Función del día 21.
Estamos ante la última gran producción operística en el Teatro Real, con el sello "Mortier", según se ha dicho en los medios de comunicación. Les Contes d'Hoffmann también fue la última ópera de Jacques Offenbach, así que el regustillo a último está presente en la función.
Christoph Marthaler ambienta la ópera en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que tiene un aire decadente en estas funciones. El argumento de la ópera está relacionado con las actividades de este centro cultural que presenta la puesta en escena. Vemos modelos desnudas para dibujantes, vemos la cafetería al fondo, vemos al coro vestido de público "gafapasta", vemos billares en el acto veneciano. Con todo, no suceden demasiadas acciones en contradicción con el libreto, aunque cosas como el poema de Pessoa recitado con fuerte acento iberoamericano por Stella (encarnada por Altea Garrido )pues no tienen mucha cabida salvo por su intención de epatar.
Sylvain Cambreling dirigió la partitura de manera correcta, aunque no me pareció la más inspirada de sus direcciones. No obstante, parece que desde el acto de Giulietta la orquesta mejoró notablemente. No obstante, fue abucheado al final. No creo que mereciera esa reprobación.
El coro, aceptable. Algo mejor en el acto veneciano.
Anne Sofie von Otter interpretaba el papel de Nicklausse. Me ha parecido la suya una interpretación mayoritariamente insulsa. Se la oye en muchas ocasiones, pero en otras la orquesta la tapaba generosamente. Una pena, porque en el aria del acto de Antonia como en el final tenía buenas oportunidades para el lucimiento pero su interpretación siguió una misma línea monocolor.
Ana Durlovski cantó muy bien el aria de Olympia, dominando la coloratura endiablada del personaje, a pesar de que su voz no siempre tiene un sonido grato, pero es de recibo reconocer que es una soprano interesante y a seguir. De hecho al terminar la función fue enormemente ovacionada.
Eric Cutler me soprendió gratamente. Cantó bien su papel y los agudos no estaban tan mal. Muy a destacar en el acto segundo.
Measha Brueggergosman sonó mejor de lo que me esperaba, y esperaba poco. Fue bueno saber que su voz esta vez no se distribuyó mal por la sala, llegándola a escuchar en casi todo momento en el acto de Antonia. El aria de la tórtola no lo cantó muy bien que digamos, pero durante el resto del acto cantó correctamente. Pero como Giulietta parecía insuficiente. En el acto veneciano cantó de manera floja, y hasta la tapaba la orquesta.
De hecho, la barcarola sonó bastante descafeinada junto a una Von Otter que no abandonó su línea de canto uniforme.
Vito Priante también cantó mejor de lo que esperaba. Fue a suya una caracterización muy buena y creíble la de los cuatro villanos. Un villano joven, siniestro. El aria Scintille, diamant la acometió muy bien.
Christoph Homberger cantó correctamente a sus comprimarios, especialmente en el aria de Frantz, aunque la dirección escénica le quitó toda la gracia, ya que sobre un escenario convenientemente poco iluminado el pobre Frantz se dedicaba a dar vueltas alrededor de él. Parecía más bien un paciente solitario en una enorme sala de espera.
Del resto de comprimarios pues Jean Philippe Lafont cumplió pero su veterana voz ya está cansada, que el atractivo cantante Isaac Galán hizo una creíble interpretación del malvado Schlemil, o la poderosa intervención de Lani Poulson como el espectro de la madre de Antonia, y etcétera.
Bueno, no quiero cerrar mi crónica sin dejar de considerar como muy desafortunada la elección del actor Graham Valentine como Spalanzani ¿qué motivó a los responsables de esta producción a sustituir a un tenor por un actor? ¿Está reconocida esta posibilidad en la partitura? Estoy abierto a explicaciones. Bien, el actor escocés tiene una voz potente, ya que hasta en lo más alto del paraíso se le escucha. Pero su "canto", por llamarlo de algún modo, no resultó otra cosa que un sinfín de graznidos que hicieron de su escucha una auténtica tortura; sintiéndolo mucho por el señor Valentine, al que no puedo quitar mérito ya que sin ser una superestrella tiene en su oficio natural una dilatadísima carrera tanto teatral como cinematográfica, que se extiende a lo largo de 20 ó 30 años.
Finalmente fue cortésmente acogida. Personalmente la ambientación de Marthaler me parece que tiene buenas intenciones pero desiguales resultados. Creo que hay que verla de nuevo para captar nuevos matices, tanto de la producción como de la correcta labor del elenco musical.
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