Con retraso, encuentro un hueco para unas pinceladas de mi periplo Munich-Milán a mediados del mes de Julio:
-12 Julio. Munich, Teatro Nacional. Pique Dame. Producción fallida que despoja a la obra de todo lo que "huela" a ruso -son los tiempos que corren en ciertos lugares- y plantea la ópera como una especie de film noir con mafiosos y gángsters, mal concebida y peor desarrollada. Para remate, el director de escena con consentimiento del musical, corta la pastoral del tercer acto. Pésimo el Ghermann de Brandon Jovanovich, absolutamente incapaz ante la exigentísima vocalidad del papel. Apabullante vocalmente Lise Davidsen como Lisa, implicada y entregada como intérprete, aunque con margen de mejora en ese aspecto y en acentos. Interesante la Condesa, o lo que sea en esta producción en que recibe droga inyectada, de la veterana Violeta Urmana. Me gustó mucho el Yelestski de Boris Pinkhasovich, al que no conocía, por homogeneidad tímbrica, emisión franca y el fraseo cuidado con el que cantó su sublime aria. Espléndidos coro y orquesta.
-13 Julio. Munich, Teatro Nacional. La pasajera de Weinberg. Después la magnífica y referencial puesta en escena de David Pountney vista en Madrid, la de Tobias Kratzer en la capital bávara comienza con un planteamiento interesante y una escenografía muy vistosa de un crucero de lujo y sus filas de balcones, con apertura del interior del que ocupan LIsa y Walter. Otra Lisa, anciana, lleva a Brasil a urna con las cenizas de Walter y todo ocurre en su mente, para terminar de lanzarse por la borda al no soportar los remordimientos. El problema es que todo ocurre en la embarcación, Kratzer renuncia a Auschwitz y el segundo acto transcurre en el comedor del crucero. Al regista parece que le sobra el segundo, acto, la perdida de fuerza dramática de la ausencia del campo de exterminio es notoria y también cercena música, pues hace desaparecer el personaje de Katya, otra rusa y encima soviética, fuera, fuera. Y el director musical con los pantalones en la mano. Efectivamente, el titular de la casa Vladimir Jurowski dirigió muy bien, con su habitual técnica y sentido de la organización, además de obtener un esplendoroso sonido de la orquesta, pero el Sr. Jurowski es la segunda vez que le veo tragar con cortes en la música -el año pasado fue en Guerra y paz de Prokofev- y es inadmisible.
14 Julio, Munich, Teatro del Príncipe Regente. En la sala, que parece un pequeño Bayreuth, del Teatro del Príncipe Regente y con la maravillosa guinda de poder ver el gol de Oyarzábal en el móvil durante el viaje de metro de regreso al hotel, presencié otro dislate escénico en un Pelléas et Melisande convertido en un realista drama burgués. Es decir, todo lo contrario de lo que es esta ópera, que se vió despojada del misterio, el simbolismo, la irrealidad, que la caracterizan. El buen reparto lo encabezó Sabine Devielihe, ideal para el papel, tanto por timbre, como fraseo y dominio del estilo y prosodia francesas. Eso sí, en otro contexto escénico podría haber brillado más en lo dramático. Muy tocado, pero buen fraseador, CHristian Gerhaher, y muy aceptable Ben Bliss como Pelléas, capaz de afrontar la complicada testiura con notas de barítono y color de tenor. De libro el Arkel de Selig. Muy buena la dirección de Hannu LIntu, al que sólo le pudo faltar un punto de idiomatismo y refinamiento francés.
15 de Julio. Milán, Teatro alla Scala. Turandot. No ha reparado en medios el templo Scaligero para conmemorar el centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini con una Turandot plena de espectacularidad escénica, coral y orquestal. Como ya relató Yllanes, muy emotivo el minuto de silencio con le candeline, al terminar el funeral de Liù. La puesta en escena de Davide Livermore representa una lluvia de ideas en aluvión, que funcionan unas mejor que otras y con profuso uso de la tecnología logra un montaje muy vistoso y espectacular. En la misma línea, la dirección musical de Michele Gamba, avara en sutilidades y matices, pero eficazmente efectista. Los cuerpos estables de La Scala, entregadísimos, en plan esta ópera se estrenó aquí y vamos a demostrar ser los custodios. Magnífica prestación de la orquesta y fascinante la del coro reforzado a 110 miembros, Una de las mejores prestaciones de un coro que he visto en un teatro de ópera. Notable Anna Netrebko, que a pesar de cierta oscilación, superó la cortante escritura del papel con aparence facilidad. y sus coonsabidos carisma y belleza vocal. Fue capaz de graves imponentes con un erotismo perturbador y, al mismo tiempo, ascender a los Does 5 sobreagudos. Brian Jadge, tosquete, con una emisión esforzada y un timbre nada bello, pero voz con cuerpo y potencia y cierto arrojo en escena. Dio todos los agudos incluido el DO Optativo de "No principessa altera, ti voglio ardente d'amor" Aceptable actuación. Rosa Feola parece más una lírico ligera que la lírica plena que pide el papel. Canta con gusto y corrección, aunque su signore ascolta fue discreto. Mejor en el tercer acto, en el que cualquier Liù mínimamente en su sitio, emociona. Destacable el emperador Altoum del experimentado Raúl Giménez.
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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