Lo que dice R.Alier, en la Vanguardia del pasado LUNES 24 y que tampoco entendió lo que pretende Herheim:
http://epaper.lavanguardia.com/epaper/viewer.aspxREINVENTANDO A RUSALKA
Autores: Antonín Dvorák, con libreto de Jaroslav Kvapil, basado en La sirenita de Andersen y en la Undine de La Motte Fouqué. Versión de Stefan Herheim Intérpretes: Klaus Florian Vogt (el Príncipe); Camilla Nylund (Rusalka); Ildikó Komlósi (Jezibaba); Günther Groissböck (Vodník); Emily Magee (Princesa extranjera). Coro del Gran Teatre del Liceu. Orquestra del Gran Teatre del Liceu. Dirección: Andrew Davis. Coproducción con el Théâtre de la Monnaie/De Munt, de Bruselas/Brussel y la Òpera de Graz. Dirección escénica: Stefan Herheim. Escenografía: Heike Scheele. Lugar y fecha: Gran Teatre del Liceu (22/12/2012) Una ópera que el público del Liceu no ha podido ver desde hace casi cincuenta años (yo recuerdo la lejana de 1965) no debería de presentarse de una forma tan irreconocible como lo ha hecho Stefan Herheim de tal modo que no ha habido prácticamente conexión alguna entre lo que veíamos en el escenario, lo que se lee en el sobretitulado, en el programa y en la ópera original de Dvorák. El texto del programa señala: “Prado junto al lago. Bosques alrededor.” Pero la representación comienza en una esquina con mucho tránsito humano de una ciudad X, con una iglesia neogótica al lado y varias tiendas que cambian de contenido según sea de noche o de día. El caos narrativo sería insoportable si no fuese que Stefan Herheiim es un director de escena muy imaginativo y si aceptamos que lo que estamos viendo es la Herhalka de Herheim, presentada con una gran riqueza de recursos, con un vestuario lujoso (incluso demasiado, a veces) y con toda clase de comprimarios, desde sapos a monjas-prostitutas (la propia Rusalka a ratos lo es también), hemos de admitir que el director noruego lo ha trabajado con una inmensa profesionalidad, aunque el público ha protestado ruidosamente al final de la representación. El equipo vocal no se ha distinguido especialmente, aunque reconocemos una cierta calidad a Camilla Nylund en el papel de la protagonista, y la buena labor ejercida por el tenor Klaus Florian Vogt, a quien se le ha aligerado un poco la intervención final en la que, pese a todo, ha soltado un agudo francamente defectuoso. El papel de Vodník, el genio de las aguas, el más alterado de la producción (no es un genio sino un amante viejo y con ribetes de asesino) ha sido bien cantado y bien actuado por Günther Groissböck: Ildikó Komlósi una Jezibaba convincente, y Emily Magee una Princesa Extranjera suficiente. Hay que destacar las tres ninfas del supuesto lago y la buena exhibición del barítono Marc Canturri en el papel del Sacerdote. Muy bien el coro y francamente bien la dirección orquestal de Andrew Davis, que ha sufrido sólo el típico incidente de las trompas al principio de todo. División de opiniones al final pero, como se ha dicho, una buena bronca del público que no ha valorado las intenciones narrativas de Herheim.