Pues parece que me toca abrir el hilo con mi crónica cateta; además de ser del segundo reparto en su función del 1 de julio.
Lo cierto es que fue algo así como un 80% de función pues Pinkerton simplemente no estaba. Había por allí un señor vestido de traje que movía la boca cual besugo mudo y a ratos emitía algo parecido a onomatopeyas. Lo de Charles Castronovo es de traca insonora. Sus mejores partes fueron cuando lo tapaba la orquesta, seguidas de aquella en las que la orquesta no lo tapaba pero tampoco se escuchaba sonido alguno saliendo de aquella boca moviente. Cuando se le oía aquello era un horripilante sonido caprino y desabrido, ¿Cómo le pueden dar a este caballero roles protagonistas? Creo que desde ayer este hombre va a ser para mi lo que Vratogna para el Sr. Tip
Me gustó Ailyn Perez. Tiene una voz bonita aunque quizás le falte un poco de volumen (se la oye perfectamente) y creo le falta algo de garra escénica; pero lo dicho, a mi me gustó.
Muy bien las dos voces más graves; Nino Surguladze muy sólida como Suzuki; Gerado Bullón empezó un poco dubitativo, creo, pero acabó a lo grande. El público los reconoció sonoramente en los saludos finales.
El resto de voces, simplemente olvidables.
No me sonó muy bien la orquesta; a ratos falta de tensión, a ratos estruendosa, a ratos deliciosa. En suma, me pareció muy irregular. Era la segunda función, asique supongo podrán progresar adecuadamente. Asique, Luisotti puede mejorar.
Leo que en el estreno hubo sonoros abucheos a la puesta en escena manga de Damiano Michieletto y Paolo Fantin. Ni creo que sea ni rompedora, ni escandalosa, pero estamos en la era de los ofendiditos. Yo la dejaría en un ni-fu-ni-fa que también suena oriental. No creo que la alusión visual a la prostitución infantil se pueda considerar una dramaturgia paralela pues es algo que emana directamente del libretto. Visualmente es impactante, he de reconocer. No me acordaba de que era el mismo reggiseur, pero esa manía de subir a los cantantes a un alto sin protección me recordó al kiosko de L'Elisir al que, creo que, Albelo se negó a subir; aquí se autocopió con el altillo del cubo transparente. Lo peor me pareció la entrada de Cio-Cio-San; por un altillo y cantando hacia el lateral, lo que difuminaba y empequeñecía la voz en uno de los pasajes más bonitos de la obra.
Resumiendo, es casi imposible aburrirse con Puccini, aunque se represente sin uno de los personajes principales.