La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria ha representado este viernes en el Auditorio Alfredo Kraus una versión de concierto de
Luisa Fernanda que se repetirá en el Teatro Real el próximo día 25
Antes de escribir nada al respecto, quisiera puntualizar que vi la función desde una de las primeras filas de platea, cosa que no hacía desde 1976 (en espectáculos musicales soy aficionado a las alturas). No encontré la experiencia especialmente estimulante; es posible que ello haya influido alguno de los comentarios que siguen.
El rol titular lo defendió brillantemente
Elīna Garanča, que cumplía su sueño de protagonizar una zarzuela. Y la verdad que es un placer ver a una cantante extranjera de su categoría amar de esta forma nuestro género patrio. Ha cuidado mucho el acento y, dado lo bien que enuncia, se le entendía mejor que a algunos de los partiquinos "nativos". La voz es puro terciopelo y la técnica excelente. Además, lucía espectacular en su traje rojinegro
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María José Moreno estuvo sencillamente magnífica como Carolina. Parecía que Moreno Torroba hubiera escrito el papel de la duquesa granadina pensando en ella, tan bien se adaptaba a sus características vocales. Y si añadimos la muy solvente mezzo
Milagros Martín como Dª Mariana, tenemos un elenco vocal femenino difícilmente superable hoy día en una zarzuela.
Luis Cansino sustituyó a penúltima hora al incialmente previsto José Antonio López como Vidal Hernando. Su voz, aunque no es grande, resulta agradable al oído, especialmente en el registro medio. Hizo gala de una buena línea de canto y de un buen legato, y supo caracterizar bien el papel del romántico perdedor. Se llevó las mayores ovaciones de la noche.
Ismael Jordi cantó con gusto e inteligencia, aunque estuvo un poco reservón y dio algún paso en falso en su dúo con la Duquesa. Me comentaron que había estado enfermo y que en los ensayos se había limitado a marcar su parte.
La O.F.G.C. estuvo lucida; como es costumbre en él, su titular
Karel Mark Chichon se concentró en producir un sonido brillante y colorista y tuvo pocas contemplaciones con sus cantantes.
No puedo dejar de mencionar la sobresaliente prestación del Coro de la OFGC, que mostró un empaste excelente y tuvo la ductilidad suficiente para sonar, por ejemplo, encantador en la mazurca de las sombrillas o amenazante en la escena revolucionaria. Lamentablemente, en Madrid no tendrán ocasión de escucharlo, dado que lo reemplazará el coro del Teatro Real.