Debut de Ainhoa Arteta en el papel de Adriana, en Bilbao.
Esta mujer no deja de sorprenderme. Mira que hace años me parecía una líricoligera sin particular interés y de un par de años a esta parte me ha sorprendido para bien el cuerpo que ha ganado su voz. Está lista para abordar papeles de cada vez más peso.
Le queda pulir esta Adriana. Empezó exquisita, con una umile ancella fantástica en la que nos regaló unos matices sensacionales. Luego muy bien en los dúos y en el segundo acto. Flaqueó en el tercero, el monólogo de Fedra fue pichís pichás y en el 4º se peleó con las poveri fiori. Para bien, volvió a remontar con un final muy bueno. Le falta rodar más el rol. Pero vamos, que muy bien.
Bruno Ribeiro, tenor con buena materia prima que tiene que dominar. Empezó titubeante e irregular en la emisión (pobre, nada más salir tiene la dolcissima effigie) pero se centró y ofreció un Maurizio digno. Un auténtico palo pasmao sobre la escena, pero eso no era culpa suya.
A Luciana d'Intino le pasa lo que a bastante mezzos: arriba tiene un color y abajo otro. Se defiende en los agudos pero los graves son ya casi hablados. Salvó el papel discretamente.
Muy bueno Luca Salsi como Michonnet. Voz de esas de timbre noble que da gusto oír, muy bien fraseado.
Vas repite de abate, muy bien. Discretito Palatchi de Príncipe y correctos los cuatro actores.
La orquesta, al servicio de la Arteta, como no podía ser de otra manera. Lentíiiiisima en las arias. Buen sonido pero sin sacarle el jugo a la partitura.
Coreografía de Igor Yebra, luciéndose.
Puesta en escena lamentable. Decorados tradicionales de ópera de candelabro, cortinaje y pelucón, pero de baratillo, feos y con momentos de decir joder qué catetez. Esa cama-carrito del Mercadona (perdón, Eroski), ese telón que cae, esa proyección que salta en mil pedazos, ese cuadro de Molière (¿pa qué?) y el círculo de espejos discotequero...
El decorado sería obviable si no fuera acompañado de una dirección escénica no ya tradicional, sino antigua, con momentos sonrojantes del tipo "nos quedamos parados cada uno mirando a un lado, cambia el compás, nos miramos... y corremos a abrazarnos". Se pueden hacer las cosas de una manera clásica (véanse las Adrianas de Barcelona) pero por favor, con un poco de sentido teatral.
Noche de estreno, aplausos discretos. Algo más para Arteta y Yebra, pero me parecieron escasos. Y mi bautismo operístico en el Euskalduna, que no lo conocía.
Yo lo he pasado muy bien y creo que en las tres o cuatro funciones que quedan la cosa puede mejorar si el tenor se suelta un poco más. Yo la disfruté mucho.
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