Vamos de nuevo con el maestro Verdi y su monumental Aida, obra más potable que el Falstaff ciertamente.

Estos los responsable de la noche:

Aida-Sondra Radvanovsky
Amneris- Olesya Petrova
Radames-Jorge de León
Amonasro-Quinn Kelsey
Ramfis- Štefan Kocán
Re- Soloman Howard
Messagero-Arseny Yakolev
Sacerdotesa-Leah Hawkins
Dirige- Maestro Plácido Domingo

Lectura transparente y sencilla del preludio, la que ha brindado el maestro Domingo.

Recitativo a todo pulmón la del señor De León, con alguna pifia de una de las trompetas.

No podíamos esperar sutilezas en el Celeste Aida, así que moduló cuanto le resultó posible, pero arriba dio todas las notas, lo que no es poco.

Cierre con agudo potente, que dejó al público anonadado o que aún no ha despertado, pues el aplauso fue confuso, salvo el de mi amigo habitual de los bravos! que no se pierde en el respetable. Debió ser cantante y no una de esas voces minúsculas que se escuchan.

La señora Petrova mostrando maneras como las cantantes típicas de su tierra natal, en el papel de Amneris.

La Sondra aplaudida sin haber cantado una nota, como la tradición antigua mandaba en el Met.

La Sondra dominando el trío, incluido al estentóreo De León.

Tanto el señor Yakolev como el mensajero, como el señor Soloman Howard en el papel del Rey, cumplieron solventemente en sus frases, tanto en lo vocal como en lo interpretativo.

El maestro Domingo, desde su experiencia amplísima como Radamés conoce la obra y maneja un buen pulso, aunque introdujo unos acordes marciales lentos de previo al Ritorna vincitor muy curiosos.

Una interpretación un tanto lenta, pero personal que es lo importante, del Ritorna vincitor, con un merecido aplauso del respetable.

Matronal el canto de la sacerdotisa, pero nada para penalizarla.

Sabroso el coro de sacerdotes, como saltarina y un pelín -de nuevo - lentona la danza de las sacerdotisas.

El señor Štefan Kocán, quien otro más con contrato asegurado en el Met, hace lo suyo como Ramfis, pero para mi gusto no tiene la rotundidad que exige el papel.

El señor De León, bien por él, no se pierde en las imponentes masas corales del Nume, custode e vindice.

Y lo confirmó en el Inmmenso Ftha!, sosteniendo el si bemol unos microsegundos más para lucirse.

Vamos a buscar la cena, durante esta pausa.

Tenía ganas de escuchar esto por Radvanovsky (de hecho iba a ir un día pero me canceló y acabé en «4.48 Psychosis» en un festival contemporáneo), pero aún no he salido de este pesado congreso en el que estoy esta semana. A ver si llego al final.

La señora Olesya Petrova en su misma línea de origen como Amneris. El maestro Domingo metiendo debicelios en la danza de los esclavos moros.

Los debe haber puesto a sudar y a más de uno a sorprender, con la coda que nos regaló al final, para que público aplaudieran a los del ballet.

Curioso.

La Sondra tiene más variedad en el canto en su confrontación con la rusa, pero el dúo se desarrolla de manera intensa.

Una Amneris cumplidora y una Aida sobrada, con filados y pianissimos marca de la casa.

El público siempre se emociona con esta puesta en escena, que con solo abrirse el telón, motiva el aplauso espontáneo.