Buen negocio en el Arriaga: compras la entrada para una zarzuela y ves dos espectáculos. No está mal el negocio para el espectador, no. Vamos por partes.

1.- La corte de faraón

La razón del viaje era poder ver y escuchar esta disparatada opereta bíblica que hacía muuuuchos años no tenía la oportunidad de ver en escena. Mi recuerdo vago es de una función en el Principal donostiarra muy pobre vocalmente y de unas risas enormes con los chistes estesopajariles sobre el tema de siempre. Y fuí convencido que podíamos volver a pasar un buen rato con esta obra. Sin embargo, pasados los primeros minutos parecía que la función no levantaba vuelo y se apreciaba cierta continencia que nos hacía, por ejemplo, fijarnos en las voces cuando uno, en este tipo de obras, se debería fijar más en otras cosas.

No se puede comentar una obra como esta al uso de las funciones operísticas porque, sencillamente, estamos en otra dimensión. Sin embargo conviene apuntar que cantando destacaron Carmen Romeu (Lota), Itxaro Mentxaka (la reina) y Manel Esteve (el faraón); otros apañaban su dificultad canora con buenas actuaciones actorales (el casto José de Jorge Rodriguez-Norton, por ejemplo) mientras en otros casos dudo sean cantantes porque ¡madredelamorhermoso lo que hicieron las tres viudas!

La puesta en escena, en coproducción con el Campoamor, de Oviedo, es de Emilio Sagi (me pido la chaqueta que sacó en el saludo final, please) y este juega con el color oro todo el rato (esfinges, ropa, taparrabos, gorros,... todo es aúreo) para dejar al final un Egipto transformado en Nefertiti-fashion donde tras las quejas del aburrido faraón todo el oro ha sido sustituido por color e imaginación. Es interesante y seguro que tendrá recorrido por los restantes teatros. Bien la Orquesta BIOS y falto de empaste el Coro Rossini.

Decía que le costó alzar el vuelo a la zarzuela pero en la segunda parte, con un público ya entregado, todos y cada uno de los números fue aplaudido, braveado y silbado a lo yanki (reconozco que detesto esa "manifestación de contento") y al final la apoteosis fue mayúscula y la gente salió a los 90 minutos de empezar la función con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Por qué? Por el segundo espectáculo.

2.- El show de Enrique Viana

Y es que dentro del precio estaba el show que el transformer-tenor-músico-showman Enrique Viana nos hizo al asumir el papel de Sul, la babilónica y guardarse el momento Ayvá para sí. Uno, en su ingenuidad, cuando leyó que Enrique Viana estaba en el reparto pensó que se guardaría el faraón para hacer el ganso un rato pero no; su papel era el papel estrella de la noche. Y lo cumplió en rol estrella-total-de-Broadway desde que apareció en el interior de un sarcófago embutido en un traje tan largo como estrecho y comenzó su canto de la famosa canción.

La primera estrofa fué la de la partitura; la segunda y tercera, hechas ad hoc para el Arriaga con las consiguientes alusiones a los hombres bilbainos, a la ciudad, a los hombres de gimnasio, a las mujeres "especiales", a la falta de sexo, a la falta de "hombres de verdad". Y Viana puso a cantar a todos los hombres del teatro (que no lo he dicho pero estaba muy cerca del lleno total) con las típicas alusiones del showman a su flaqueza inicial y a su varonilidad posterior. Un auténtico show del que no se escapó el director orquestal, Carlos Aragón.

La zarzuela desapareció por veinte minutos y acudimos a otro espectáculo, totalmente diferente, y en el que Viana se lo pasó bomba e hizo disfrutar al público como pocas veces se ve. Fue solo a partir del show de Viana que la zarzuela se contagió de esa alegría y pudo llegar a la apoteosis final. Por supuesto, en el momento de los aplausos Viana arrasó.

Dos por uno. La zarzuela da lo que da. Viana nos dió mucho. Al final, todos contentos.

PD1: no, yo no canté.

PD2: Itxaro Mentxaka es la bomba como actriz.

En la función de ayer viernes, prácticamente lo mismo en todos los aspectos (incluidos los odiosos pitidos finales)
Es un gustazo ver un Arriaga tan repleto, con gente disfrutando y riendo.
Ah, efectivamente las tres viudas no son cantantes, forman parte de la compañía teatral bilbaina Txirenitas

Itxaro Mentxaka es estupenda, como cantante y como actriz.
Enrique Viana se habrá despachado a gusto con su show, pero es el caso más señalado que conozco de cantante con poca voz, y ésta es bastante desagradable.