Hola,
Más o menos, de acuerdo, pero... No fue una mala función, pero tampoco un Trovatore memorable. Todo fue correcto y pulcro, pero quitando Tézier, quizás Belosselskij y Dudamel (que, ciertamente, tuvo una lectura leeeeeenta de algunas arias, sobre todo cuando acompañaba a Willis-Sørensen (no sé hasta qué punto puede ser de mutuo acuerdo): no lo digo negativamente, ya que en algún momento, esta morosidad le da algo interesante a la interpretación; por ejemplo, en Il balen... no la encontré molesta ni forzada. El ritmo verdiano no se echaba a faltar: al contrario, hacía tiempo que un Verdi no sonaba tan bien en los conjuntos, en muchas de las arias... lástima que no haya en la ópera ningún pasaje de lucimiento de la orquesta sola, porque era para lucirla, con unos matices y el descubrimiento de unas sonoridades que en otras versiones ni se oyen) o una inmejorable Mercedes Gancedo, fue un Trovatore insulso, inexpresivo, sin garra...
Willis-Sørensen tiene un instrumento privilegiado: una voz bellísima, una técnica depurada; podría bordar papeles belcantistas desde un punto de vista musical. Le falta interpretar: era pura corrección, pero sin sentir lo que cantaba, distanciada, sin entrar en el papel. Ni en el primer acto ni en el cuarto. Pasaba yo por aquella celda, canto con mi Manrico que me acusa injustamente, me lo van a matar, pero nada... yo sigo cantando igual que cuando recuerdo aquella notte placida y tan contenta. ¿Quizás tuviera "miedo", estaba insegura por la substitución, por la precipitación de todo? Quizás la falta de escena hace que no pueda implicarse del todo... Si, con el tiempo, aprende a entrar en la obra, a traspasar la letra y las notas de la partitura para llegar al drama en sí, será una cantante gloriosa; si no, será bonito, pero nada más. No emocionará, no te atrapará. Piensas en Radvanosky, por ejemplo y es lo contrario: tiene algo que te lleva, que hace que la sigas, que hace sentir, como ella, lo que canta. Le falta eso y, lo siento, pero faltando esto, no podemos estar tan satisfechos. Sí en todo lo demás, pero esto es muy, muy importante.
Y lo mismo le pasa a Damerau, en un grado aún mayor. Una voz preciosa, una técnica impecable, pero... ¿que canta como si fuera Strauss? En todo caso un Strauss on the rocks, con tanto hielo que no puede manifestar el mínimo sentimiento. Como apunta Pastoso, el "eri il tuo fratello" fue demoledor: si le hubiera dicho "sono gli otto e cinque minuti", "domani è lunedì" o "quando arribi in casa, ricorda di mettere il melone nel frigorifico", hubiera sonado en el mismo tono, igual y nadie hubiera notado nada extraño. No digo desgarro, es que le falta... vida.
Y Evyazov... sí, lo intenta pero tiene que luchar, al contrario que las dos anteriores, con un instrumento opaco, que nunca seducirá, que no es que sea desagradable pero tampoco te atrae al oírlo para que quieras seguirlo. No sé qué es: no es que sea una voz fea, pero tiene algo que... no sé. Y sí: llega, tiene volumen, hace sus dos cabalettas con cierta soltura, pero es ese color, ese timbre... Y eso no se puede arreglar. Y entre eso y el estigma de ser "el marido" que, por muy bien que pueda llegar a cantar, siempre tendrá que luchar contra eso y el prejuicio de que "si no fuera por... no estarías aquí", incluso aunque pueda cantar mejor que otros de los que no se pensará eso... lo tiene muy negro. Más que el pobre Manrico.
Yo supongo que sobreactúa siempre porque o no ha aprendido a actuar o ha aprendido mal y siempre lo hace así, muy "à l'ancienne", con gestualidad de malo de cine mudo. No recuerdo cómo se movía en el recital que dio con su señora hace algo más de un año, pero supongo que sería por el estilo. También el chico es poco discreto, que la botonadura de la camisa, con una especie de coronas de brillantes de colores era, como mínimo, chillona: debe de ir todo con el personaje.
No sé... Estuvo bien, pero un Trovatore sin fuerza, sin garra, con un drama solo servido por orquesta, barítono y personajes secundarios... pues eso, que no.
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