Efectivamente, la Ópera de Frankfurt, siempre pródiga en óperas infrecuentes, un auténtico granero para mi lista de títulos distintos, brindaba este fin de semana la posibilidad de ver a
Asmik Grigorian interpretar 2 óperas consecutivas, una de ellas la totalmente inhabitual La hechicera del gran Piotr Tchaikovsky.
El sábado 10 la Grigorian realizó una gran creación vocal y escénica de
Manon Lescaut de Giacomo Puccini. Era la primera ópera italiana que le veía a la lituana y en lo vocal le faltó anchura y voluptuosidad en el centro - alguien me podrá replicar que eso también le faltaba a la gran Magda Olivero, probablemente la mejor en este papel-y un punto de idiomatismo, pero tanto la emisión afianzada y firme, la homogeneidad y atractivo tímbrico, así como impecables musicalidad y línea de canto se combinaron con una espléndida actuación escénica en una producción de La fura, que le obliga a encarnar a una streaper en el segundo acto y cantar su gavota de la escena con el maestro de baile en paños menores contoneándose en una barra de streaper. Demasiado lírico para el papel y con emisión retrasada el tenor USA Joshua Guerrero, mejor en los dos actos funales y con esa entrega honrada y sincera que suelen atesorar los cantantes americanos.
Manon Lescaut es la primera ópera de las muchas q he visto en Frankfurt que no va a la lista
La hechicera fue compuesta entre Onegin y Pique dame, pero dista mucho de la inspiración musical y fuerza teatral de las dos obras maestras citadas. Hay buenos momentos sin duda, pero se hace larga con una resolución demasiado premiosa, que no termina de funcionar teatralmente. Sobresaliente sin reparos para Asmik Grigorian como Natasha, llamada Kuma. Estamos ante un animal escénico, que encima emite y canta con los papeles en regla. Elena Manistina con su material amplio, exuberante en centro y graves encarnó a la princesa con apoyo en la partitura desde un extremo del escenario en sustitución de una indispuesta Claudia Manhke.