del Real, con una voz no tan empequeñecida, tan disminuida como en Madrid, Esperaba que en el último agudo (creo que un Sib4 o Si4) del Ah leve toi soleil, ofreciera alguna regulación, y lo acabara apianando, pero lo que ofreció fue un agudo en forte, desde mi punto de vista, un pelín muscular. En definitiva estuvo bastante audible, mejor de lo esperable. Y me temo que está en una encrucijada, pues ya no puede cantar su repertorio anterior con la facilidad de antaño, pero la voz no ha crecido, quizás al contrario, y no es la idónea para un repertorio más lírico.
En cualquier caso fue una noche fantástica y, aunque como dijo Tucker, Benjamin Bernheim puede ser mejor candidato para el Romeo, es difícil hoy reunir un elenco protagonista mejor. Todavía recuerdo, en el recital de Kaufmann en el Real, que comenzó con un Ah leve toi soleil sencillamente berreado, inadmisible para un cantante de su fama, que menos mal que luego sí pudo estar a una gran altura en el fragmento de Siegmud, con un fraseo y unos wälse de gran nivel.
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