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 Asunto: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 31 Ene 2022 5:07 
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En 2019, el Teatro Real, por segunda vez en su nueva trayectoria artística, se ponía manos a la obra con la prueba de fuego por antonomasia para cualquier teatro: El Anillo del Nibelungo, de Richard Wagner. Como viene siendo habitual en muchos teatros, se ha programado a ópera por temporada. He de decir que otra oportunidad perdida se ha dejado pasar, para representarlo como se debe, en una semana. Así se hizo en Valencia en la mítica producción de Les Arts con la Fura y Mehta, y así quería hacerlo, se dice, Gerard Mortier en el Real, si la muerte no se hubiera interpuesto en su camino. Este Anillo madrileño, ha visto, de alguna manera, un ocaso: el de la antigua normalidad. Cuando empezó en enero de 2019, nada hacía presagiar la pandemia que se nos venía encima. Incluso durante las funciones de Valquiria en febrero de 2020, las últimas antes del cierre total, cuando ya se empezaban a diagnosticar los primeros casos de Coronavirus en España, pero aún no arreciaba el temor. Luego, cuando parecía imposible seguir con la empresa debido a las limitaciones de aforo, los toques de queda la distancia de seguridad y la ferocidad de la segunda ola, el Real montó un exitoso Sigfrido en febrero de 2021, cuando ningún otro gran teatro fuera de España estaba abierto todavía y solo daban streamings sin público.

"El Ocaso de los Dioses" es el gran capítulo final de esta saga. El Ocaso es una tetralogía dentro de la Tetralogía: un prólogo y tres actos, una estructura que alude a la obra. Un prólogo que nos resume la acción precedente, un gran conflicto entre dioses y humanos, las trágicas interacciones entre humanos, criaturas y semidioses. En esta ópera, y a lo largo de sus restantes tres actos, el testigo lo recogen principalmente los humanos, aunque lo único que hacen es concluir la senda que llevará a la destrucción de los dioses y del orden establecido. Sus conflictos, pasiones y ambiciones no son diferentes de las divinidades y demás seres fantásticos de las anteriores óperas, y la creciente tensión a medida que pasan los actos conlleva a la catástrofe. Pero pese a que esta acecha a lo largo de cuatro horas y media de obra, al final Wagner desea enviarnos un mensaje de esperanza. No todo está perdido: han desaparecido los dioses y todos los que arrastraban la maldición del anillo, pero los humanos tendrán una nueva oportunidad, que vendrá con la reconstrucción, con una nueva era. Por eso, del alguna manera, este Anillo estará ligado al Covid y a sus consecuencias, en el recuerdo del público que lo ha visto.

La última vez que habíamos visto el Ocaso en el Real, en 2004, fue en la producción de Willy Decker, y dirigida por Peter Schneider. Una producción en la que hubo bastante alboroto: el tenor previsto solo cantó el día del estreno y perdió la voz en la segunda función, teniendo que recurrir al cover tras una hora de pausa, por no hablar de la cercanía del atentado del 11M, que suspendió una función, la del 12 de marzo de 2004, en señal de duelo nacional. Estuve en el estreno, pero fueron pocas las alegrías: el viento metal desafinó al menos siete veces en el prólogo, y de las pocas cosas buenas que hubo, el gran Eric Halfvarson como Hagen.

Ahora termina de nuevo el ciclo, dieciocho años después, y a lo largo de estos tres años, los madrileños lo hemos visto en la versión postapocalíptica de Robert Carsen, procedente de la ópera de Colonia, a la que algunos han llamado el "Ecoanillo". Una visión donde la polución, la degradación de la naturaleza, tan importante en esta obra, intensifican los conflictos de pasiones y poderes en un mundo ya condenado de antemano. Para Carsen, la obra empieza y termina con contaminación, sin posibilidad alguna de esperanza y regeneración, y sin que los principales agentes responsables hagan algún intento por remediarlo, solo retrasar lo inevitable. Como bien ha señalado la prensa, esta visión, en su conjunto, cobra cada vez más vigencia. Cuando este montaje se estrenó hace 22 años en la Ópera de Colonia, parecía una visión distópica. Aún sigue pareciéndolo, pero tras la pandemia, ya parece más una seria advertencia de lo que podría pasarnos si no actuamos, que mera ficción.

Nada más entrar en la sala, de nuevo nos saluda ese tétrico telón metálico que nos ha acompañado a lo largo de todo el ciclo. En esta ocasión, el prólogo tiene lugar en el salón del palacio (el Walhalla) que hemos visto anteriormente, pero ahora con todos los muebles recogidos, y las tres Nornas limpian apáticamente, hasta que empiezan a hilar el hilo del destino, mientras que una bella luz anaranjada, impecable trabajo de Manfred Voss, ilumina la escena. La roca de las Valquirias vuelve a ser ese paisaje desolado y lleno de restos de armaduras de los héroes, donde Brunilda y Sigfrido retozan alegremente. Cuando el héroe parte, se levanta el decorado para mostrar una línea de fuego real, que cruzará, siendo uno de los grandes aciertos del montaje. En el primer acto, vemos de nuevo el salón del palacio en orden. Los Gibich y su ejército tienen la misma estética fascista que tenían los dioses, lo que indica que la dictadura de aquéllos ha sido sustituida por una de humanos. Incluso hay dos mapas del Rin y de las ciudades a su paso. El vestuario de Patrick Kinmonth es también importante en esta estética. Gunther es ahora el líder, vestido como lo estaba Wotan, pero un líder pusilánime, guiado por el siniestro Hagen, vestido todo de negro, quien le manipula a él y a Gutrune, aquí representada como una lolita con ropa de instituto. Sigfrido va vestido una vez más con su vestimenta de soldado. Kinmonth acerca la ambientación peligrosamente al fascismo de los años 30, a juzgar también por la caracterización del coro femenino. Un efecto muy usado en escena es que en el final del primer acto, Gunther aparezca físicamente, mientras que el tenor que interpreta a Sigfrido cante fuera de escena.

El segundo acto empieza con Alberich emergiendo de las tinieblas, poniendo primero sus manos encima de la cabeza de Hagen, para luego aparecer y mecer la silla de este, mientras vigila su sueño. De nuevo la iluminación hace aquí maravillas, proyectando la sombra de los personajes, dándole un toque tétrico. Es el segundo acto el más espectacular a nivel visual, con una lujosa ceremonia nupcial, con el coro izando banderas y sirviendo un convite. El tercer acto es sin embargo, el más impactante. Se abre el telón que nos lleva a una escena familiar: las Hijas del Rin vestidas como pordioseras, aseándose mientras el río está lleno de desperdicios y chatarra. De hecho, Siegfried sopla en una manguera que usa a modo de cuerno, mientras Hagen, Gunther y el coro se unen, y todos se sientan alrededor del héroe, incluso sobre la basura, para oír sus primeras aventuras. Al final, Brunilda canta sola su Inmolación: Carsen la hace cantar su monólogo final en con el telón bajado, con la protagonista en el borde del escenario, compartiendo con el público sus sentimientos y reflexiones. Finalmente, el telón se vuelve a abrir para mostrar el fuego real en escena, llena de humo esta vez, con Brunilda abriéndose paso en medio de la lluvia para luego desaparecer, pero esta lluvia no purifica nada, simplemente apaga el fuego, dejando un escenario vacío, yermo, sin atisbo de vida: la destrucción se ha consumado y ya solo queda la nada. Y con la última nota, cae el telón lentamente, devorando todo atisbo de luz.


Pablo Heras-Casado concluye su aproximación al Anillo con este Ocaso al frente de la Orquesta del Teatro Real. No es esta una obra fácil, dada su extensión y su riqueza orquestal. El maestro granadino ha dirigido una versión en la que podría decirse que acompaña y además se deja oír, y con momentos destacables, pero menos que el año pasado en Sigfrido. La obra empieza con un emotivo saludo al mundo, pero la melodía que era alegre en la jornada anterior, ahora es triste y melancólica, recreando la noche. En este punto, la orquesta empezó con buen pie, ya que al distribuir (cumpliendo las medidas de seguridad) parte del metal en los palcos, al tocar la primera nota, ésta parecía emerger de la tierra, además empezando con un tempo más lento, lo que convenía a ese saludo de la madre naturaleza. El primer y el segundo acto tuvieron una evolución positiva, aunque con unos tiempos un tanto lentos. La excelentes maderas del Real brillaron una vez más, aunque la cuerda esta vez no pasó de lo correcto, especialmente en el Viaje por el Rin. La que no pareció tener un buen día fue la percusión, sonando demasiado aparatosa. De hecho, el tutti final del segundo acto fue quizá el punto más bajo, con la orquesta perdida. En el tercer acto la cosa mejoró sensiblemente, con el viento dando una memorable interpretación del preludio y muy destacado en la primera escena. La marcha fúnebre fue emocionante, y se apreciaba el esfuerzo de los músicos, pese al deslucimiento de la percusión una vez más, pero fue sacado con dignidad. En el gran final, la orquesta cerró bien su intervención, aunque no como en la marcha fúnebre. Sin embargo, la bellísima y espectacular nota final que cierra el ciclo, que en tan poco tiempo nos evoca la esperanza surgida de la destrucción, fue tan maravillosa en manos de la madera, que se fundía con el telón bajándose lentamente, que hizo que cerrase de forma conmovedora la función. El Coro Titular del Teatro Real volvió a demostrar su vigorosa sección masculina, tanto en en el segundo acto (aunque algo tapado por la orquesta al princicpio), como en el tercero: potentes las voces fuera de escena en los "Hoiho, Hoiho" a cappella con el que se comunican con Sigfrido. En la gran escena coral del segundo acto dieron una gran interpretación del coro nupcial "Heil dir Gunther", además de ser excelentes actores: uno podía ver su rudeza en el tercer acto.

Andreas Schager no solo interpretó a Sigfrido, el héroe de la obra, sino que lideró el reparto de principio a fin, estando a un nivel superior al resto del elenco. El tenor austríaco no solo repitió su notable interpretación del año pasado, sino que la superó por momentos. Si bien empezó algo discreto en el Prólogo, desde el primer acto exhibió su vigor vocal y su volumen, llegando a una potente intervención en el segundo acto en Heilige Wehr, Heilige Waffe, su famosa escena de juramento. Igualmente sorprendió en el tercer acto con la narración de su vida, donde realmente logró su otro mejor momento, con un torrente vocal, con un timbre heroico y juvenil. No obstante, parece que la tesitura más alta del personaje parece escapársele, especialmente en el agudo tercer acto, que sustituye por un portamento. Durante la escena de la muerte de Sigfrido, la voz quizá estuvo un poco exenta de volumen, pero la interpretación del héroe agonizante fue impecable. Aun así, no cabe duda de que el tenor consigue resistir la mayor parte de la obra, sin sonar mal en ningún momento, lo que ya es bastante meritorio.


Ricarda Merbeth interpreta una vez más a Brunilda, y una vez más la voz no es la adecuada para la valquiria, pese a todo el empeño que pone. Su timbre es mas bien lírico, quizá demasiado para el personaje, lo que a veces lo limita; teniendo que recurrir a veces a forzar la voz. El grave suena muy desgarrado. No obstante, el temperamento artístico de esta soprano le permite sacarlo con dignidad, e incluso el agudo parece beneficiarse de esto en el acto segundo, sonando furibunda en la terrible escena Betrug, Betrug y pronunciando la famosa línea Starke Scheite con gran belleza. Precisamente en su gran escena final demostró sus capacidades interpretativas, con una versión introspectiva e íntima de la Inmolación.

Stephen Milling como Hagen fue decepcionante. Millling tiene un bonito timbre, pero le falta volumen. Y en un personaje como Hagen, eso es un gran problema, porque el principal villano de esta ópera necesita imponer, aterrorizar, y para ello se necesita una voz oscura, de verdadero bajo profundo. Este Hagen podrá ser siniestro, pero no da miedo. En el segundo acto mejora su interpretación, pero en su famosa escena Hoiho, ihr Gibichsmannen no resulta impactante, e incluso durante un momento la orquesta parece querer taparlo. Su mejor momento es la primera escena del segundo acto, en ese oscuro dúo con Alberich donde habla desde su sueño.

Lauri Vasar como Gunther tampoco estuvo abundante de voz ni de volumen, resultando en una interpretación poco más que discreta.

Martin Winkler no tendrá la voz más agradable para Alberich. De hecho, suena gutural, pero para su única escena, el sueño tenebroso de Hagen, la voz es conveniente para el personaje, lo que hace que Winkler consiga una buena interpretación.

Micaela Schuster como Waltraute tuvo una de las grandes interpretaciones de la noche, con una voz que se deja oír, y con un bello grave, y generoso volumen.

Amanda Majeski interpreta a Gutrune. Majeski cantó Mozart en el pasado en el Real, concretamente en La Clemenza di Tito. La voz suena más dramática que juvenil y deliciosa, y ese timbre oscuro le quita dulzura al personaje, pero su interpretación es notable.

En cuanto al resto del reparto, las Nornas mantuvieron un nivel correcto. Mención para Anna Lapkovskaja, quien hizo una Primera Norna de bella voz, y para Amanda Majeski, quien aquí está mejor de Tercera Norna que de Gutrune. Las Hijas del Rin estuvieron a un nivel discreto.

Al terminar la función, el telón se volvió a levantar para que primero Merbeth recibiera los primeros aplausos en solitario tras su tremenda intervención. Después saludaron los demás artistas, con ovaciones para Milling, Merbeth, Schager y el director Heras-Casado. El teatro estaba altamente ocupado, y lo que llamaba la atención poderosamente es ver la cantidad de gente joven que había. Hace 20 años, cuando el Real daba sus primeros pasos como teatro de ópera moderno tras su reapertura, parte del público recelaba, se aburría en las obras de Wagner, como recuerdo algunos comentarios en foros y pasillos. Ahora sucumbe a la pasión wagneriana. No puede ser de otro modo: la música de Wagner alcanza en únicamente en el teatro sus máximas cotas de disfrute y catársis artística.

Una vez más, Wagner, ha triunfado en Madrid, y el Real termina así su segunda versión del Anillo. Siempre que se termina de ver un ciclo uno siente haber llegado al final de una gran aventura, tras la cual nada es igual. Han sido tres años en los que los madrileños hemos disfrutado en vivo de la gran epopeya musical de Occidente, manteniendo la intriga año tras año. Ahora solo queda pasar página, lo que siempre cuesta después de escuchar cada versión de esta obra, esperando que la próxima vez que la volvamos a ver sobre este escenario disfrutemos tanto o más, y sobre todo, que no pase tanto tiempo.

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 01 Feb 2022 0:46 
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Estuve el domingo 30 y suscribo gran parte de lo que dice angelparsifal. Sin embargo me sorprende ver tantas críticas entusiastas hacia Schager. Personalmente el timbre no me gustó nada, aunque me pasa con casi todos los heldentenores que escucho (y extendiéndolo mucho hacia un plano más lírico, y con el riesgo que puede suponer decir esto en un foro como éste, también me pasa con el maestro Kraus).


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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 01 Feb 2022 16:12 
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angelparsifal escribió:
Siempre que se termina de ver un ciclo uno siente haber llegado al final de una gran aventura

Sobre todo si se representa en años consecutivos y con una pandemia de por medio (aunque no sé yo si Tip estará de acuerdo con todo esto)...

En mi modesta opinión, el Teatro Real no se habrá puesto realmente de largo (como coliseo internacional) hasta que proponga la Tetralogía en una sola temporada...

A propósito: gracias por la extensa crónica.

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 02 Feb 2022 13:06 
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Alberich el Negro escribió:

En mi modesta opinión, el Teatro Real no se habrá puesto realmente de largo (como coliseo internacional) hasta que proponga la Tetralogía en una sola temporada...

A propósito: gracias por la extensa crónica.


Si Mortier no hubiera muerto... quizá la hubiéramos tenido.
En tiempos modernos solo se ha puesto el Anillo en una semana solo dos veces en España: en Canarias en 2006 con el Mariinsky de Gergiev y en 2009 con el famoso Anillo en Les Arts.
Antes de eso, el último Anillo en una semana hecho en España fue en ¡1941! cuando Franz Konwitschny lo dirigió en el Liceu con la Ópera de Hamburgo.

Pero me pregunto si hoy en día habría público, y sobre todo dinero, para hacerlo en una semana en Madrid. No obstante, lo considero de rigor. Ojalá en una década el Real se anime.

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 02 Feb 2022 22:05 
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Alberich el Negro escribió:
Sobre todo si se representa en años consecutivos y con una pandemia de por medio (aunque no sé yo si Tip estará de acuerdo con todo esto)...
Yo encantado de que se haga todo seguido. Es más, propondría que se representara en mayo, cuando el 1 y el 2 hagan puente con sábado y domingo. Una ópera cada día. Con Kaufmann y Davidsen.

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 04 Feb 2022 12:28 
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Función del jueves 3 de febrero

5 horas y media metido en el teatro. Qué desazón.
La conocida capacidad de síntesis del señor Wagner.
Al menos, y lo repito, es un tipo muy didáctico: para que no te pierdas (o que se te hayan olvidado las cosas desde el año pasado) en todas las óperas te va contando muy claramente lo que ha ocurrido antes. Una especie de "en episodios anteriores".

Fin de la Tetralogía.
Sensaciones enfrentadas acerca de las direcciones musical y escénica.
En cuanto a la orquesta sí, ha sonado "bien" pero le ha faltado un punto de magia. Es difícil describirlo. No es intensidad, es capacidad de transportarnos al universo irreal de leyendas de dioses. La marcha fúnebre, muy efectista, fue lo mejor de la noche, pero el final se me quedó corto de inspiración. No sé, cosas mías.
Y la puesta en escena acorde con el feísmo de las anteriores jornadas, mostrando la desolación de un mundo postapocalípitco, muy MadMaxero. Bien solucionado en el castillo de los guibichungos y el bosque, muy reguleras en la roca de Brünnhilde.

Vocalmente, pues destacar el Sigfried de Andreas Schager, que da gusto oírlo con esa amplitud y valentía que tiene.
A Ricarda Merbeth se le puede achacar que su voz ya no tiene cuerpo suficiente para el papel. Pero su entrega es total, no se amilana a la hora de subir al agudo y, francamente, a mí me da igual que quede un poco chillado. Es Brünnhilde, una tía salvaje y burra donde las haya. De fina no tiene nada.
Para finas, Gutrune Gibich (Amanda Majeski), con el rol más currado escénicamente, una Gutrune sufriente y frágil. Papel bien servido.
También hizo de una de las nornas pero, sinceramente, me resulta una escena soporífera y como está en el inicio de la obra aún no me había metido yo dentro de la ópera, no puedo hacer apreciaciones.
Simpáticas y empastadas las Hijas del Rin, bastante bien.
Totalmente acorde a su inane rol o precisamente inspirándose en él, Lauri Vasar cumplió discretamente como Gunther.
Decepción con Hagen, totalmente escaso por arriba y por abajo. Su única baza es cómo se recrea en la dicción.
Y bien el Alberich en su cortito papel.
Finalmente, estupenda Michaela Shcuster en Waltraute. Volumen, amplitud, capacidad de transmitir. Excelente. La mejor de la noche.

Las sensaciones fueron bastante positivas al terminar la ópera.
Mis amigos volvieron a recriminarme el llevar una camisa estampada (¡y eso que era blanca y negra!), mientras que de la chica con el top dorado de lentejuelas de detrás ni mu.
De los tejemanejes de cambios de asiento de mis vecinos ya no digo nada que aburro.

Y ya una cosa totalmente extramusical pero clamorosa.

¿Quién ha diseñado ESTE ESPANTO de cartel?

Imagen
https://imgur.com/8je4BEL
https://imgur.com/AeRoMyv

Es que lo tiene todo: el mapa del Rin por si nos perdemos, el héroe, la valquiria, el río, el anillo con inscripciones rúnicas, la mano de las hijas del Rin, la lanza/bandera, el fuego, la copita de verdejo (será Riesling) con la pócima, las tres nornas, las cuerdas, al fondo el resplandor del Walhala... Y si me apuras hasta el follón de en medio al fondo podría ser la escena de caza. ¡ PARFAVAAAR ! ¿Nadie ha oído hablar del horror vacui? ¡Que le pones a dos tipos bailando delante con faldas y el torso desnudo y parece la actuación de las Tanxugueiras!

Si vais al teatro en el vestíbulo está el mismo horror pero además ¡en movimiento! La mano de supuestamente una de las hijas del Rin se mueve en plan película de terror de la saga de Expediente Warren.

Hasta dentro de un par de semanas, que tenemos... El Abrecartas (sielos).

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operitas


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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 04 Feb 2022 15:42 
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pasaelmocho escribió:
Hasta dentro de un par de semanas, que tenemos... El Abrecartas (sielos)
.Con Luis de Pablo recién fallecido.

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 04 Feb 2022 21:54 
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Pues mocho, yo soy muy fan de la escena de las Nornas. No así de la primera escena del primer acto :lol:
Ese preludio con el que inicia la obra, toda la música evocadora de la noche, como si estuviéramos escondiéndonos del todopoderoso Wotan, contando la historia...

Sobre Brunilda, que es una burra no lo niego, pero creo que también tiene su lado brusco, y eso no lo logra una cantante más bien limitada como Merbeth, por muy bien que lo haga, porque esa voz, para ese rol, tiene momentos en los que parece más una tiple de revista que la hija de los dioses. En mi opinión, Merbeth debería cantar las heroínas "suaves", como yo las llamo: Eva, Elsa, Elisabeth o Senta (rol que le vi en 2016, donde estuvo muy bien).

Yo creo que el cartel va muy acorde con la producción, fíjate...

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 10 Feb 2022 22:49 
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Función del 3 de febrero.

He de reconocer que, vivida en el teatro y constreñido en una de las minibutaquitas del Real durante cinco horas (ya sólo 1 hora y 55 minutos en el I acto), mi experiencia con esta tercera (y última) jornada de la que, posiblemente, sea una de mis obras líricas favoritas (la Tetralogía) termina convirtiéndose en una experiencia quasi pesadillesca y un punto insufrible. Si a eso le añadimos, además, lo anodino de la puesta en escena (con menos interés que un zapato viejo) y el hecho (fundamental) de que las funciones actuales suelen caracterizarse por un nivel medio/bajo en lo vocal, pues... Pero la música de Wagner, su proyecto musical en esta gran creación, consiguen que logren superarse casi todos los obstáculos (incluso la falta de espacio y de movilidad)...

Mi crónica será casi telegráfica; primero porque no tengo demasiado tiempo --ya, de hecho, este comentario va muy atrasado respecto de la velada que comenta-- y, segundo, porque la función tampoco merece un exceso de atención, aunque no dejó de ser correctísima en términos generales.

Pablo Heras-Casado, factótum musical de esta Tetralogía programada en el último cuatrienio, desplegó buen pulso dramático y acertados tempi durante toda la velada (servidor es un maniático de esta última cuestión), sin caer en el excesivo rallentando que algunos utilizan para dar mayor grandiosidad a una música que ya la tiene de por sí. Algo desilusionante, sin embargo, (por falta de brío, de matices, de dinámicas), en la parte musical quizá más esperada y conocida de la obra: la Trauermarsch, que sonó contundente (la percusión excesiva), pero algo falta de inspiración y homogeneidad en su conjunto. Con todo, bastante bien en general.

Ricarda Merbeth fue una Brünnhilde absolutamente fallida. Su voz --que, en realidad, no valdría siquiera para ofrecer una perfecta Sieglinde-- es demasiado lírica, carece de registro medio y grave para hacer frente a la exigente partitura que Wagner otorgó a la valquiria predilecta y, por ende, fue incapaz de transmitir toda la fiereza, bravura, épica y sentimiento que este maravilloso papel debe transmitir. Es cierto que los agudos estaban ahí, pero sin la potencia y sonoridad necesarias para hacer creíble la grandiosidad épica del personaje. Luego, además, el sonido por abajo aparecía completamente ahogado y roto, casi musitado, sin peso. Estuvo muy entregada (entregadísima, es cierto), pero el rol no consiste sólo en alcanzar las notas altas (con mayor o menor suficiencia). En resumen: muy poco adecuado y creíble.

Andreas Schager fue, en mi opinión, el gran triunfador de la noche (aunque no al que más se aplaudió, todo sea dicho). Lo recordaba del Rienzi que se interpretó en este mismo Teatro Real en el 2012, y del Siegfried que le escuché también en el Götterdämmerung de La Scala el 2013 y, según esos recuerdos, no pensé que pudiera sacar adelante satisfactoriamente el exigentísimo papel de tenor que aquí construyó Wagner. Pero, para mi sorpresa, se mostró seguro y sólido durante toda la función, llegando al final de la misma en plenitud de facultades y muy entero. Con una voz muy "germánica", de gran amplitud, fáciles agudos y perfectamente audible en todo momento, demostró que el instrumento ha ido ensanchando desde aquellas ocasiones en que yo lo vi. En definitiva: construyó un Siegfried muy convincente, juvenil (casi insultante podríamos decir), siempre atento a las dinámicas y que alcanzó intacto (al menos tal fue mi impresión) el final de la función. Estupendo.

El Hagen de Stephen Milling fue, a todas luces insuficiente. No es que uno esperase encontrarse con un Gottlob Frick redivivo, la verdad, pero sí con alguien que fuera capaz de dar mayor "hondura" y oscuridad a un rol que necesita ambas como el campo el agua de mayo. El instrumento de Milling, aunque estimable, resulta, sin embargo, demasiado claro, se resiente mucho en la franja grave y, además, anda bastante corto de volumen. Todo lo cual forma una cóctel terrible, tratándose del segundo personaje más siniestro de toda la Tetralogía. No estuvo mal, empero, en su feroz llamada a los "guibichungos", pero tampoco lo destacaría especialmente durante la función.

Más anodino, aún, resultó el ya de por sí estúpido rol de Gunther en la voz de Lauri Vasar. Correcto, pero sin nada que destacar realmente desde el punto de vista vocal, lo cual resulta letal en un papel tan impersonal y veleta desde el punto de vista dramático. Aceptable, sin más.

Mucho mejor la Gutrune de Amanda Majeski. Señorial y muy creíble en lo actoral y dramático, desplegó además un instrumento de gran calidad y consistencia, todo lo cual dio como resultado una princesa "guibichunga" más madura de lo que suele ser habitual. De lo mejor, junto al Siegfried de Schager.

Bastante destacable, también, la Waltraute de Michaela Schuster, máxime al compararla con la cortita Brünnhilde de Merberth.

Me gustó mucho el Alberich de Martin Winkler, en ese dúo tan siniestro como sugerente que encontramos al comienzo del segundo acto (y que siempre que escucho, por cierto, me recuerda al de Rigoletto y Sparafucile). Winkler desplegó una voz oscura, cavernosa, de resonancias guturales que le van muy bien al personaje en general y muy particularmente en esta escena tan expresionista como siniestra y tenebrosa. Buena prestación.

En cuanto a los dos tríos femeninos (Nornas e hijas del Rin), destacar, sobre todo, a la citada Majeski, que también brilló como tercera Norna. El resto, por lo demás, cumplió sobradamente con su papel.

En cuanto a la puesta en escena... Humm... La puesta en escena... Bueno, pues más de lo mismo. Imagino que Robert Carsen tenía que justificar, de algún modo, sus honorarios, así es que, además de llenarnos el Rin de basura (¡oh, qué original!), también decidió que el ocaso de los dioses tenía que venir pasado por agua, aunque en el libreto se nos hable (con aplastante lógica dramática) de Loge; esto es: del fuego destructor y, sobre todo (no lo olvidemos), purificador. En fin... Es lo que hay.

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Última edición por Alberich el Negro el 12 Feb 2022 18:03, editado 1 vez en total

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 12 Feb 2022 17:58 
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Función del 11 de febrero.

No contaba con ver de nuevo El Ocaso en el Real, pero un amigo me invitó y no pude resistir la tentación de volver. En un principio contaba con ello. Sin embargo, no es nada fácil repetir una función de casi seis horas. Pero al caerme esta entrada del cielo no pude resistirme a la tentación de volver, ahora sí por última vez, a una función más de una de mis óperas favoritas.
Esta semana, han tenido lugar varios cambios en el reparto. El pasado martes, Catherine Foster tuvo que sustituir a Ricarda Merbeth como Brunilda, y Christa Mayer vino para cantar la Primera Norna. Además, ese mismo día el maestro Pablo Heras-Casado anunció que debido al Covid, debía retirarse temporalmente de la producción, siendo sustituido al frente de la orquesta por su asistente, Friedrich Suckel. Hoy día, Lauri Vasar, el Gunther titular, ha tenido que ser sustituido por Markus Eiche. La función de hoy también ha supuesto el regreso de la mezzosoprano Claudia Huckle, en los roles de Primera Norna y Flosshilde.

Asistente de dirección orquestal en sitios tan destacados como Baden-Baden y Bayreuth (donde asistió a Christian Thielemann en Bayreuth), Friedrich Suckel se ha revelado como una gratísima sorpresa. Para tener que llevar sobre sus hombros una titánica tarea, la ha cumplido con creces. Suckel ha hecho que la orquesta suene de otra manera muy distinta a la de Heras-Casado. Y es que bajo su batuta, aun con unos tempi más lentos, ha conseguido extraer de los músicos un sonido más brillante, inspirado y al mismo tiempo más épico, aunque para ello parece haber tenido que abusar un poco del forte. Las cuerdas sonaron mejor que hace dos semanas, especialmente en los interludios, con una estupenda interpretación del Viaje de Sigfrido por el Rin (que si bien se vio tocada por fallos en el metal). De nuevo la madera volvió a demostrar su maestría, con unos clarinetes que suenan maravillosamente en el gran interludio del primer acto. El metal sí tuvo algunas complicaciones en el motivo del cuerno de Sigfrido, pero en general mantuvo el nivel. También me pareció ver la percusión en mejor forma. A medida que transcurría la función, el nivel subió, hasta llegar al gran tercer acto, donde alcanzó su plenitud, con una memorable interpretación de la Marcha Fúnebre, donde la orquesta logró su punto más álgido, sonando más opulenta, ahora sí con una genial prestación de percusión y metal. El final fue igualmente espectacular, terminando con la consabida emoción tras la prolongada última nota. Suckel ha sabido exponer la riqueza orquestal sin perder detalle alguno.

Como Gunther, Markus Eiche ha sido de lejos mejor que Lauri Vasar. Partiendo de una voz más atractiva y con más volumen (lo que no le exime de verse sobrepasado por la orquesta en el tercer acto). La voz de Eiche tiene ese toque liederístico que hace que en roles como Wolfram sea un intérprete destacado, y en el caso del pusilánime Gunther, dándole un bello toque dramático, y también de nobleza.

Claudia Huckle por fin se incorpora tras dos semanas siendo sustituida por varias mezzosopranos. Fue mejor Flosshilde que Primera Norna. Como la hija del Rin, Huckle exhibió una bellísima voz grave, oscura, contraltada, que la hizo destacar por encima de sus compañeras.

En cuanto al resto del reparto, Andreas Schager repitió su vigoroso Sigfrido, incluso en mejor forma que hace dos semanas, con una voz poderosa, con timbre juvenil. Y de nuevo su interpretación del héroe como un personaje bravucón, violento, que infunde respeto. Ricarda Merbeth sigue sin ser la voz ideal para el personaje, pese que se deja la piel cantándolo, especialmente en la Inmolación, donde tiene unos agudos bellísimos. Stephen Milling como Hagen ha estado mejor que hace dos semanas. Haciendo un gran esfuerzo, se ha hecho notar a partir del segundo acto, con un volumen considerable y una voz oscura, de villano, aunque no le eximió de ser a veces tapado por la orquesta. Micaela Schuster volvió a cantar su destacada Waltraute, una voz de volumen torrencial, con un monólogo cantadi apasionadamente. Martin Winkler y Amanda Majeski repitieron sus destacadas interpretaciones como Alberich y Gutrune, respectivamente.

De nuevo el Coro volvió a interpretar la obra con su genial sección masculina, especialmente en el tercer acto, con una escalofriante intervención en la línea "Hagen, was tust du?", en la muerte de Sigfrido, demostrando que son capaces de crear ambiente.

Sobre la puesta en escena de Robert Carsen, poco puedo añadir a lo ya dicho en mi anterior crítica. Creo que esta ha sido la mejor escénicamente de las cuatro óperas de la Tetralogía. No es una idea fácil, representar un concepto tan (y cada vez más) actual para una obra tan larga y tan complicada. Y ciertamente, a veces se echa de menos más acción, especialmente al final, pero la emoción no deja de estar presente, como al final, cuando la lluvia que calma el fuego deja todo limpio, sin fuego, sin desperdicios, ¿para siempre? ¿o para que la vida empiece de nuevo? Aunque no siempre ha tenido una feliz traducción a lo largo de toda la Tetralogía, se ha llevado a escena, a una obra que admite todo tipo de interpretaciones actuales, la advertencia de lo que podría pasarnos si no salvamos el planeta. Que éste nos puede borrar de un plumazo.

El público del Real, juzgando por los comentarios escuchados en los pasillos, ha disfrutado del Ocaso. Incluso he visto a niños (lo que no deja de ser una valentía) con sus padres. Ahora solo queda seguir, continuar con la vida lírica, y soñar con la proxima Tetralogía que veamos en vivo en nuestra ciudad. El poder del Anillo, de su drama, de su profundidad, entra en uno y no lo deja salir. Ojalá volvamos a ver pronto una obra wagneriana en el Real ¿Los Maestros Cantores, tal vez? Quién sabe. Pero incluso antes de que acaben las funciones, ya hay ganas de más Anillo. Y de más Wagner.

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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 23 Feb 2022 21:05 
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El final del anillo me ha dejado una sensación agridulce porque creo que ha sido la más floja de toda la tetralogía realina. Me ha parecido que ha sido, por lo menos en mi función, la representación en donde la orquesta ha estado más desconjuntada que nunca, como si cada grupo de instrumentos no tuviese en cuenta la participación de los otros, en plan guerra fría.

Andrea Schaeger volvió a demostrar que le sigue quedando vozarrón después de llevar ya sus 4 horitas cantando (y podría seguir más si a Wagner le hubiese dado por incluir otras 214 hojas a modo de epílogo), que el tío ahí sigue, con el mismo timbre fresco y descarado. Ahora, más vale que la Merbeth decida poner fin a sus Brunildas porque, además de tener voz demasiado lírica para el personaje, a partir de la tercera hora cambia el agudo por un chillido a lo Mónica Naranjo que le afea el estilo que domina (algo bueno tiene ser alemana).

Desconozco las razones que le llevaron a Stephen Milling a cantar únicamente durante el segundo acto (quizás sea por la chapa que le mete su padre), pero que llevó a que Markus Eiche tomase la misma decisión en el acto 3; la Majeski decidió desentenderse de sus brothers (por fortuna). Michaela Schuster se cascó una Waltraute que bien vale una Fricka.

Aunque para el recuerdo, el contraste entre las tres nornas, con tres colores distintos dado que Claudia Huckle tiene un timbre diferente al de las mezzos acatarradas que suelen abordarlo. Bien merece una Erda.

En fin, contento, pero sin más.


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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 24 Feb 2022 16:36 
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Aunque ha pasado bastante tiempo de mi función, como veo que no ha surgido el comentario por parte de otro forero (que seguramente sería más instructivo y atinado) añado un apunte de la función del día 7 de febrero.

Debo indicar lo primero que, mientras estaba poniendo en práctica un tocomocho en toda regla con mis entradas para El Abrecartas abordando a todo al que alcanzaba a contactar desde mi butaca (sin ningún éxito debo admitir), oí que se decía algo por megafonía. Pero tan importante era mi objetivo que no presté atención.

Luego salió el director, se apagaron las luces, comenzaron a salir los cantantes. Nadie era quien se supone que debe ser. Pensé ¡Dios, me he confundido de función y ya estoy en El Abrecartas, y no quiero! Comenzó la música y me gustaba demasiado como para ser de Luis de Pablo (con todos mis respetos). A Sigfrido me pareció reconocerlo, un punto de referencia. Menos mal. Confirmado. Estoy en El Ocaso.

Ya en el primer descanso hice caso de la hojita que habían introducido en el programa: era como intentar buscar un quién es quién.

Director: Friedrich Suckel. Momento pánico. Reconozco el mérito y la osadía de que 24 h horas antes te digan: asistente, el titular no puede dirigir y te toca. Pero temí primero por Wagner y luego por mí. Creo que empezó algo desdibujado. Lo más flojo el primer acto, pero no un desastre. Y mejorando según avanzaba. Los interludios iban subiendo de nivel de unos aceptables prólogo y descenso del Rin, pero con problemas en los metales, a una estupenda marcha fúnebre - muy heroica a la vez que matizada y ligada, siendo mucho más que un entrelazar de leifmotivs a la vez que estaban claramente definidos todos y cada uno de ellos - y un maravilloso final, una pena el molestísimo ruido de la lluvia. Tanto hablar de que los pantanos están al 40% ¡que donde hace falta que llueva es fuera, no dentro! No odiaba tanto el sonido del agua desde la fuente de Las bodas, que de tanto reponerla se convirtió en mi pesadilla. Por cierto, espero que en las de este año no haya fuente. Pero bueno, vuelvo al tema, que me voy por las ramas. Orquesta muy bien, contra todo pronóstico.

Sigfrido: Andreas Schaeger. Todo dicho. Muy bien.

Gunther: Lauri Vassar. Todo dicho. Regular. Eso sí, me gustó la recreación tan pusilánime. Siempre me lo ha parecido. No me importa que si tiene que haber un regulero en el reparto, sea éste.

Alberich: Martin Winkler. Todo dicho. Bastante bien.

Hagen: Stephen Milling. Todo dicho. Regular. Aquí sí me da más rabia encontrarme un cantante flojo, no como en el caso de Gunther. Pero al menos subió algo el nivel en el dúo con su padre y la llamada a los guibichungos (ojo con el nombrecito...).

Brunilda: Catherine Foster. Otra que olé sus ***. Oye, pásate mañana por Madrid y de paso nos cantas una Brunilda del Ocaso. No te preocupes, que el director lo tiene todo controlado... Pues como el director, muy muy apañada quedó la cosa. En cuanto a la parte actoral seguramente que Ricarda Merbeth sea superior, pero oigan, qué bien cantó, qué buen dúo con Sigfrido, qué buen dúo con Waltraute y qué buen final. Si tuviese un pelín más de volumen y pudiese haber cantado más funciones creo que estaría al nivel del Sigfrido de Schager.

Gutrune: Amanda Majeski. Todo dicho. Muy bien. Mucho más elegante de lo que suele ser habitual.

Waltraute: Michaela Schuster. Todo dicho. Muy bien.

Las tres nornas: Christa Mayer, Kai Rüütel, Amanda Majeski. Muy bien. Y a mí me gusta esta escena.

Las hijas del Rin: Elizabeth Bailey, María Miró y Marina Pinchuk. Muy bien. Empastadas que es lo que cuenta.

Coro: Muy bien. Salió a saludar, pero no así su director ¿le pasa algo a Máspero?

Puesta en escena de Carsen: Todo dicho. Fea pero comprensible, coherente y no molesta, quitando la lluvia del final. Si hay que elegir entre fea+coherente, estética+incoherentey, y fea+incoherente, elijo la primera. La pena es que la opción estética+coherente sea casi una quimera en nuestros días.

Además aguanté como una jabata y no se me hizo largo en absoluto a pesar de que una ya tiene sus años y tiende a que le duela todo. Ya puedo decir que he completado mi primer anillo y que no es tan difícil de sobrellevar como pensaba. Seguro que ayudó el poder tomarme unos vinitos en los entreactos para coger fuerzas. Agradecí un montón que ya se pueda tomar algo, a mí me da vidilla.

Así que, a pesar de las incertidumbres iniciales y los cambios de última hora, creo que tuve suerte y asistí a una de las mejores funciones de esta serie de Ocasos. No es tanto la perfección sino lo que te emocione y te haga sentir. Y yo comencé a llorar en el monólogo de Sigfrido y las lágrimas no pararon de caer hasta el final. Y no de pena.

Luego, ya en casa, sí lloré de pena por no haber podido convencer a nadie de las bondades del abrecartas... pero eso ya es otra historia...


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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 28 Feb 2022 0:56 
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Acabo de llegar de la última función de las siete de Götterdämmerung y tengo que decir que me lo he pasado muy bien. La puesta en escena ya la conocía de haberla visto en el Liceu y lo cierto es que según pasaban los minutos iba recuperando las sensaciones.

Buenas voces con algunas limitaciones pero Merbeth, Schager y Milling, las tres columnas de este monumento han estado muy bien aunque reconozco que Hagen ha terminado el segundo acto con la reserva encendida. Los tres cantantes han recibido ovaciones y bravos de importante volumen aunque el protagonista de los aplausos ha sido Pablo Heras, que ha sido recibido incluso al principio de la función como si fuera la reencarnación de cualquier genio wagneriano.

En esta función, desconozco si ha ocurrido en alguna anterior, cuando Hagen mata a Sigfried es amortajado con la bandera ficticia del reino gibichungo; se baja el telón y Siegfried, ya cadaver, aparece en el salón principal del palacio de Gunther. La diferencia es que en este caso aparece amortajado con la bandera de Ucrania. Me parece bien. Y supongo que el señor matabosch podrá comprar alguna que otra bandera, como la palestina, para cuando sea necesario.


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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 28 Feb 2022 12:55 
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MarttiT escribió:
Y supongo que el señor matabosch podrá comprar alguna que otra bandera, como la palestina, para cuando sea necesario.


¿ La palestina ? y ¿ porqué no también la del Isis, la de los Estados del Golfo, la de los Afganos, de Irak y hasta la de Irán ???

Y añado y pregunto, ¿ porqué no la bandera arco iris, por los homosexuales ejecutados y o encarcelados en los citados anteriores Estados o zonas ?


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 Asunto: Re: El Ocaso de los Dioses en el Teatro Real. 2022.
NotaPublicado: 28 Feb 2022 21:57 
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Le compro todas excepto la del ISIS, que me producen repugnancia. Pero ejemplifique con la de Palestina por aquello de ser un pueblo masacrado en su casa.


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com