No más empezar el acto tercero y Mozart nos recibe con esta otra joya de su inspiración Zeffiretti lusinghieri.

Y Nadine Sierra cumple la tarea con estas letras imposibles de mujeres que aún abandonadas o correspondidas por la circunstancia que sea, siguen deseándole lo mejor a sus amantes inalcanzables.

Bueno, la verdad es que aún ocurre.

No es un número cerrado, sino que rápidamente gira hacia el encuentro con Idamante.

Un convencional duetto, bien resuelto por las damas Serra y Coote.

Otra muestra del genio de Mozart: el cuarteto Andrò ramingo e solo, hábil como siempre para fundir y distinguir a la vez cuatro sentimientos en conflicto.

Al pobre Arbase le dieron un largo recitativo, pero le eliminaron su aria, para dar paso a caballero Noah Baetge, para que como Gran Sacerdote, le exige a Idomeneo que tome cartas en el asunto ante los estragos del monstruo. Lo hizo bien.

Entre tanto Idomeneo cuenta que la víctima debe ser Idamante, con voz acaramelada. Confunde las cosas el señor.

Impactante el coro Oh voto tremendo! Spettacolo orrendo! Las fuerzas corales del MET han tenido sus momentos de gloria. Como también el señor Baetge en este momento como Sumo Sacerdote.

Esperamos escucharlo en otros cometidos.

El señor Polenzani ganó algunos puntos con su cavatina con coro: Accogli, oh re del mar, i nostri voti.

Lástima que no deje ese canto meloso aún cuando no viene al cuento, como era en este caso.

Acotar que siempre hay un poquitín de tijera aquí y allá, supongo para ganar minutos a la función.

En este periodo de la ópera, los verdaderos giros dramáticos generalmente se encontraban los recitativos y aquí verdaderamente lo demuestra el diálogo entre Idomeneo e Idamante, con miras al sacrificio de éste.

La tijera sigue haciendo sus estragos y todo discurre a toda velocidad, incluyendo el sacrificio del aria de Idamante: No, la morte io non pavento.

El señor Eric Owens hace la Voz de Neptuno de manera temblorosa, pone todo en regla.

La señora van den Heever levantó del cabeceo a cualquier durmiente, con la furibunda aria "D'Oreste, d'Aiace ho in seno i tormento", donde dá por perdido todo con Idamante.

Solventó muy bien las difíciles notas picadas, reflejo de su locura y furia.

Ya para cerrar la noche, efectivamente el público despertó.

El señor Polenzani en su recitativo final, le falta esa aura de realeza en el canto que debe esperarse del personaje del Rey o pronto ex Rey de Creta, dando la impresión más bien de estarse dirigiendo a una reunión en un te de pensionadas y no a sus súbditos.

Sacrificada también el aria Torna la pace al core y pasamos directo al coro Scenda Amor, scenda Imeneo, donde todo es amor y felicidad, con la futura pareja real.

El público al final contento. Qué le quedaba.

Un regularzón Idomeneo, soportado en las voces femeninas y en la excelente dirección del maestro Levine esta noche.

Good night!

Good morning y gracias por su carrusel neoyorquino
A mi , Polenzani tampoco me ha convencido del todo casi nunca

Polenzani, primo tenore del MET.