Sí, sí, claro. Yo soy el primero que disfruta una barbaridad de la pirotecnia vocal, aunque no esté escrita, y por mi parte, es casi lo que espero de una soprano ligera, así que no sólo no me disgustan los sobreagudos interpolados, sino que me encantan. Pero creo que no siempre se acierta con las variaciones, y este caso creo que es uno de ellos, donde Blanch está más acertada que Sáenz.
El cuarteto final de la ópera,
La moral di tutto questo, está compuesto en la tonalidad de Si bemol mayor, y concluye con la típica cadencia perfecta de dominante-tónica, en sentido descendente. Lo que suele ser más común, en esta cadencia y en casi todas cuando se quiere dar un potente sobreagudo, es subir una octava la nota final, la tónica, volviendo la cadencia ascendente. Es esto lo que hace Blanch: sostiene un si bemol final una octava por encima de lo escrito, dejándolo impolutamente colocado y con una emisión perfecta. En el caso de Sáenz, lo que hace es aumentar una octava también la dominante, manteniendo la cadencia descendiente originalmente escrita, aunque todo una octava más alta. Pero claro, en la escala de Si bemol mayor, la dominante es el fa natural. Conseguir colocar y emitir bien un fa natural sobreagudo son palabras muy mayores, por muy soprano ligera que seas.
Ambas sopranos son capaces de llegar a esa nota (ambas han cantado la Reina de la Noche. Blanch en el Liceo, Sáenz en Oviedo), pero, en mi opinión, la diferencia entre lo sublime y lo estridente es muy pequeña “a esas alturas”. Y creo que es lo ha ocurrido en este final de Don Pasquale de Sáenz: por mucho que me gusten los sobreagudos, en esta ocasión me suena muy estridente.
Lamentablemente, no hay grabación de estas funciones con Sáenz, pero sí se aprecia en
este anuncio de una producción que se hizo en Sabadell la primavera pasada, donde hizo lo mismo. Segundo 35 del video.
Un saludo!