Viendo que nadie se anima a explicarnos que pasó con Kunde en el Real, abriré yo el hilo de crónicas de esta preciosa ópera que podemos disfrutar en estos días en el Teatro Real. Yo estuve en la función del 16, con el segundo reparto.

Vaya por delante que nunca pensaría que la Desdemona que ha causado baja les podía llamar la atención. Es una DesdeMONA, pero nada más allá...

Vamos con mi reparto. Palumbo es un director que me gusta. Disfruta y se apasiona, y eso se nota. Desde mi incultura musical diré que llevó bien la función. Si en algún caso tapó a los cantantes, yo incluso lo celebré...

Escenografía y coro a mi me gustaron. Aunque trasladen la historia en el tiempo, el montaje era oscuro como la historia que nos cuentan, y no perturbaba el seguimiento de la obra. De hecho, los juegos de luces y sombras a mi me parecieron inspirados: como Desdemona, antes de su muerte, produce una pequeñísima sombra, inane, inexistente, mientras el moro al entrar en la habitación llena completamente la pared con su sombra, intimidándole, reduciéndole a la nada...

Alfred Kim no me gusta. Agudos impresionantes, matices inexistentes. Carente de imaginación y fraseo. Un rol verdiano no se puede interpretar solo con cañonazos. Ni siquiera el moro. Por supuesto. No me quedé a aplaudirle...

Ángel Odena es malo. Como Iago, malísimo. Se adaptaría bien al papel, si fuera malo de maldad. Pero no. No es el caso. No pensaba Verdi en las características de nuestro compatriota cuando creo esta particella.

Tampoco el Cassio de Xavier Moreno me pareció digno.

No me quede a aplaudir a ninguno de los dos.

Dejó para el final la Desdemona de Liana Haroutounian. Me emocionó en su desgarrador final, porque en esa parte me emociono incluso cuando la tarareo. Ese Avemaría lo interpretaron en mi boda. Como para no llorar...

Creo que no puede con el rol, al menos no con la orquesta, tan timbrada. Además insisto en que Palumbo quiso hacernos ver que Verdi le apasiona, y apretó a la orquesta en la mayor parte de la interpretación.

Llegué con dolor de cabeza, y marché con dolor de cabeza. En el haber de Palumbo, que no me fuera. Bueno, y en el de Verdi, que hace de esta opera una de las obras cumbres, con una tensión brutal que solo al final, cuando el moro nos pide que no le temamos, queda liberada.

Tenía una cena, así que salí a la carrera, y no pude ver la reacción del respetable. Pero no me dio cargo de conciencia mi salida rápida, por lo que creo que los intérpretes no me llegaron al alma...

Repetiré para escuchar a Kunde y a la Jaho. Y tengo curiosidad por ver cómo resuelve el rol Petean, a quien tuve la desgracia de escuchar hace poco, en Puritani.

Evivva Verdi!

A ver si tengo tiempo y escribo una crónica algo más detallada para mi blog. Pero mientras, allá van estas someras impresiones (que corresponden, también, a la función de ayer, día 16).

Discrepo en algunas opiniones de Juanete. Empezaré diciendo que Palumbo se pasó de decibelios; de hecho, le hizo la vida imposible a todos los cantantes, y muy especialmente al pobre Ódena, que intentó matizar algo para construir el Iago sibilino, artero y sutil que pidieron Verdi y Boito, aunque casi ni se le escuchó en Era la notte!, gracias al director italiano.

El tenor Kim me sorprendió gratamente al construir un Dio mi potevi! notable y un Nium mi tema! interesante... Pero daba la sensación de que era lo único que se había preparado porque, por lo demás, en efecto, durante toda la función estuvo pegando gritos como un descosido (siempre metiendo agudos y vozarrón, del que no carece) y sin matizar un solo instante (el bellísimo, conmovedor e irrepetible duetto del primer acto pasó, de hecho, sin pena ni gloria por causa de esta lectura pedestre). No pudo con el Ora per sempre addio!, que empezó bien, pero para la que se quedó sin resuello al final, estando a punto de quebrársele la voz...

La Haroutounian fue de menos a más, y firmó un final de ópera muy interesante (ayudada, sin duda, por ese maravillosa y conmovedora pieza que es la "canzone del salice".

Moreno hizo lo que pudo con esa voz que Dios le ha dado (y que a mí no me gusta) y el resto de intérpretes pues estuvieron correctos.

El coro impresionante, en una ópera donde juega un papel bastante significativo...

En cuanto a la escena, más de lo mismo: en esta ocasión ambientación en el período de la I Guerra Mundial. El caso es no respetar las indicaciones escenicas --precisas a más no poder-- que Verdi y Boito dejaron escritas para esta ópera en Otello. Disposizione scenica (un ejemplar del cual puede verse, por cierto, en la curiosa y recoleta exposición sobre el montaje de esta ópera que se ha dispuesto en la planta sexta del propio Teatro). Minimalismo absoluto, rutinario decorado que no cambia en toda la función --desaprovechando, una vez más, el escenario del Real-- y la pobre Desdémona con riesgo de coger una cistitis, pues Alden la obliga a dormir en el suelo (ni cama le pone para poder ser estrangulada como Dios manda y Shakespeare dispuso...). Una forma como otra cualquiera de intentar justificar la pasta que cobran por estas escabechinas... Aunque por lo menos, en este caso, las directrices del neoyorquino dejaron cantar a los intépretes con cierta comodidad y sin estorbarles demasiado.

A pesar de todo se trató de una muy disfrutable velada operística (pero me pregunto si el mérito no fue de la excelsa y maravillosa música que compuso Verdi, capaz de emocionar y transportarte hacia niveles de puro éxtasis emocional...).

A Kim que lo he tenido en directo en una Forza y en un Trovatore, es efectivamente un peganotas o cañonero brutote. De matizar y frasear con intensión ( algo indispensable en Verdi ), nada de nada

En el fondo yo creo que el enano y yo estamos de acuerdo... ¿le sobró volumen a Palumbo? Si. ¿Le azotamos por ello? No, ya que los artistas no estuvieron a la altura...

Escenografía y coros a mi me gustaron. Veo que discrepamos en la escenografía: a mi no me molestó. De hecho, me gustó...

Y volvemos a coincidir: lo mejor de la representación, Verdi

Vistas así las cosas...

Que no se diga que carecemos de buena voluntad...

Alden es un rollete de hombre. Menuda Alcina. Verla fue cosa de cuatro horas, olvidarla de medio segundo.

Otro ejemplo más de nuestra crítica musical:

http://www.elespanol.com/cultura/escena ... 408_0.html

(no estoy seguro de si el enlace ha de ir aquí, o en el hilo de noticias y otras cosas de Internet).

¡Vaya crónica!, además de muy mal escrita. Yo creo que es válido y podría ser hasta comprensible tener fobias por algunos póliticos (sean de la ideología que fueren), pero por favor dejen en paz a la ópera, a Verdi , a Shakespeare y a Otello.

Como se diría popularmente, esta crítica quiere estar al jamón y a las tajadas. Trata de "contextualizar" la ópera con nuestra realidad política actual; y es como buscarle tres pies al gato. Otello, el del Bardo y el de Verdi, no tendría sentido sin su componente racial; esto es, que una gran parte del odio de Yago está basado en sus prejuicios en ese sentido (Yago es un dechado de ellos, pues los tiene con respecto a las mujeres también).

Como suele ser habitual, aquí las tenemos todas juntas:

http://www.beckmesser.com/las-criticas-a-otello-en-el-teatro-real/

Espero que los foreros se vayan animando. Yo no voy hasta el día 30, que es casi al final, y me gustaría oír (más bien leer) más opiniones...

Y no es sólo Yago el que tiene esos prejuicios, sino que el propio Otello se siente acomplejado por el color de su piel y trata en ocasiones de buscar en el mismo la explicación de su desgracia ("Forse perché ho sul viso / Quest'atro tenebror"). Aunque la corrección política haga que sea incómodo tocar este aspecto y tienda a meterlo debajo de la alfombra, lo cierto es que es esencial para comprender la obra.

No voy a hacer una crítica pormenorizada, entre otras cosas porque me faltan conocimientos técnicos para ello, pero sí voy a decir un par de cosas tras asistir a la función del día 18.

Esta ópera no es precisamente una de mis favoritas. Si a esto añadimos que los intérpretes estuvieron simplemente correctos, sin más; y que la puesta en escena fue fea, pobre, casi inexistente; la obra me dejó completamente frío. Señalar que, como no hubo ninguna interrupción para aplaudir y las ovaciones finales fueron breves, a las 23.05 ya estábamos todos fuera.

En fin, un comienzo de temporada soso. Muy soso.

Función del día 21. Un Otello light.

Era mi primera vez con la obra. La primera vez que la oía completa y la veía en vivo. No hubo oportunidad, no se veía en el Real desde 1999. Demasiado tiempo. Realmente es una obra que marca un proceso magistral de madurez en Verdi. El genio teatral sigue presente. La exploración de la condición humana en la ópera que le caracteriza sigue presente en su descriptiva y también psicológica partitura ya que la introducción al acto segundo ambienta la calma previa a las intrigas de Yago. O el cuarto acto con esa entrada de viento que ambienta la melancolía de la terrible situación de Desdémona. O los cellos tocando melodías hermosas en el dúo de amor, un contraste con las trágicas (y solemnes) notas del final. No hay nada más hermoso que la canción del salce: una conmovedora escena de una mujer con el alma herida injustamente. Pero no es el Verdi de la Trilogía popular. Tampoco el de Aida. Es un Verdi que se había superado a sí mismo. Y eso que admito que me gustan más Aida y Traviata que Otello.

¿Por qué una velada light? Porque pensé que habría un reparto genial. Y lo hubo, pero sentí que las expectativas fueron otras de las esperadas. Porque quizá un Otello deba estremecer y éste no llegó a lograrlo.

Gregory Kunde regresó al Real después de un año, cuando nos cantó un exitoso Roberto Devereux. Pero Otello es otra cosa. Igual que Siegfried o Tristan, es hoy en día un rol incantable y nadie puede hacerle la justicia que debe. Aunque no sé donde he leído que ni Del Monaco se la hizo del todo pese a ser considerado la cima del rol (y con toda justicia). He oído que no ha sido un Otello para tirar cohetes, o malo. Yo pienso que es preferible un tenor que no siempre se oiga, aunque sin ser una minivoz, a que se oiga sobradamente y sea un tormento. A sus 62 años, sigue sorprendiendo su robustez vocal y la belleza que su voz desprende. Pero como he dicho antes el moro no es Roberto. La voz en algunos pero afortunadamente pocos momentos era sobrepasada.
Empezó con un Esultate algo contenido aunque el agudo en dopo l'armi lo vinse l'uragano fue bastante bueno. En el dúo con Desdémona se le veía sensible pero no fue hasta el Ora per sempre cuando mostró su poderío, así como en el Si pel ciel. El Dio mi potevi scagliar lo resolvió de manera sensible y la actuación era convincente al mostrar todo el dolor que le causan los celos. En el tercer acto estuvo excelente en general. Excelente también en su entrada en el acto final, con ese anuncio de la muerte a Desdémona que parece tan espectral como el Comendador mozartiano. El Niun mi tema estuvo bien cantado y acutado con nobleza.

Pese a todo, notaba que el papel le costaba mucho. En las escenas más tensas aun estando bien las vocales se abrían de manera un tanto desagradable y eso, pese a ser su versión ( y preferible a la de un Tanner o un Cura) era símbolo de amenaza de romper aguas. Pero no voy a juzgar duramente a un cantante cuya voz bella resiste los desafíos de cada personaje en cuya piel se mete, sumado a su probada capacidad actoral. Haremos lo posible por verle como Pollione el mes que viene, ya que también he oido que es su papel.

La Desdemona Ermonela Jaho fue la triunfadora de la noche. Si no hubiera escuchado su Traviata el año pasado habría dicho que estamos ante una gran soprano. Pero o bien ha mejorado en un año notablemente, o en esa velada no estuve inspirado porque encontré una Desdemona sensible y frágil. No ocultaremos su falta de volumen en los momentos más álgidos pero resistió la partitura y el estilo de Palumbo. Los pianissimi marca de la casa bellísimos. Y tiene la suerte de no tener demasiado volumen orquestal en el cuarto acto, lo que le permitió hacer una canción del salce y un Ave Maria para el recuerdo. Incluso en el dúo de amor del primer acto se la notaba más entregada y sobresaliente que Kunde. Conmovedora actoral y vocalmente en el tercer acto.

George Petean fue un Yago decente que fue de menos a más. Discreto en el primer acto, pero entregado en el Credo y todo el acto segundo. Un truco que me sorprendió gratamente fue en el Era la Notte, cuando parafraseaba las frases de Cassio: sonaban tan a tenor que me parecía que era el mismo Cassio cantando en off.

Alexey Dolgov fue un gran Cassio, aunque siendo un tenor que está haciendo carrera (recordemos que fue un Lenski decente en el Onegin del Bolshoi que nos visitó en 2010) me pareció en momentos más tenor de carácter que tenor protagonista. Con todo, buena prestación.

Fernando Radó como siempre estupendo: un Ludovico muy autoritario.

Cumplidor el resto de solistas. El coro tuvo un gran momento en el inicio pero estaba la mayor parte del tiempo fuera de escena.

Renato Palumbo vuelve al Real y de nuevo vuelve a una dirección irregular. En el primer acto empezó con una escena de la tormenta que fue de menos a más pero en general la orquesta parecía estar entrando en calor y no arrancar. Ya en el segundo acto las cosas fueron mejores y las cuerdas que introducen la primera escena sonaron a pleno rendimiento. Su abuso del forte se hacía especialmente de notar en el segundo y el tercer acto. El cuarto acto fue lo mejor de la velada: creo que los tiempos lentos que utilizó convenían a la melancolía de la escena, y aceptable el cierre orquestal a la obra. Para sorpresa del público (no tanto mía) no hubo pausas para aplaudir entre números y al final antes de que la orquesta acabase con esas notas tan solemnes y trágicas algunas personas empezaron a aplaudir pero fueron silenciadas para que la orquesta terminase con el clímax. Y es de agradecer.

David Alden volvía al Real tras su Alcina del año anterior. No termino de convencerme con la obra de este señor. La puesta en escena no molesta, acompaña y es eficaz. Pero no parece transmitir demasiado. Casi toda la obra transcurre en un antiguo palacio en ruinas, en un período de tiempo que podría identificarse con los años treinta o cuarenta del siglo pasado. ¿Tendrá un fetiche con los lugares vacíos, ruinosos y decadentes? Se abre el telón y vemos el salón ruinoso de noche y en medio de la tormenta. La iluminación de Adam Silverman sí puede considerarse como un logro que consigue destacar la asfixia de lo ruinoso que Alden quiere transmitir. La ruina de un estado en guerra que se suma a la calamitosidad y declive de su élite. La dirección actoral es interesante principalmente en algunas escenas de Otello y Desdemona: ese abrazo en el primer acto o esas desgarradoras escenas de discusión o la oscuridad de la escena final de ella sola frente al fuego rezando a la virgen con la oscuridad como única compañera. Interesante la muerte de Otello, muere a relativa distancia de su esposa pero no se le acerca. Por otra parte, el acto segundo es bastante estático salvo la entrada de Desdemona con la apertura del salón a ese paisaje de playa atardeciente. Pero se alcanzan momentos de aburrimiento, y eso hace que la vea como una escena más funcional que con personalidad.

Una función agradable que fue aplaudida pero sin demasiada sensación de salir de algo extraordinario, como precisamente fue cada final de las funciones del glorioso Devereux que nos regalaba Mariella Devia y en las que participaba el propio Kunde. La más ovacionada fue Jaho aunque algún abucheo se llevó. La función estaba siendo grabada y la del día sábado se emitirá a todo el mundo ¿posible DVD? Ojalá fuera así y el Real se sumase a la creación de productos interesantes para el mercado. También si se han fijado hay cambios en el teatro: los palcos se han tapizado de rojo y las plantas han sido señalizadas.

Estuve el domingo. Primer cast.
Función disfrutable de uno de los mayores capolavoros del repertorio.
Gregory Kunde sabe dosificar sus fuerzas para ofrecer un Otello que tiene todos los agudos debidamente squillantes, y que canta (no vocifera, como la gran mayoría de los que asumen este rol). Se reserva sobre todo en algunos pasajes de los dos primeros actos; pero en todas sus grandes frases la voz es un cañón arriba, pasa la orquesta sin problema alguno, y en los dos últimos actos da un verdadero recital. Pocos tenores se me ocurren que lo canten mejor a día de hoy.
Ermonela Jaho no me gustó. Voz pequeña (en los concertantes uno se la tiene que imaginar), vibrada, no siempre afinada y con tendencia a calar arriba; saca adelante con cierto gusto su escena del último acto, pero el papel es mucho más que eso... Tendrá mucha presencia escénica, pero eso le puede valer para Traviata, pero mucho menos para Desdemona.
George Petean tiene un instrumento estimable con lo que hay hoy en circulación, pero no hay personaje: su Jago es una caricatura, un festival de poner caras forzadas de 'pero mira qué malo soy y qué mala leche tengo'; y, claro, la cosa no va por ahí...
Malo de solemnidad el Cassio de Alexej Dolgov (¿pero de verdad hay que traer un Cassio de fuera para que lo cante así?), discreto el Rodrigo de Vicenç Esteve, muy sonoro y destacable el Ludovico de Fernando Radó y aceptable el Montano de Isaac Galán. La Emilia de Gemma Coma-Alabert tuvo altibajos, con momentos destacables y momentos discretos casi por igual.
Muy bien el coro. Me gustó la lectura de Renato Palumbo, con una lectura de la obra que potencia su sinfonismo. La orquesta respondió muy bien.
La producción de David Alden no molesta, trae a los solistas a cantar a primerísimo plano. Ya es algo que suma. No tiene demasiadas ideas y termina por aburrir y resultar monótona, pero tampoco molesta especialmente.
Velada disfrutable, sobre todo por Kunde y por Palumbo.

Estuve ayer. Mediocrísimo Otello y la producción sí molesta y no sólo por fea y aburrida. Es más, a mí me indignó porque atenta contra la obra. Venecia se convierte en Stalingrado con el ejército ruso sustituyendo a las huestes de la Serenissima con la visita de Mary Poppins incluida y una Madonna Ortodoxa!!! paseándose por el escenario y que termina convertida en diana de dardos . Otello no puede ser igual a los demás, es fundamental para Shakespeare y para Verdi-Boito que sea un "diferente", germen de la inseguridad que le lleva a los celos irracionales. Como ya se ha expresado aquí, ni una mísera cama en el último acto y el absurdo de que Yago permanezca en el escenario en la muerte del protagonista.

Kunde lo saca, pero cada vez se le ven más los costurones. Estuvo mejor en Valencia hace 3 años con Mehta. Se tiene que rerservar descaradamente en la primera parte, no es capaz de acabar las frases y el timbre es leña pura, excepto arriba donde gana mucho brillo.La Jaho es una Despinettita de teatro de provincias que destila filaditos-falsete por doquier, pero es musicalita y tiene buena presencia. Petean, un rollo. El material de estos dos últimos (no digamos el insignificante Cassio) les permitiría ser partichino como mucho en cualquier otra época del teatro lírico. Palumbo sacó buen rendimiento de la orquesta, pero su labor fue deshilachada, irregular, con tempi incoherentes y sin verdadera tensión y progresión teatral.

Lo mejor, la exposición del Archivio Ricordi en el que se puede contemplar el Autógrafo del Credo de Yago y la carta manuscrita en la que Verdi de reserva el derecho de suspender el estreno y el curso de las representaciones si no alcanzan el nivel que él exigía. Anda que si levantara la cabeza!!!!